Boom Boom Kid cerró el año en Groove en un recital con muchos recuerdos de la adolescencia eterna que tanto nos gusta.

Crónica y fotos por Gonzalo Penas

Navidad y Domingo. Dos potencias se juntaron por orden del calendario. Un cocktail que puede ser fatal o maravilloso según cómo uno lo maneje. Por suerte, Boom Boom Kid toca siempre el último domingo del año para cerrarlo y por qué no, para hacer la previa de lo que serán los shows del verano. La suerte esta vez estuvo de nuestro lado. No, la suerte no: la música, una vez más, fue la medicina perfecta y el regalo navideño.

Cuando la tarde comenzaba a caer, muchos de los niños eternos que seguían a Fun People se empezaron a agrupar en la puerta de Groove que tenía dos filas: una para los que tenían entradas y otra para los que aun no la habían comprado. Las puertas se abrieron una hora más tarde y la gente empezó a pasar toda junta, los que ya tenían la entrada y los que recién la estaban sacando, ingresaban juntos al lugar que de a poco se fue llenando.

El recital empezó pasadas las 22 con el clásico “Okey Dokey” seguido de dos canciones del último disco de estudio (Frisbee, 2011) “Del absoluto vacío surge este capricho” e “Y el hospice burning”. Pese a que la temperatura de este Diciembre no tiene nada que ver con el verano que solemos conocer, adentro de Groove hacía un calor digno de un verano punk. Esto lo consigue BBK en cada show, tan al palo como siempre. No se puede ir a un recital de él sin ganas de saltar durante una hora y media o de “abrazar, gritar y sonreír”, como dice “Lo único feo es no tener por qué vivir”, tema de Frisbee que ya es una de las canciones que el público reconoce apenas comienza la intro de guitarra y se vuelca al escenario. Hay una gran diferencia igual en este escenario al de aquellos encuentros HC-Punks de los noventa: ya no es tan fácil llegar y subirse. La cantidad de seguridad que hay entre la valla y el escenario (y la altura que tiene el mismo) hace que BBK sea quien tenga que ayudar a quien quieran subirse. En más de una vez tironeó a un chico con uno de los muchachos de seguridad para que lo dejara subir. Más aun, en medio de un tema, paró de cantar y le dijo un claro “no los golpeen” luego de que con el pogo, smosh y slam característico, a un chico lo hayan sacado a la fuerza del smosh. “Yo sé que están trabajando y está muy bien, pero hagan todo con amor, con cuidado. Saquen a los chicos con amor. Y ustedes, que son un público muy especial, ténganle paciencia también a los de seguridad”, dijo BBK (o Nekro, o Il Carlo o simplemente Carlos).

Hubo temas de casi todos los discos. El glorioso “Take my hand” de The many many mooods (2005), canción con la cual es imposible quedarse quieto y no ponerse a bailar, como también clásicos de Smiles from Chappanoland (2004) como “She Runaway”, “Perfume de vos” o “Dirty connections”. El público no paró de hacer smosh por un segundo por más de lo difícil que resultaba llegar al escenario. Otras canciones que hacen bailar y saltar hasta que uno no pueda más es “Pon tu corazón en la música” o “Sólo mis gatos me comprenden así que Sayonara adiós”, ambos de Frisbee con riffs más que pegadizos y simpáticos. De este disco también tocó “La espina” con la maravillosa frase “horrible es la mano del hombre que oprime las manos del hombre”.

Hubo varios covers de Fun People que emocionó a muchos y les partió la cabeza a otros. Además de tocar las que suelen tocar, como “Anabelle” (Anesthesia, 1995) o Not the same (Todo niñ@ sensible sabrá de qué estamos hablando, 1997), también el grupo interpretó “Touch me” (Angustia no, no, 2000) y “End of the world” seguida de “Kiss me” (Kum Kum, 1996) tal vez estas últimas tres hayan sido las sorpresas de la noche, las que desataron un pogo cargado de nostalgia sensible y sentida, especial para un domingo navideño.

Es normal que BBK se pierda en medio de alguna letra o introduzca un grito de más en algún lugar donde no iba. Pasa que las canciones las tocan tres veces más rápido que en los discos, a tal punto que a veces se hace imposible seguirlas. No obstante, todo se soluciona con BBK tirándose al público (lo habrá hecho 3 o 4 veces) a tal punto que terminó con la remera destrozada. En uno de esos “piletazos” al público, BBK se trepó por las barandas de las escaleras de los costados de Groove pero se quedó triste porque no pudo llegar hasta la Avenida Santa Fe. Luego de tocar “Julio”, “Brick by Brick” y “20 años”, mientras la banda seguía tocando, BBK agarró una especie de tabla de surf y se mandó a surfear entre el público y esta vez sí llegó hasta la puerta. Cuando logró volver a subirse al escenario luego de algunos minutos surfeando entre el mar de gente, agradeció y se fue. Era casi la medianoche, la navidad se terminaba con un excelente recital de Boom Boom Kid, como ya nos tiene acostumbrados desde hace años. Tranquilo, todos los niños sensibles sabemos de qué está hablando.