Repasamos la historia del hombre detrás del sonido que abrió nuevas fronteras en el mundo de la electrónica, DJ Pierre.

Por Alan Ojeda

Ataca los oídos y el cerebro como el vuelo de una avispa robótica supersónica. Un vuelo infinito, en loop: el sonido se estira como en un viaje de ácido y se vuelve hipnótico. La sala está oscura y sólo una luz estroboscópica ilumina la pista como una ametralladora de cristales. La gente -cuerpos pegados y la transpiración- vibra con una línea de bajo que les disuelve el pecho. Cada bailarín está escindido: el cuerpo baila con las frecuencias graves que le acarician la piel, mientras el cerebro, impulsado por el canto de los tweeters, comienza un viaje veloz a un punto cenital invisible que está unos centímetros encima de la cabeza. En la locura sonora comienza a aparecer una voz que se pronuncia con cadencia bíblica: “In the beginning there was Jack… and Jack had a Groove/ And from this groove came the grooves of all grooves./And while one day viciously throwing down on his box,/ Jack boldly declared ‘Let There Be House’ and House music was born.” Detrás de las bandejas, un peinado afro y unos anteojos negros delatan al capitán de la nave espacial de la noche. DJ Pierre en la cabina: Acid.

Esta es la historia de otro de esos encuentros casuales, casi de película, aunque más raro y trascendental. Un día de mediados de los ochenta, Nathaniel Pierre Jones, un joven afroamericano de Chicago conoce a la señorita Roland TB-303 bassline, una pequeña criatura brillosa que había sido creada con el fin de suplantar a los bajistas en las grabaciones y reducir gastos, pero que terminó siendo despechada por su extraño y metálico sonido. Pierre, como un amante francés de película, la invitó a su casa y la tocó sin pudor, la pulsó y giró suavemente todos sus puntos sensibles. Sus amigos Herbert J. y Spanky escuchaban los zumbidos con admiración y se sumaron al juego. ¡Un nuevo amor había nacido! Phuture da a luz “In your mind”, un viaje épico de doce minutos con un sonido hipnótico infinito y una profundidad sonora capaz de volver gelatina los huesos: Acid.

Poco tiempo después, una noche en Muzic box, su legendario DJ residente, Ron Hardy, decide pinchar “In your mind”, varias veces a lo largo de la sesión. El sonido es nuevo, la gente lo descubre rápidamente. Todos entienden que algo está pasando detrás de las bandejas. El futuro parece haberse colado en la pista en forma de vuelo de avispa. El olor a nitrito de amilo, cigarrillo y transpiración se funden creando una nube que parece emanar de los cuerpos en movimiento. Las miradas llenas de éxtasis, las cabezas apuntando al techo: nace un nuevo ritual. La casa ahora tiene un nuevo sonido, aunque las mismas reglas. ACID HOUSE.

Boom –tss- boom –tss- boom –tss- boom –tss-: De chicago al mundo

Año 1987. Las cosas estás cambiando muy rápido. Chicago la palabra o, mejor dicho, el ritmo. El trabajo de Ron Hardy y Frankie Knuckles comienza a dar frutos. Las pistas de las principales discotecas están en plena efervescencia, la sangre burbujea en la pista con cada nuevo track. Los vinilos son la moneda corriente en el underground, lo único que vale detrás de las bandejas es haber encontrado una nueva joya para poder pinchar a la noche. El sello Trax tiene una demanda que jamás pensó tener. Pese a ser conocido por la baja calidad material de sus vinilos, “Your love” de Frankie Knuckles y Jamie Principle no para de venderse y al éxito comercial ahora se suma el éxito de Phuture Acid Tracks, anteriormente conocido con el nombre de “In your mind”.

Año 1988. La música House cruza la vasta extensión del océano atlántico. El Groove se hizo espacio entre las grietas del tiempo y el espacio hasta llegar a los oídos del viejo continente. La Inglaterra de la dama de Hierro, la España post Franco y Alemania el borde de la caída del Muro de Berlín, todas cayeron bajo la seducción de la nueva experiencia vital y embriagadora del baile. Un nuevo orden mundial se gesta alrededor de los equipos de sonido de toda Europa. Al igual que lo había hecho el hipismo en los sesenta con el Flower Power y el rock psicodélico, la electrónica llega para abrir consciencias, con un mensaje tan claro que escasea en palabras.

Un nuevo evangelio: Las herramientas de predicación: Roland TB 808, 909, 303 Bassline, vinilos, mixers y bandejas Technics. ¿Y sus profetas? Haciendo bailar a la gente.

Año 1989. El segundo verano del amor brilla con su luz en el zenit, en el punto donde los cuerpos no dan sombra. Las caras sonrientes, el sol que se refleja en las gotas de sudor que cubren los cuerpos torneados y delgados por el movimiento del baile. Localización: algún lugar descampado en los alrededores de Manchester. Hay sonido en todos lados. El volumen es tan alto que parece hacer vibrar todo el terreno, incluso la estructura del hangar que cubre a la gente que ha querido mantenerse en la oscuridad de la fiesta. La policía de Thatcher busca sin descanso detener este virus de sonrisas y colores brillantes. Fracasa. ¿Cómo detener el sonido? ¿Cómo impedir que la enfermedad del baile se filtre a través de los tímpanos y ponga al cerebro a flotar en gravedad zero? En total silencio, los cuerpos permiten que la música grite lo que ellos estaban reclamando hace tiempo: ¡Libertad!

Este mismo año DJ Pierre se aleja de la escena de Chicago y se une al sello Strictly Rhythm. La cresta de la ola está tan alta, que la pista de baile que se puede ver ahora es el mundo. La voz de Jack, Dios del Groove, vio todo lo que había hecho; y era bueno en gran manera.

90’s – 2XXX

El futuro: la era de la una avispa robótica supersónica, los ejércitos de sub-low, la marcha informe. Pierre, junto a sus compañeros de generación, comanda una revolución que ganó el mundo sin un solo tiro.

Un nuevo tiempo le abre los brazos a la historia del sonido. Como en cualquier fiesta de verdad, están todos invitados.

Mestizaje sonoro, la lengua del mundo.//z

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