Maqueira busca mojarle la oreja al mundo literario y se anima a hablar directamente con sus lectores en Electrónica, su última obra.
Por Joel Vargas
Electrónica es un tratado de la melancolía. La profesora, su protagonista, es una treintañera qué se cuestiona la razón de ser, rememora todo el tiempo un pasado juvenil de reviente, un paraíso perdido por las responsabilidades de la adultez. Una Marcel de En búsqueda del tiempo perdido narcotizada: cada sensación la deposita en la noche, la joda, la rave, las pastis. Hasta en la niñez. Detesta a su novio y se coge a un pendejo: Rabec, un alumno de la Universidad Privada donde da clases. Está encaprichada.
Electrónica: una profesora que cosecha un decálogo de relaciones fallidas, una reincidente. Está congelada, su escape son las charlas con el Ninja, su fiel patiño fumón y enamoradizo. Revuelven el pasado, tratan de exorcizarlo y solo consiguen agigantar la ausencia de Natasha, una amiga que desapareció hace años sin dar explicaciones. Esa ausencia vuelve una y otra vez en toda la novela, es una acechadora infatigable.
Enzo Maqueira escribió uno de los mejores libros de la cosecha 2014 y se consolidó como una de las voces más interesantes de su generación. En Electrónica importa lo que se cuenta, pero todavía más cómo lo cuenta. Narrada en segunda persona, la novela te interpela, te chupa y te sube a su ritmo vertiginoso. La voz que narra es mucho más que omnisciente: sufre, coge, porrea, merquea, baila y se ríe como la profesora. Y como si fuera una especie de esquizo, en algunos pasajes hace un zoom out y pasa a una tercera persona. Se aleja de la situación. El experimento podría salir mal, pero no. Cuando llega el final, la forma queda justificada. El círculo se cierra.
Hace unos meses a Maqueira le hicieron una entrevista en Página 12. Algunas de sus declaraciones tuvieron repercusión en el mundillo literario y por ende, en las redes sociales. Se suscitó una discusión 2.0. “Hay que volver a hacer una literatura que moje la oreja”, “El post (César) Aira hizo que todo sea una pelotudez. Hay gente que malentendió a Aira y que se puso a escribir boludeces. Como somos todos posmodernos, nos divertimos, nos burlamos de todo y no servimos para nada, entretenemos y nada más. Eso llevó a que el escritor perdiera su lugar en la sociedad”. Les guste o no a los acólitos de Aira, Maqueira instaló un debate necesario: hay que repensar el papel del escritor hoy en día, qué lugar tiene en la sociedad y cuál es el que tendría que tener. Una figurita decorativa en la biblioteca completísima de un joven intelectual burgués de izquierda, un best seller que te lo venden hasta en las paredes de los subtes o un tipo al que hay que escuchar, que tiene algo importante que decir.
Que Maqueira retrate la fauna y flora de la escena electrónica argentina es solo un condimento, una excusa para poder hablar de una generación que creció en los noventa y en los tempranos dos mil. Jóvenes que viven una adolescencia extendida y se preguntan todos los días ¿Por qué estudie tal cosa? ¿Por qué tengo que alquilar? ¿Por qué me la pase 7 años en una carrera y laburo de cualquier cosa? Los inconformistas sub 40, hijos directos de la patria menemista. Electrónica es como una biopic que nos habla al oído de cualquiera de ellos. De cualquiera de nosotros.
Habría que escucharla.//∆z