Se prenden fuego los motores del avión es el tercer disco del dúo Le Microkosmos. Una estadía en climas introspectivos y sonidos reciclados. Una fórmula que mezcla a Daft Punk, Air y MGMT.
Por Pablo Mendez
Seis canciones y un lineamiento conceptual extraído de pampas ajenas. Si bien hay segmentos acústicos, los sintetizadores marchan a la cabeza. Cadenas de teclados formando melodías bajo el ruido virtual empalmando escenas siderales. Letras en inglés, títulos en castellano, mixtura donde prevalece el lenguaje universal sin desconocer el guiño nacional.
La psicodelia es sobre todo una vinculación con el aire, pero aquí lo atmosférico tributa el espacio hermético, sellado al vacío. Merece la constatación empírica encerrase en un cuarto y probar encapsular los oídos con la música de Le Microkosmos, a oscuras y con el volumen hasta donde la perilla no da más.
Con ribetes funk y soul, con la sutura impermeable del tecno ambiental, cada canción parece extraída de la improvisación sonámbula, la que se esparce en mitad de la noche y necesita imprimirse en una grabación sin importar geografía ni tiempo. Un disco parejo con vertientes heterogéneas apenas perceptibles, pero que hacen un todo compacto sin derroches innecesarios, sin falsos tracks que acumulan intención más que resultado.
Exquisito y elemental. En esas dos calificaciones se argumentan no solo este disco sino también sus producciones anteriores. La experiencia psicodélica puesta a prueba en posible escuchas más atendidos en propuestas de rock costumbrista, ajenos por naturaleza al azar musical.
Del oeste bajan con pistolas cibernéticas, y próximos a estrenar el disco en el Puma Urban Arts se ajustan los cinturones en busca del público cautivo que amasa con deseo la posibilidad de verlos en vivo esparciendo átomos de talento.
La responsabilidad en las tablas debería emparentar la actitud de lo que se escucha en estudio, tarea ardua teniendo en cuenta la complejidad de plasmar las reglas de los detalles sonoros que acostumbran los cultores del género, que muchas veces es insostenible en espacios abiertos. Expertos en las recorridas de rigor por los cenáculos independientes, no debería ofrecer resistencia ningún escenario ni público.
Le Microkosmos camina por la tarima con seguridad, extrayendo de su experiencia under no solo la frescura de la primera vez, también la solvencia de nadar con rumbo predeterminado en el mundillo emergente, ese trampolín que te lanza al abismo o te suspende al ínfimo recuadro de la revista especializada.