Tras un sin fin de EPs y un álbum de recopilaciones, The Flaming Lips edita su nuevo álbum, The Terror.
Por Damián Jarpa
The Flaming Lips es una banda que a lo largo de sus treinta años se caracterizó por mantenerse súper ocupada en sus quehaceres musicales y que últimamente se ha cansado de realizar colaboraciones con músicos tan disímiles como los Lightning Bolt y la excéntrica Ke$ha, una especie de Britney Spears un poco más atrevida. Incluso llegaron a hacer un tema con una duración de 24 horas y, si les queda queda tiempo, se las arreglan también para apadrinar a jóvenes agrupaciones como Neon Indian o Phantogram. Ahora, tras cuatro años de espera –su úlitmo LP es Embryonic, de 2009- Flaming Lips reaparece con nuevo disco, The Terror.
El álbum comienza con “Be free a way”, y un incipiente sintetizador a cuestas que genera sonidos de los más tenebrosos y oscuros que se conozcan de Flaming Lips, su letra también refleja el idiosincrático y absurdo sentido del humor de Wayne Coyne, que tiene su origen en hechos científicos o la fantasía. En cambio “Try To explain” es enfermiza, tediosamente lenta y combina inteligentemente elementos hipnóticos minimalistas que hacen de este tema una exquisitez ambiental.
“Butterfly (How long It takes to Die)” es el único momento en que la batería se transforma en un instrumento preponderante. La susurrante voz de Coyne convierte a la canción en un pasaje de lo más desconcertante con la creación de una atmósfera de samples y moogs que lo elevan al oyente a un estado de trance profundo. Por su parte, “You Lust” es una odisea de trece minutos, que empieza con un ritmo vigoroso y repetitivo que se torna desprolijo por momentos, con un par de acoples y efectos de guitarra que interfieren en el medio. Vale aclarar que esta canción cuenta con la participación de los ascendentes neoyorquinos de Phantogram. En “Always There…in Our Hearts”, probablemente el mejor momento del álbum, se escucha de fondo una batería electrónica monótona que genera un clima de tensión, con un final abrumador, momento en que la voz de Wayne Coyne se evapora en un registro más profundo, para que su voz funcione como un tranquilizante.
El disco es amorfo. No se detectan “hits” o temas radialmente amigables, como en sus anteriores discos. De todas maneras, es innegable el hecho de que hayan superado con mucha altura el gran éxito que significó en su momento el lanzamiento de The Soft Bulletin (1999), que marcó un quiebre importante en lo que la banda venía haciendo hasta ese entonces, ya dejando de lado por completo la imagen de aquellos perdedores/vagos que tan bien supieron representar en los viejos tiempos. El 2002 los encontró con el lanzamiento de Yoshimi battles the Pink Robots, que también se convirtió en un éxito absorbido por las masas. Lo cual significó que ellos trabajen de estrellas de rock 24 horas al día, 7 días a la semana.
Pero fundamentalmente es menester destacar que la capacidad creativa de Flaming Lips sigue más fértil que nunca, provocando una (tal vez) desagradable sorpresa a quienes escuchen este disco y, dado que el sonido que les permitió conquistar el clamor popular ha casi desaparecido por completo. The Terror deja en claro que aún tienen intenciones de expandir sus horizontes y articular un nuevo paradigma musical sin importar que digan sus “nuevos” seguidores que quedarán, como mínimo, desconcertados.//∆z
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