Johnosoyyoko, Los Pus y Asalto al Parque Zoológico fueron los protagonistas de la fiesta del ruido en nueva edición del ciclo Goodbye Monday.
Por Claudio Kobelt
Fotos de Gisela Arevalos
Los lunes de Goodbye Monday son todo un clásico en la escena independiente, y con motivo de una fecha altamente esperada por su prometedor line-up, concurrimos este Lunes pasado y vaya fiesta del ruido que nos encontramos.
Primero, Johnosoyyoko con su noise-pop de melodías cálidas y distorsiones intensas. Ellos Juguetean con un rock canción más clásico aunque no les dura mucho: lo infectan de guitarras distorsionadas a toda velocidad con algunos tintes de oscuridad y un sonido 90´s pleno. La labor de Adrián Nicoletti en primera guitarra es suprema, puntea y crea climas intensos, enfermizos. El grupo entra y sale de la tormenta sónica que ellos mismos crearon, para luego destruirla y volver a comenzar otra igual o peor. El bombo de la batería se siente como el trueno en esa tempestad, pega fuerte en el pecho en cada melodía. Pero sobre todo, en el corazón de esa tormenta, hay una canción pop que late fuerte, vestida de ruido y galaxias, pero canción pop al fin. Sorprende la voz de su cantante, mezcla de German Daffunchio y Palo Pandolfo, que suma originalidad a una banda que en vivo muestra su mejor cara. La más ruidosa.
Enseguida, el noise podrido y rabioso de Los Pus. Grunge y noise en un maridaje demoledor. Su cantante, enmascarado cual zapatista con su voz sucia como arma, disparaba alaridos que desgarraban el sonido, mientras sus socios de banda liberaban toneladas de ruido y bardo sónico en nuestras cabezas. De pronto, una energía hardcore punk estallaba y nada se podía hacer para detenerla. No mediaron palabras entre tema y tema, más que algún agradecimiento. Hay urgencia en bombardear y que nadie salga ileso, por seguir escarbando en la piel del ruido. Cuando la bajista tomó el mando de la canción el grupo adquirió otro vuelo. Su dulce voz nos hizo descubrir las múltiples dimensiones dentro del sonido Pus. Eso también sucedió en el tema cantado por el baterista. Si hubiera un medidor de velocidad y distorsión, ellos lo habrían derretido hace rato. Con un final como todo buen noise se merece, con las guitarras acoplando contra los parlantes, Los Pus abandonaron el escenario y dejaron la certeza de ser una banda imperdible y demoledora en la nueva escena argentina.
La tercer punta del triángulo del ruido de esa noche fue Asalto al Parque Zoológico. Con un sonido y estética que remite tanto a My Bloody Valentine como The Breeders y el primer Sugar Tampaxxx. Los Asalto se encargaron de crear una nube de noise catártico que envolvió a los presentes para no soltarlos hasta el final. Su cantante, una pequeña Kim Gordon en llamas, crea con su voz melodías turbulentas que el noise rabioso se encarga de catapultar directo a nuestros oídos. Se destacó la labor del sinte y los teclados, cortan y suman una capa de espesura sonora a la excelente labor del guitarrista. Los asistentes festejaron cada canción y la temperatura subió y nos olvidamos por un rato del falso otoño exterior para internarnos en ese shoegaze soñado que da abrigo y calienta por demás. Una larga intervención sonora de acoples y manejo de efectos puso a muchos de los presentes a taparse los oídos. Los agudos estallaron y un molesto chirrido parecía dispuesto a subir de intensidad hasta dejar nuestro cerebro hecho papilla, como en un fotograma de la película SCANNERS. La imagen del público tapándose los oídos es hermosa. Allí estaban, veían una autentica banda de noise que subía la apuesta y abrazaba el ruido. Muy pocos lo soportan y lo disfrutan como se debe. Tras ese ataque sónico, los APZOO se retiraron del escenario aunque las vibraciones y el zumbido perduraron por mucho tiempo. Como el recuerdo de esa noche intensa, prueba de una escena viva y un ciclo imperdible. Viva el ruido por siempre.