Hesitation Marks, nuevo material de Nine Inch Nails, es el mejor resultado de la orfebrería sonora de un artista que debería ser ubicado como el faro musical de la experimentación posmoderna.

Por Pablo Mendez

Trent Reznor es uno de los compositores que mejor ha interpretado los sonidos de los últimos veinte años. La maquinaria Nine Inch Nails ha forjado el emblema del sonido imperante en la música de tenor heavy con la utilización de la tecnología como arma fundamental más allá de los instrumentos de manejo artesanal, léase guitarra, bajo y batería. Las implicancias sintéticas, los loops devastadores, los yeites computarizados son la marca registrada de una banda (de Reznor en particular) que no abusan sino para una lógica compositiva.

Hesitation Marks compromete estas características hasta devolverlas a su origen, la simpleza a la orden de la manufactura cancionera. Disco que extiende sus catorce tracks (y los tres remixes del disco 2) en la alquimia originada en un ordenador, el recipiente que contiene el vómito creativo de Reznor. En más de una oportunidad se lo ha catalogado de genio, en más de una oportunidad han recalado en él para la creación de los ambientes de películas de densa psicología. Es conocida su colaboración con el otro genio que ha obtenido de la oscuridad interior del hombre su exposición artística: el gran David Lynch, maestro visual de las tribulaciones incomprensibles. Es inevitable vincular este disco como base de cualquier imagen, el orden creador pareciera tener su génesis en las apariciones oníricas que lamen por la noche el hemisferio derecho de Reznor.

El disco comienza y culmina con decisiva obsesión instrumental, “The Eater of Dreams”  y “Black Noise”. “Copy of a”es la repetición enferma de una reflexión existencial: todos somos una copia de una copia. Y los sonidos así se manifiestan, trozos de melodías se imitan a sí mismos para generar el ensamble perfecto del mensaje.

“Came Back Haunted”, “Dissapointed”, “Various Methods Of Scape”, “Running” y “In Two” figuran con el sello de la discografía anterior de Nine Inch Nails, fugas seculares de oscuridad que entorpecidas por lo extremo del ruido (en este caso en particular el ruido sin la intención peyorativa), alcanzan un clímax al borde de la locura. “All Time Low”, y “Satellite”  emanan secuencias de pop/soul al estilo Prince macerado en la masa sonora industrial y apocalíptica. “I Would for You” escala hasta la apoteosis del himno de época, aún en tiempos donde los himnos dejaron paso al estribillo estéril. “Find my Way” es la canción que mejor explora fuera de la razón del género, tema más acodado al público intermitente de radio sin obviar al selecto grupo que mantiene el fanatismo. “Everything”es una sorpresa dentro de la introspección que siempre aglutina Nine Inch Nails. Un hit que se pasea por la base punk, merodea en la locura industrial y estima su atractivo en un estribillo entre el The Cult más comercial y en  la esencia de The Cure.

Más abierto que otros álbumes, menos expuesto a la necedad crítica, Hesitation Marks corre con ventaja para convertirse en uno de los discos que más aplausos y alabanzas tendrá. Es hora que se tome a Trent Reznor como uno de los compositores más influyentes post Kurt Cobain.//z

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