Bestia Bebé, Mi Amigo Invencible y Atrás Hay Truenos, tres de las mejores bandas del pasado año, se juntaron para inaugurar un prometedor 2014. Pero la noche no se quedó solo en eso, fue también un punto de reencuentro para su público.

Por Nahuel Ugazio

Fotos por Candela Gallo

Las lluvias y tormentas eléctricas que azotaron la ciudad los últimos días, nos dieron un respiro en el día y en el lugar exacto. El viernes, el Club Cultural Matienzo fue mucho más que un simple espacio donde iban a tocar unas bandas: desde temprano se veía gente deambulando por la zona cerveza en mano, ideal para esquivar el calor y la humedad. Se ven reencuentros, amigos que no se vieron por algún tiempo, quizás separados por distintos viajes de vacaciones, o simplemente el destino. La noche es más que un simple recital, es una noche donde la ansiedad recitalera por fin calma su sed. Una noche donde la amistad ruge a flor de piel y los saludos y anécdotas se encuentran a cada paso. Todos los que aquí se encuentran tiene mucho más en común que un simple concierto de rock, pero lo que nos convoca en este caso es ver a tres de las mejores bandas de pasado año, que fueron parte activa de un 2013 vertiginoso y terminaron siendo grandes protagonistas de la cultura independiente en nuestra ciudad. Tres bandas que nos dieron tres de los mejores discos del año, nuevos hits, nuevas aventuras, nuevos caminos y emociones. La gente se agolpaba para ver a Bestia Bebé, Mi Amigo Invencible y Atrás Hay Truenos.

Cuando el reloj dio las 12, Atrás Hay truenos subía al escenario de un ya colmado Matienzo. Con las canciones de Encanto como bandera, los neuquinos dieron un show que ya bien conocemos, pero nunca nos cansaremos de admirarlo. Su potencia y fuerza hipnotizan al público, sobre todo gracias al juego entre cuelgues y canciones bien armadas con estructura pop, lo que hace de su concierto una excursión de imágenes y momentos. Pasan “Alejandro el cheto”, “Frutas secas”, “Todo lo que me gustas” (Cover de Spectrum, una de las bandas surgidas de Spacemen3). La gente, algo tímida, en la tercera canción, da los suficientes pasos adelante para estar bien cerca de la banda, donde el sonido es aún más envolvente y magnético. La voz zigzagueante de Roberto Aleandri se confunde entre el sonido de las guitarras, mientras pegan sus temas con una facilidad admirable. Un nuevo show en el que los Atrás hay truenos confirman que son una de esas bandas más interesantes para ver en vivo. Cuarenta minutos de “romanza y encanto”.

Mi amigo invencible fue la segunda banda de la triada en pisar el escenario. Haciendo hincapié en La Nostalgia Soundsystem, su último disco, lograron los primeros pogos de la noche. Concisos y con un clima entre festivo y relajado, mostraron no solamente que suenan cada vez mejor y tienen una llegada bastante especial con su público, sino que ya conocen bien los escenarios y saben moverse en ellos con soltura y dedicación. Pasan “Adiós a las nubes”, “Los Pájaros” -ultimo corte de su disco- y se encargaron de homenajear al Flaco Spinetta a dos años de su fallecimiento, con una sentida versión de “Todas las hojas son del viento”. Para el gran final invitaron varios amigos y músicos (entre ellos Facu Tobogán) quienes tocaron todo instrumento que encontraban a mano, en un jam incesante y apasionado. Un final bien transpirado y sentido.

Bestia Bebé cerraría la jornada con un público ya entonado de tanta cerveza y música, un clima para un nuevo nacimiento de la bestia. “Estamos bien” es la canción que abre el set, como ya es habitual. Una canción que suena a manifiesto, un tema que une a las pandillas de forajidos que son su público que se mezcla entre remeras de Sonic youth, Almafuerte y del Barcelona. Repasando los ya considerados hits de su disco debut, y algunas joyas como “Hasta siempre amigo” (canción incluida en el disco de Tom y Niño Elefante), los temas se suceden entre un pogo cordial y buena onda, canciones de cancha, más cervezas y la proyección de jueguitos noventosos como el Wolrd Cup y el Street Fighter, como para mantener ese toque nostálgico que nos sensibiliza un poco mas. Para el final, una versión de “No tengo nada” de Embajada Boliviana, el Hey Ho Lets Go resuena en el Matienzo y el publico sale agradecido por un poco de aire, y obviamente, un trago más de cerveza rodeados de amigos y buenas historias. Y como siempre, será hasta la próxima vez.