Programa es un trío que comenzó con lo que vulgarmente se conoce como “música experimental”, pero rápidamente tomó el rumbo hacia la canción sin dejar de lado por supuesto, todos los efectos espaciales que caracterizaron a su primer álbum.

Por Agustín Argento

“Lo de ‘música experimental’ es una etiqueta. Cualquier músico, en el momento en el que agarra un instrumento, está experimentando, sin importar el estilo que haga”. Pablo Burztyn, uno de los miembros de Programa, corta en seco cualquier tipo de prejuicio con respecto al arte de hacer música. Entre los otros dos integrantes del grupo, Guido Flichman y Guido Bucello, se miran y asienten la aseveración de su compañero de banda. Los tres, también, aseguran que sus influencias están “en todos los estilos musicales”, a la vez que su anhelo es encontrar “su propia identidad”.

Programa nació en 2012 y en dos días de mucha intensidad musical, tras algunas juntadas no tan fructíferas, vio la luz su primera placa: Cáscara. En ese momento, ellos tomaron conciencia de la química que se había generado entre los tres y dieron rienda suelta a un proyecto que, de a poco, los va llevando hacia el formato canción, el cual dio sus primeros pasos en el segundo disco, Amparo, de 2013.

Con casi nula difusión, Amparo ya tuvo 9.000 escuchas en programa.bandcamp.com y 300 descargas en varios países. Como viene sucediendo desde hace un tiempo, Programa es otra de las bandas nacionales que tienen más llegada en el extranjero que en Argentina. “Fue muy loco. De repente nos encontramos con una reseña en un portal de España, una en un sitio de Estados Unidos y otra más en una página japonesa”, comentó, sin perder la sorpresa, Flichman.

Si se escucha Cáscara, se encuentra con un sinfín de efectos y sonidos, tras lo cual uno está obligado a pensar: “¿Cómo harán ésto en vivo?”. Burztyn, ante esta consulta, aclara que los shows “eran algo impensado, muy volátiles, que podían llevar al espectador a momentos muy buenos o muy malos”. “Por ahí -señala Bucello- nosotros la estamos pasando bárbaro arriba del escenario y la gente no capta lo mismo. Y, a veces, pasa todo lo contrario”.

Sin embargo, el paso a la canción lo van dando de a poco, como un paso lógico dentro de la carrera de la banda. Flichman aclara: “El Santo Grial sería el poder alcanzar el balance entre la improvisación y la canción”. Burztyn, por su parte, dice discrepar sobre esta idea. Para él, lo “ideal puede estar tanto en la improvisación como en la canción”. Los tres se vuelven a mirar, pero, esta vez, para discernir. No hay acuerdo al respecto. Y esto, en vez de ponerlos en veredas opuestas, parece acercarlos aún más. Flichman interrumpe el silencio de las miradas y sostiene: “Cómo se verá, los tres tenemos cabezas muy diferentes”.

La concepción de Amparo fue, y en esto sí están de acuerdo, más pensada. “Es algo mucho más maduro que lo que veníamos haciendo”, afirma Bucello, el integrante con “más sensibilidad para guiar los temas”, según resaltaron Burztyn y Flichman.

Pero, a pesar de las ganas con las que encaran esta nueva etapa de canciones más estructuradas, ellos no reniegan de la improvisación y la erigen, aunque sea por momentos, como la bandera de Programa. Los tres sostienen que en la improvisación “hay algo que está pasando con un vértigo irrepetible”; o, también, que “tiene mucho de seducción”. De todas formas, para el tercer álbum la estructura estará más presente; aunque al consultarles sobre la fecha de lanzamiento, aseguraron: “No la tenemos definida. Queremos ver cómo se desarrolla lo que venimos haciendo”. Una nueva forma, para Programa, de improvisar.