El 20 de octubre fue la fecha que vio nacer el ciclo Club de la Muerte en el Salón Pueyrredón. Bandas del Under cada vez más emergentes como Banda de la Muerte, Sick Porky y El Perrodiablo destilaron puro poder y Rock. Tras ellos, Dj El Sicodélico tomó la posta y pasó unas músicas para que la fiesta continúe hasta largas horas de la madrugada.

Por Mauro D’Angelo

Fotos por Flor Videgain

 

Los encargados de abrir el evento fueron los platenses El Perrodiablo. Con una propuesta de Rock old School, sin vueltas, divertida y al frente, desplegaron temas de sus obras principalmente de El Espíritu, su última placa. Entre medio del baile hipnótico de las niñas, Doma (la fusión de Mick Jagger y Pil Trafa de Violadores, con la suma del histrionismo de Iggy Pop) fue el encargado de prender fuego el recinto aún no colmado en su capacidad. Yendo de una punta a la otra, danzando, sacudiendo a aquellos espectadores aún adormecidos al ritmo del coro “esto está lleno de putos” del tema “Malas Preguntas”. Desafiando a todos, mostrándoles el culo, agarrándose los huevos, trepándose a las cajas del audio y a la barra del Círculo. Los demás perros desde el escenario acompañaron no sólo en cuanto a lo musical sino también mediante lenguaje corporal, esa postura intransigente. Desparpajo y desfachatez que de ningún modo pasaron desapercibidos, presentes en temas como “Estallando” o “El Monje Negro” ¡¡¡Sudor y Rock n’ Roll, viejo!!!

La segunda banda: Sick Porky. Entre humo y luces enceguecedoras se divisaban sus figuras. Con un estruendo corrosivo y seco, dieron paso a un listado de temas que repitieron esa identidad, un bloque sólido rockero de sonido opresivo con tintes de metal bien marcado desde las bases, machaques y solos firmemente acoplados. El Cerdo más enfermo de la escena se presentó ya por segunda vez con una tercera viola en la formación, la Flyng V de Chicho. Los mismos repasaron temas de toda su discografía, y transformaron al recinto en un gran chiquero sonoro, especialmente con “Pura Sangre”, “Lo Peor de mí” y “Hordax”, con el cual cerraron su set. Ni las lesiones de futbol privaron a los muchachos de su asistencia al show, como Jeremías, uno de los violeros, recordó en un momento. Entre tema y tema se dieron la libertad de bromear e incluso pedirle matrimonio a los Banda de la Muerte en forma de agradecimiento por la invitación. La tranquilidad que da el disfrute fue la rúbrica de un show que dejó a todos con ganas de más temas porcinos.

Finalmente, el turno de los Banda de la Muerte. Fieles a su estilo abrieron el gig de manera enérgica con “El Miedo”, tema de su última producción Pulso de una mente maldita. Con un pie en retorno, Xon alentaba a la fiesta mientras que a su lado Leo, a lo largo de todo el show, tiró infinidad de patadas al aire y tomaba cualquier tipo de elementos para sacar sonidos de sus seis cuerdas, como su visera o una lata de cerveza para hacer el slide. Entre los temas dieron a conocer una perla nueva de lo que será su próxima producción, un disco de reversiones de temas de los años setenta de Rock Nacional llamado La Sarna del Viento, de Contraluz. Con cortes violentos y rítmicas ciclotímicas (lo que ya es leitmotiv en sus composiciones), lograron imprimirle a ese clásico su propio sello. La frutilla del postre fue la participación de Gonzalo Villagra, ex Natas, para tocar el tema “Hombre Muerto Caminando”, llevándose la ovación de los allí presentes. Nico Foresi al volver a escenario tira un “¿y ahora qué hago?” lo que despertó más de una sonrisa. La Guadaña una vez más destrozó todo lo que se le cruzó en el espacio-tiempo.

Una vez corridas las cortinas quien tomó las riendas de la celebración fue DJ El Sicodélico. Abrió su repertorio vinílico con “Sick, Sick, Sick” de Queens of the Stone Age, a lo mejor influenciado por lo que se vivió a lo largo de las tres presentaciones realmente enfermas. De esta manera se daba por cerrado lo que fue la primera edición de una fiesta que esperemos se pueda repetir asiduamente en un futuro no muy lejano. Las tres bandas con estilos diferentes y muy personales pudieron desplegar sus potencialidades y carisma en un lugar que, más allá de pequeñas y reducidas dificultades sonoras, estuvo por encima de las expectativas.