En nuestro país, el trap y sus artistas llegaron a un nivel de masividad como en ningún otro país de habla hispana. En esta nota repasamos ciertos hitos de la escena local que le dieron forma a este fenómeno.
Por Dante Conti
El trap argentino, como género musical en español, tuvo una acogida muy distinta con respecto a España, Chile o Puerto Rico. Los números que cada artista maneja dan cuenta de que Argentina está a un nivel distinto al de los demás.
En ningún otro país los niños imitan los looks de los traperos, se adecúan a un tipo de lenguaje o se ponen a hacer covers caseros de sus temas. Ningún otro país llevó el trap a ser explicado por el periodismo tradicional como sí lo hizo Mario Mactas –aunque, para hacerlo como lo hizo, mejor nada–. Ni siquiera, en otros países de Latinoamérica, se pudo llevar a cabo un festival únicamente dedicado al trap como sí pudo hacerlo Argentina con el Buenos Aires Trap.
Pero, así como la recepción del género fue y es distinta, también lo fue el comienzo del trap como música producida y consumida. En España y Puerto Rico, como ejemplo de potencias si de música urbana se habla, los traperos nunca fueron otra cosa más que músicos que evolucionaron a nuevos sonidos.
El caso más recordado es el del sevillano Zatu, que se inscribió a la Final Nacional de Red Bull Batalla de los Gallos 2005 para promocionar su música. Zatu no fue ni es un freestyler. Usó las batallas como plataforma para darle bombo a su música. La lógica, hace tiempo, era esa. Hoy es bien distinta. Podría decirse que perfectamente al contrario: los freestylers se inscriben a las batallas para aprovechar su alcance masivo y, así, comenzar una faceta musical con una buena base de adeptos, seguidores explícitamente conseguidos gracias a las competencias.
Pero los artistas de trap consolidados de España como C. Tangana, YungBeef o Kinder Malo nunca fueron batalleros. En Argentina, por el contrario, sí. Al repasar los nombres más importantes del género en Argentina, o al menos los que más números mueven, se encuentra que la gran mayoría tuvo un pasado en las batallas de freestyle.
Obie WanShot, uno de los viejos conocidos de la escena trapper en el país, fue campeón de Red Bull Batalla de los Gallos en 2008 y representó a Argentina en México. YSY A, autodenominado el varón del trap, hosteó y creó El Quinto Escalón, la competencia de plaza más importante del mundo en habla hispana. Y es justamente ahí donde los jóvenes artistas argentinos se hicieron un nombre.
Si bien no es posible rotular su música como “trap”, el nombre de Wos comenzó a resonar en El Quinto Escalón. Fun-fact: salió campeón, como debutante, de Batalla de los Gallos en 2017, clasificándose por medio del “Kingto”.
Pero el mito empezó con Duki, precisamente en El Quinto Escalón. Quien fue el autor del primer track de trap argentino pudo hacerlo gracias a haber salido campeón de una fecha de dicha competencia y llevarse una grabación gratuita. Así, “No vendo trap” apareció en 2016 y tuvo un alcance inesperado en pocas semanas. Entonces, Duki y otros vieron en el trap un terreno fértil para explotar.
Midel, Frijo, LitKillah, Dani, Dam, Ecko, YSY A y Trueno se retiraron de las batallas para dedicarse full time a la música. En mayor o menor medida, todos ellos triunfaron. Algunos volvieron a las batallas y también les fue bien. Hoy en día, ambos movimientos van a la par en cuanto a masividad y alcance. Ambos criticados, pues los puristas del hip-hop alegan que ni las batallas ni el trap representan los valores de dicha cultura. Lo cierto es que supieron calar hondo en la gente y se instalaron como un consumo habitual del día a día: un tema de trap para levantar y una batalla para pasar el rato.
Sin embargo, en algún momento los fans de las batallas vieron en el trap una amenaza, algo maligno: todos los que habían marcado, con su impronta, la nueva escuela de batallas de freestyle, se iban para el lado musical y abandonaban lo que les había dado un nombre y relevancia: las batallas.
De hecho, el final de El Quinto Escalón se dio por un choque de intereses entre YSY A y Muphasa: al primero no le cerraba para donde estaba llevando la movida el segundo. Por eso, la última etapa de El Quinto sufrió una bajada de nivel con respecto a la del año anterior, pues los que le habían dado fama al Parque Rivadavia ya no estaban ahí. El trap los había fagocitado.
https://www.youtube.com/watch?v=48_M3IB_VpU
Esto puede entenderse como un fenómeno único. Si bien el freestyle aumentó su convocatoria en la mayoría de países hispanohablantes, ninguno lo hizo como Argentina en ese momento, por eso es que la base de fans de los traperos argentinos era más sólida y consistente que la de los traperos españoles cuando publicaron sus primeras maquetas: porque los argentinos venían con un público que se había acostumbrado a viajar desde cualquier parte de Buenos Aires hacia el Parque Rivadavia.//∆z