Atrás Hay Truenos editó Encanto, su disco más cancionero a la fecha, y nos deja un puñado de canciones que ahora podemos, y queremos, cantar.

Por Claudio Kobelt

Atrás Hay Truenos posee una trayectoria más que comprobada en la escena nacional. Desde sus inicios en su Neuquén natal hasta su posterior arribo a la capital autónoma, los AHT dieron prueba de ser una banda notable, con fuertes raíces en el krautrock y el shoegaze, y con mucho amor por la experimentación y el cambio, tomando esas raíces como base para un delirio sónico sin fin. Así es como una banda puramente instrumental, finalmente saca un disco de canciones más formal, para cantar mientras no dejamos de cabecear mirándonos los pies.

Encanto es el hijo directo de Romanza, aquel discazo del 2012. Hijo en el sentido sonoro, musical y climático, en ese machaque constante que entra en el ritmo hasta pervertirlo, hasta cabalgarlo así de salvaje, creando un clima de tormenta sin perder la melodía. Con tantas capas de sonido imposibles de mencionar, con un trabajo y una búsqueda sonora espacial, en Romanza se intuían las primeras “canciones” de esta nueva etapa trueno, pero lo que entonces eran frases o gritos, ahora son letras, pequeños y oscuros poemas de amor  para cantar a viva voz.

Con reminiscencias a Peligrosos Gorriones, Don Cornelio y La Zona, y hasta a Viva Elástico,  la voz Trueno es rica y desbordante de corazón y sensibilidad, dándole otra piel a las habituales melodías krautrockeras. A veces la voz oscurece el clima de la canción, y a veces la vuelve más suave, pero nunca la deja igual, nunca queda intacta. Las letras aportan una lectura romántica a esas fuertes tonadas, y esa búsqueda, esa permanente evolución, es lo que más cabe destacar y elogiar.

Destacan “Frutas Secas”, “Luna Vieja”  y “El encanto”, que tienen todo lo que debe tener una canción para ser imprescindible. Pequeños e incendiarios hits, molotovs rítmicas certeras que dejan huella, física y emocional. Violentas, emotivas, fuertes, sensibles, repletas de poder.

“El pantano” explota de oscuridad y densa melancolía, como una caminata nocturna en un bosque sin salida. La climática “La ida sin vuelta”, ideal para escuchar a oscuras, dejándose llevar. Y la instrumental “Un Kilo”, velocidad pura, feroz vértigo de luz incandescente.

El cierre con “Por el rio” no podría ser más perfecto como conclusión de lo escuchado, como resumen de una banda altamente recomendable para ver en vivo, con discos a su altura, con un pasado de evolución y cambio,  y un futuro infinito, sin  caminos cerrados, repleto de posibilidades. “Por el rio que nos lleva y nos arrastra” dice la última canción y Encanto lleva, arrastra, solo es cuestión de poner en máximo volumen y dejarse encantar.//z