Desde el país de Berlusconi nos llega Il capo dei Capi, la serie sobre mafiosos en la que todo parece un gran cuento de gángsters salvo por un detalle: cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia.
Por Alejo Vivacqua
Escena: interior, día.
Una mesa entre amigos un domingo al mediodía, con un plato suculento de pastas para los comensales. Están Tony Soprano y su tocayo Montana. Jimmy Conway le hace un lugar a Marsellus Wallace, mientras Mr. White se relame ante los ravioles con bolognesa que tiene enfrente. Frank White enciende un cigarro y se sirve más moscato. Donnie Brasco no espera y empieza a comer. Michael Corleone avisó que llegaba más tarde. Hay una silla vacía. En ese momento suena el timbre y aparece el más bajito de todos. Salvatore Riina entra con su sombrero y su metro sesenta a cuestas. Se sienta en la cabecera.
Algún desprevenido pensará que con semejantes personajes Riina no merecería la cabecera de la mesa. Totó no sólo fue en la vida real el mafioso más grande de la segunda mitad del siglo XX sino que, junto a sus compañeros, fue quien hizo tristemente célebre al pueblo siciliano de Corleone, del que no por algo Mario Puzo eligió como lugar de nacimiento para su Vito.
El Capo de Corleone es el título en español de esta mini serie de seis capítulos de más de hora y media cada uno en los que seguimos la vida criminal de Salvatore, desde que por primera vez es arrestado en su juventud hasta que en 1993 cae definitivamente tras casi tres décadas de impunidad.
El comienzo del primer capítulo muestra a un joven Totó en sus inicios con la banda local encabezada por Michele Navarra, un capo que maneja los negocios del pueblo. Con el avance de las entregas vemos la consolidación de los Corleonesi, el grupo que Riina comandó con astucia y salvajismo durante los setentas y ochentas con la connivencia de la Justicia y el poder político.
Como toda serie basada en hechos reales, hay licencias que se toman para recrear la historia en clave ficción. El personaje de Biagio Schirò, el policía que persigue a Salvatore Riina durante todos esos años y al que se lo muestra como amigo suyo de la infancia, es producto de la mente de los escritores que -al no contar en la vida real con un único enemigo visible- eligieron desarrollarlo como némesis del protagonista principal.
Si bien esta producción es de 2007 y en Italia fue un gran suceso, en otros países llegó recién a fines de 2013. Con el paisaje de Sicilia de fondo, Il Capo dei Capi sigue en la tradición de las grandes historias de mafia, con buenas actuaciones y un guión que entretiene y nunca deja de serle fiel a la historia original. Quizás algún día dejemos de relacionar a los italianos del sur con la cosa nostra, pero mientras tanto démosle el lugar que se merecen y alegrémonos porque, al menos por el momento, los tenemos lejos y con una pantalla de por medio.//∆z
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