Only Run, el nuevo disco de Clap Your Hands and Say Yeah se introduce como de costumbre en la profundidad de los sonidos, llegando, casi, a un estado soporífero.

Por Agustín Argento

Baterías con contratiempos, guitarras con chorus y delays, teclados, cientos de teclados, un bajo constante en tónicas, una voz que lleva melodía y armonía a los temas. Todo ello es Only Run, el nuevo disco de Clap Your Hands and Say Yeah. Como si fuera el hijo pródigo de Radiohead, este cuarteto estadounidense experimenta en lo más profundo de la melancolía que busca la alegría.

Un cantante que, por momentos, pareciera desesperarse ante la posibilidad de que la canción termine, apura las letras para ingresar en la métrica de estas canciones muy poco convencionales. El resto de los instrumentos, a veces, suenan como si no tuvieran destino. O sí: el suyo propio. Unidos únicamente por la armonía de sus notas, los tiempos utilizados por cada uno de los músicos suelen estar en contraste.

Kid A, Amnesiac y lo solista de Tom Yorke (incluyendo su experimento Atom for Peace) están a lo largo y ancho del sucesor de Hysterical (2011). Las canciones están todas unidas por sonidos. Así como termina una, empieza la otra. Como si fuera un cachetazo, Only Run aparece en nuestros oídos para desaparecer, justamente, corriendo. Se trata de un disco vertiginoso, que no encuentra freno dentro de su letargo.

Este juego de tiempo convierte a la placa en un trabajo que lleva al sueño. Difícil de digerir en una, dos o tres escuchas. Difícil, también, de encontrar un momento adecuado para reproducirlo. Su constante amague al rock, al cual no llega nunca, invita a uno a la desesperación. Tal vez, teniendo en cuenta la intención del cantante, eso es lo que los estadounidenses buscaban.

Hay dos canciones, dentro de las 10 del repertorio, que salen un poco de la media. “Coming Down”, que empieza con un bajo distorsionado, y “Only Run”, que también arranca con un bajo, pero limpio. Ambas intentan sacar de la modorra al disco; pero, cuando pareciera lograrlo, esa melodía pegadiza se sumerge, otra vez, en el sopor interminable.

La voz, que al comienzo recuerda a Yorke e invita a uno a sumergirse en el mundo de los Clap Your Hands…, sobre la mitad del disco empieza a saturar. Bien llevada a los agudos, cuenta con un registro que se conforma con moverse dentro de los mismos parámetros. Los coros complementan -vaya oxímoron- haciendo lo mismo que la línea principal.

A pesar de la utilización de varios sonidos, entre teclados, guitarras y bajos, los matices están ausentes en Only Run; a no ser por los escasos, y ya mencionados, de los tracks 3 y 6. Al fin y al cabo, este nuevo disco se pierde dentro de la producción e investigación sin dejar lugar al impulso. Como si correr, para los Clap Your Hands… fuera, por el contrario, caminar.

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