En un año donde los noventa piden revancha, No Doubt, una de las bandas más influyentes de aquella época, no podía dar tregua. Push and Shove reúne nuevamente a Gwen Stefani con No Doubt, ese mismo grupo que nos dijo adiós hace más de una década, convirtiendo esa despedida en una traición que aún muchos no podemos superar.

Por Estefanía Lestanquet

“Volver a juntarnos simplemente nos divierte”, afirmaba hace tres años la excéntrica Stefani, cuando Push and Shove era solo un plan vago y sin forma. Diez años, ocho meses y veinte días, fue el tiempo exacto para que Rock Steady (2001) encuentre un sucesor. Una eternidad que transformó a los miembros de No Doubt en  solistas y los hizo inmunes al olvido de cualquier ser humano que hoy esté pisando los treinta.

Tal vez “Settle Down” no ha sido de lo más acertado para el regreso, mucho menos cuando dicho retorno generaba tamaña expectativa. Definitivamente “Looking Hot” correspondería más a lo que un fan de No Doubt hubiese querido escuchar, una canción más acorde a la fuerza que la banda solía tener. Y la conjugación en pasado no es melancolía: este nuevo disco, para bien o para mal, está muy lejos de todo lo que lo ha precedido.

Este cuarteto cuarentón ya no vive solo de la música. La vida hizo de aquellos tres hombres reos y con crestas bicolores, padres de familia y de aquella rubia rebelde una de las empresarias más famosas de los Estados Unidos. Pero su conjunto, lejos de toda teoría asociacionista, vale muchísimo más que la suma de sus partes. No obstante, sí el enfoque estaría en el pasado tal vez me excedería en líneas de bella retórica. La novedad está en nuestras manos y es menester seguir hablando de ella.

Las canciones de Push and Shove tienen una carga constante de synthpop, en consecuencia el track homónimo es el más completo musicalmente hablando: bases constantes y un juego de voces prometedor. Mientras que “Sparkle” merece también una mención especial, mucho más cerca al ska y con unos falsetes a cargo de la rubia que parece nunca envejecer.

Baladas como “Heaven”, “Dreaming The Same Dream” o “Easy” llevan una gran carga de madurez artística pero en lo sonoro se vuelven monótonas. La mayoría de los temas tocan tópicos de los que la banda ya habló, parejas que se desencuentran o amigos que se juntan a pasar un buen rato (¿Autobiográfico?), de todas formas este no es un campo donde la banda se haya destacado nunca, sus instrumentos y la energía de Gwen siempre dijeron más que las palabras.

Definitivamente no fue un año demasiado halagüeño para el revival de los noventa. Ni Garbage ni Smashing Pumpkins lograron sorprendernos, y el caso de No Doubt no difiere del resto. De todas formas, ellos volvieron y era lo que tantos queríamos. Push and Shove no será lo mejor de su discografía, pero ellos están juntos de nuevo y que de este reencuentro saldrá alguna que otra maravilla, no nos queda ninguna duda.//z

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