En Monomania, su sexto disco de estudio, Deerhunter busca dar el gran salto para alcanzar el clamor popular.
Por Damián Jarpa
Es díficil seguir el ritmo de Bradford Cox, guitarrista y cantante de Deerhunter. Cuando no está concentrado en el grupo, se encarga de su ambicioso proyecto solista Atlas Sound, que consta básicamente de él solo con una guitarra electroacústica y un arsenal de pedales de efecto, focalizado en la música ambiental y abstracta.
Los muchachos de Deerhunter siempre han gozado de una constante credibilidad dentro del ambiente del underground americano. Por lo tanto es natural que después de tantos años, estén en búsqueda de un sonido más digerible, expansivo y con la voluntad de que más gente los escuche. Es por eso que desde 2010, lanzan sus discos bajo el legendario sello inglés 4AD, que ha sido la cuna de bandas menesteres por los años ochenta como Cocteau Twins y Pixies.
El álbum comienza con “Neon Junkyard”; borrosa, salpicada por la saturación y mugre sobre todo focalizadas en las voces, una característica que va a estar presente en la mayoría de las canciones del disco.
“Leather jacket II” es desprolija, claustrofóbica. Está adornada con veloces y nerviosos punteos, acoples y capas de voces que se repiten en delay las cuales le dan un marco casi hipnótico a la canción. “The Missing”, eficaz e intensa, es una composición del guitarrista Locket Pundt (quien además es el líder de los shoegazers Lotus Plaza) que se presenta delicada pero construida con pocos recursos: unos simples acordes exentos de distorsión y un estribillo de ensueño con letras que invitan a la reflexión. Por un momento no parece congeniar con el resto del disco pero representa una bocanada de aire fresco contrastada con las canciones de Bradford Cox en el resto del disco, que por momentos puede resultar un tornado emocional que parece ir demasiado lejos.
En “Pensacola” aparecen chispazos de country, donde la estrella de la canción es la inclusión de un intrépido lapsteel. “Back to the Middle”, es probablemente la canción más amigable del disco, siguiendo a rajatabla el formato canción “pop” con un estribillo decorado con un tímido piano que abarca la turbulenta relación con el amor. “Dream Captain” es un viaje a los sueños retorcidos y oscuros de Cox. La catarsis de sus más profundos miedos, enfermizos, delirios psicóticos, donde reclama por sobre todas las cosas que alguien cuide de su frágil existencia. Cruda y profunda.
Monomania representa una versión sintetizada de la carrera de Deerhunter, dejando casi por completo las guitarras acústicas y sonidos pastorales que preponderaron en Halcyon Digest (2010) y volviendo un poco más al sonido impredecible y caótico de los primeros años de la banda sin ser ni demasiado pretenciosos ni tediosamente repetitivos. Definitivamente, Bradford Cox está dejando una marca indeleble como una de las mentes más creativas e inquietas de los últimos tiempos.//∆z
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