Señoras y señores esto es Spiritualized en Teatro Vorterix: un show sublime de Jason Pierce y su banda, vigente en el noble oficio de colgarnos de la nube.

Por Matías Roveta
Fotos de Nadia Guzmán

Jason Pierce se pasó buena parte de su carrera flotando en el espacio sobre la base de un rock psicodélico, climático y de raíz negra, lleno de arreglos y tintes sinfónicos, que obligan al oyente a una escucha profunda y comprometida: sumergirse en las infinitas capas de esa música excelsa es lo más cercano a un tripque alguien puede lograr sin consumir ninguna sustancia. Como para dejar en claro cuál es el efecto que persigue, Pierce llegó a publicar una edición super deluxe deLadies and Gentlemen We Are Floating in Space (1997), la obra maestra de neo psicodelia de su grupo Spiritualized, que habla por sí sola: el packaging simula una caja de medicamentos con los 12 tracks envueltos como pastillas en dos tabletas que vienen con un librito con diseño de prescripción médica. Por todo esto es que la vuelta de Pierce al país al frente de Spiritualized -pero esta vez en formato desenchufado, el Acoustic Mainlines– podía generar cierto asombro y, sobre todo, incertidumbre: verlo tan despojado sobre un escenario, armado solo con una guitarra acústica y sin las habituales descargas eléctricas planteaba varios interrogantes en la previa.

Lo cierto es que bastaron tan solo unos breves acordes para que el tipo disipara todas las dudas y su show en el Teatro Vorterix fue una maravilla de punta a punta. Un poco de esfuerzo para cambiar por un rato de chip y dejar prejuicios de lado, puede ser, fue necesario para el disfrute: entender que, más allá de la etiqueta, se trataba prácticamente de otra banda y que, fundamentalmente, su música no pierde ni un gramo de potencia más allá de las mutaciones. La balada darkie con tintes britpoperos “Sitting on Fire” abrió la noche y el himno gospel “Lord Let it Rain on Me” desplegó en seguida el abanico de sonidos que fueron una constante: Jason con su guitarra acústica y las permanentes referencias a Dios puestas en su voz cascada y personalísima, Tony “Doggen” Foster (fiel ladero de Pierce en Spiritualized) aportando sutilezas con su Fender Rhodes y su armónica, un cuarteto de cuerdas generando climas celestiales y el coro gospel apelando a juegos armónicos con el cantante al potenciar los estribillos. “True Love Will Find You in the End”, tercera en la lista, puede servir para explicar todo esto: experimentar con drogas durante décadas deja secuelas y, luego de una feroz internación por problemas en su hígado en 2012, Pierce decidió volver de a poco e hizo algunos shows íntimos y acústicos junto al autor de esta canción: Daniel Johnston.

Las versiones folkies con, otra vez, referencias a Dios de “Walking with Jesus” (cover de Spacemen 3, la primer banda de Pierce) o “Amen”, sirvieron de ejemplo para describir cierto efecto Unplugged de Nirvana como una de las grandes características del show: detrás del ruido y la distorsión típica de Spiritualized en vivo, siempre hubo grandes melodías esperando a ser encontradas. La clave está en cómo este formato austero de Spiritualized está pensado para cuidar lo detalles, para realzar la belleza, y un ejemplo puede ser el caso de Doggen: habituado a tocar solos de guitarra desenfrenados con su monumental pedalera de efectos, ahora se aboca a decorar las canciones con su piano eléctrico y su armónica, inundando todo con un toque sureño. El hilo conductor es, sin dudas, el gospel: por momentos aceleró y fue bailable (“Soul on Fire”), más downtempo (“Stop Your Crying”, “Cool Waves”), se acercó al blues (“Lord Can You Hear Me”) y al funk: la genial “I Think I’m in Love”, con su groove irresistible que incluyó palmas (el Vorterix como una Iglesia aforamericana con misa lisérgica dentro) y ese gran coro en contrapunto con Pierce y letra en español (“Creo que es amor”).

También, hubo lugar para la frágil balada “Feel So Sad”, el sinfonismo espacial de “Going Down Slow”, más “Mama Said”, “Anything More” y dos momentos que trajeron de nuevo al gran Ladies… a escena: primero, con la dolorosa “Broken Heart” y la posible referencia a la tecladista original de Spiritualized Kate Radley (quien era pareja de Pierce y lo dejó para casarse con Richard Ashcroft, líder de The Verve) y, luego, con “Ladies and Gentlemen We Are Floating in Space” y su brillante coda con “Can’t Help Falling in Love” de Elvis. El cierre, con “Goodnight goodnight”, fue más que apropiado: una especie de canción de cuna con onda que despidió al público y lo mandó a dormir con la panza llena y la certeza de que Jason Pierce puede cambiar de piel, pero su música sigue siendo sublime.//z

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