La misma noche en la que Justin Bieber abandonaba su show por apenas un dolor estomacal (o eso queremos suponer). Sus coterráneos canadienses, Japandroids, incendiaron el escenario de Niceto Club.

Por Nahuel Ugazio

Fotos de Nadia Guzmán

Japandroids, aquel simpático dúo que nos hizo vibrar primero con Post Nothing (2009), y luego con Celebration Rock (2012), nos visitaba por primera vez, y sin duda, no se trataba de una visita más. El dúo canadiense es uno de los proyectos más interesantes de los últimos años, y la potencia de los shows fue cobrando más notoriedad con el pasar de los años. Ellos mismos hacen culto de sus presentaciones en vivo, así que esta noche, las expectativas eran altas.

Previamente a la presentación principal, y luego del explosivo final de los Santos Wussies, Las Diferencias desplegaba su set de rock setentoso. El trío del oeste se mostró contundente con un show más rockero de lo que nos tienen acostumbrados. Dando prioridad a las canciones de No Termina Más, su disco debut, la banda se vio furiosa y bien al frente pero respetando tiempos y pausas, lo que lograba una buena comunión entre sus canciones. La atmósfera ya estaba dada para lo que todos vinimos a ver.

Así fue como a la hora establecida, Brian King toma su guitarra, David Prowse ocupa su lugar en la batería, bien al frente y casi al borde del escenario. Los Japandroids ya están en posiciones dispuestos a castigar sus instrumentos, pero lo primero que hacen es presentarse. Nos cuentan que este es un show especial para ellos, y no por mera demagogia, sino porque se trata de la última plaza de la gira Celebration Rock, en medio de aplausos de la gente, Brian pide que esta noche “sea una fiesta”. En ese momento suenan los primeros acordes de “Adrenaline Nightshift”, y la celebración comenzaba a caldearse.

Ya en los primeros segundos, Brian King esta desatado. El cantante de Japandroids se retuerce, salta, transpira y escupe para arriba para luego esquivar su propio salivazo. Se arriesga y sale victorioso. Su guitarra es potente, y él es un intérprete brutal. Conoce el sonido de su guitarra y la exprime casi hasta el extremo, aún cayendo en algunos clichés sonoros. Pasan “The boys are leaving town”, canción que abre su primera placa Post Nothing, “Fire’s highway”, otro de los grandes momentos de Celebration Rock y de este show, donde se escucha el grito pelado de la gente.

El dúo hace culto del minimalismo, lo que se ve, a su vez, como una propuesta de arte. Lo podemos apreciar tanto en el arte de tapa de sus discos (tapas idénticas donde lo único q cambia es la foto de ellos y obviamente el título), como en el vivo. Sin más escenografía que una pared de amplificadores, sin caer en complejos efectos de guitarra, logran ser una banda de dos personas que suenan como cinco a fuerza de brutalidad y creatividad.

Entre el emocore de los finales de los noventa, al indierock de Pavement (en el escenario, Brian parecía un Stephen Malkumus en meth), Japandroids demuestra que el escenario es su hogar, están cómodos. Toman birra, juegan con el público, pero no paran de tocar y jugar con sus canciones.

A pesar de que muchas de las miradas iban hacia el guitarrista, la figura de David Prowse no quedo renegada de atención. Su interpretación en la batería es sublime. Su velocidad y pegada es determinante para que el grupo suene como suena, sobre todo en vivo. Lo demuestra en “Evil’s way”, “Younger us” y en “For the love of Ivy”, el cover de The Gun Club, uno de los últimos temas de la noche y  uno de los puntos más altos.

Luego de casi dos horas de show, Japandroids repasó casi toda su corta discografía. La gente se retiró tranquila, con un placentero zumbido en sus oídos, consecuencias de haber visto a una banda incendiaria, en su mejor momento, crudos y bellos.