El oriundo de Castelar lanzó su cuarto disco solista a fines de 2014. Formato banda, sonido pop consolidado, letras testimoniales y una mirada realista del amor.

Por Pablo Díaz Marenghi

“Tengo que conseguir mucha madera, tengo que conseguir, de donde sea” cantaba Lito Nebbia sobre una melodía que improvisó Tanguito tirado en el baño de La Perla del Once. Entre excesos varios dieron vida a uno de los himnos del llamado Rock Nacional. Parece ser que este espíritu errante del viajar, escapar de la alienación cotidiana rumbo a la locura está presente en el último álbum de Guillermo Beresñak, cantautor nacido en Castelar y también parte del dúo experimental Le MicrokosmosMucha madera (2014) posee 13 canciones que comparten recuerdos, escenas de desamor, peleas de pareja, memorias de resaca y demás pinceladas íntimas que el músico expone en el más obsesivo formato pop.

Al comienzo, sobre un colchón de violines y pianos, aparece Mike, personaje recurrente en la discografía de Beresñak. Vale recordar su disco anterior, En la habitación de Mike (2014) en donde se menciona a este personaje cercano a un rufián que enamora a base de engaños a diversas señoritas. Un personaje misterioso, especie de Patricio Rey que sobrevuela la cosmogonía Beresñak. El sonido del disco es parejo, quizás por momentos monótono, pero dicha constancia parecería ser intencional por parte del autor. Diferentes pulsos, tempos y rítmicas que conforman una gran batería de canciones pop. Las mismas, se nutren de las bases del “Rock Nacional” más clásico. Reminiscencias de Fito Páez, Charly García, Spinetta o también de voces más propias de la escena independiente como Bochatón, Lisandro Aristimuño o Adrían Paoletti resuenan en Mucha Madera.

El piano puebla casi todo el disco. Beresñak frasea, canta al oído. Narra un pasado que ya fue y no podrá volver a ser (“Martes 14”), o una misantropía intimista (“Parfum”), también discusiones de pareja cotidianas (“Exagero”) o un consejo desesperado sobre una estructura pop-rock (“Como un avión”). Momentos para una letra surrealista y sonidos acompasados (“Como un niño”) o una letra extensa en formato diario íntimo casi rapeada (“Asume que te falta calma”). Escenas de la vida conurbana recorren las letras de Beresñak cuya estructura es cuidada y poética. Cada canción funciona como muestra de lo que es capaz un cantautor que resignifica al pop y lo vuelve una herramienta de expresión; el pincel que inmortaliza los paisajes de su alma en formato canción.

El álbum invita, como aquel hit de Nebbia, a viajar a través de las músicas de Guillermo dejando atrás cualquier problema o preocupación. Acordes de guitarra, estructuras en piano, pulsos y arpegios recorren la lírica de Beresñak promoviendo un mensaje de amor y esperanza. Hay momentos también para el lenguaje coloquial —de barrio— “estar careta”, “vender humo”, “gilada”, en donde se evidencia la identidad del cantautor: un joven que patea veredas y toma colectivos. Un muchacho de pelo largo y guitarra al hombro que podría sorprender tocando unas canciones sentado al sol en el andén de la estación Castelar del Ferrocarril Sarmiento. Un trovador conurbano que ratifica, en su cuarta producción solista, que tiene mucho para decir.//z

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=MJwEThibQaI[/youtube]