El último libro de Fabián Casas descoloca al lector con sus reflexiones sobre grandes personajes que van desde Roberto Bolaño hasta Ricardo Fort. La heterogeneidad predomina en esta recopilación de ensayos que se acercan al lector desde la cotidianeidad y rompen con las expectativas tradicionales de “literatura”.
Por Nathalie Jarast
Fabián Casas se presenta como un enfant terrible, perteneciente a la generación de escritores de cuarenta y tantos que buscan romper con los esquemas preestablecidos de la literatura del canon. Con Breves apuntes de autoayuda, Casas reafirma su posición tanto desde el contenido de esta suerte de ensayos, como desde la forma. Sus palabras sobre Maradona, Roberto Bolaño o Ricardo Fort se asemejan mucho más a una charla de café que al género ensayístico propiamente dicho.
El autor juega con las concepciones tradicionales de la escritura, lo literario y sus actores. Las critica, las da vuelta y las vuelve a poner en su lugar. No hay solemnidad en la escritura de Casas, sino libre albedrío. Según él, el don del escritor está sobreestimado. “La inteligencia es algo que puede tener cualquiera”, dice. Por el contrario, Casas enfatiza su sensibilidad, y recuerda con nostalgia a algunos colegas. En relación a Fogwill, escribe: “Ahora digo que toda su obra -que es grande- no le llega ni a los talones a él. No extraño sus cuentos, no extraño que no escriba más, que no vaya a leer cosas nuevas suyas. Extraño su voz, su risa. Su generosidad. Su mal genio”.
Frente al boom de los libros de autoayuda, el autor de El spleen de Boedo (2003), Los lemmings (2005) y Ensayos bonsái (2007), se ríe y rescata el día a día. Libros, películas y música se mezclan en el relato, sin mostrar límites perceptibles con la vida cotidiana. Se discute con la pareja qué film ver juntos y con los amigos qué escena hace inolvidable a una novela. El libro en tanto objeto se lee, se ve, se huele. La grandeza y posición aristocrática de la literatura cae una vez más en la prosa del escritor de Boedo.
Sus ideas sobre el arte, la política y la existencia se entrelazan en estos ensayos, que nunca pierden la forma del relato. Al hablar sobre Carver, narra una anécdota de viaje con sus padres cuando era niño. El mago Fantazio y el japonés Uzu también construyen y son construidos en la textualidad del libro. Maradona y el “gordismo” como “esclavo de la representación”; Bolaño como estandarte del segundo boom de la literatura latinoamericana; McCarthy y la escritura trash. El extrañamiento, la ostranenie de la que habla el formalismo ruso, se pone en primer plano en los Breves apuntes. Casas imparte lecciones de teoría literaria y de vida.//∆z