Mariana Enríquez y Suede: una historia de amor
Por Carlos Noro

Reseñamos Porque demasiado no es suficiente, el libro más desbocado, fanático y personal de la autora de Nuestra parte de noche. Aquí comparte su devoción por los británicos comandados por Brett Anderson y su lugar como fan en esta autobiografía de amor musical.


Para leer Porque demasiado no es suficiente (título que se desprende de la canción de “It Starts and Ends With You” de Suede, específicamente de la frase “Escupir al viento porque demasiado no es suficiente”, traducción de “Spit in the wind cause too much is not enough”) no es necesario ser fan de Suede—mezcla rara entre britpop, David Bowie y estética andrógina— pero quien lo sea disfrutará y comprenderá cuál es el vínculo profundo de Mariana Enríquez con este soundtrack de su vida y de su escritura.

Más allá de esto el nivel de detalle y amor  con el que la autora describe cada disco y canción de los ingleses, hace que incluso quien no sea fanático de esta banda, como quien escribe estas líneas, termine por querer ponerle música a las profusas y extensas descripciones de encuentros reales, musicales y poéticos con la música de Suede. 

Suede
Liderados por Brett Anderson, Suede es una banda emblema del rock británico, eslabón perdido entre el glam, el britpop y el gótico.

La construcción del lugar de fanática es otra de las dimensiones que el libro explora de manera profunda y extensa. Ejerciendo una defensa apasionada del lugar de fanatismo, que encuentra también en la música una experiencia estética. En este sentido, es imperdible el relato de una cobertura periodística que tuvo que realizar a pedido de Página 12 de un recital de los Backstreet Boys y su caracterización del mismo como un ritual de iniciación (“Esos cinco tontos eran dioses, pero no porque lo merecían: ellos eran intercambiables. Las chicas estaban recreando un ritual de pasaje, repitiendo un arcano de que no tenían memoria en el que todas juntas formaban ese organismo extático frente a la música y el sexo que las convocaba. Daba igual que fuesen los Backstreet Boys, eso era apenas un tropezón de época. Alguna vez fue Elvis, O Liszt, O Lord Byron. O Los Beatles”).

Así discute la idea propuesta aún hoy por parte de la visión macho céntrica del periodismo musical desafiando así la mirada analítica y snob que muchas veces menosprecia el rol de las seguidoras apasionadas(“lo único que importa es la música”) algo que deja de lado la idea de la experiencia musical como algo que va más allá de la ejecución de los instrumentos para introducirla en una dimensión de experiencia de totalidad artística, poética y, con suerte, trascendental.

Desde esos lugares (la de fan y periodista de rock) Enríquez va construyendo un relato que tiene la dimensión de los entrañable de la experiencia personal, mixturado con una teorización del concepto de fan en la cultura contemporánea, incluyendo una buena cantidad de páginas a explicar incluso como funciona y cual es la lógica de los fandom /fanfiction (espacios virtuales donde los fans discuten sobre los artistas y escriben historias ficticias sobre ellos), historizando la práctica y mencionando casos extremos para concluir que la presencia del fan es clave en la cultura actual, sin por ello dejar de discutir sus prácticas, límites y complejidades

Este libro se vuelve un hermoso y entrañable relato del amor por la música,  la escritura y por aquellas bandas que los melómanos saben que serán el soundtrack de sus vidas porque tienen aquello indefinible que llega muy adentro del corazón, que se encuentra mucho más allá de aquello que se escucha. Sus páginas invitan a seguir descubriendo más música.  //∆z