Un exceso de femineidad fue la puerta de entrada al Festival Pepsi Music 2012. Tras la ausencia de la banda inglesa Kasabian, las encargadas de la inauguración fueron Garbage, Gossip y Best Coast, quienes lejos de la “debilidad” que su sexo suscita, proporcionaron un arranque enérgico y maravilloso.

Por Estefanía Lestanquet

Foto de Candela Gallo

La histeria festivalera renace en el último tramo del año para los argentinos. En este caso, el ya famoso Pepsi Music contó con una característica especial: la baja cantidad de testosterona arriba del escenario en las fechas internacionales. Y si de sensualidad se habla, el jueves la hubo en demasía. Al tener por primera vez en el país a Bethany Cosentino con su Best Coast; a la excéntrica Beth Ditto en Gossip, y -luego de años de espera- a una siempre joven Shirley Manson, con una de las mejores bandas que nos regalaron los años noventa: Garbage.

En el ocaso de la tarde, una rubia californiana, carente de carisma pero no de talento, calmaría con sus acordes a la crueldad de la espera. De este modo sonarían las viscerales canciones de Best Coast. Su folk y la melancolía de sus letras se llevaron aplausos y más de un nuevo seguidor. Despojados de todo tipo de ornamento, tanto en el escenario como en sus vestimentas, los americanos comenzaron su set con “When The Sun Don`t Shine”, perteneciente al primer disco de estudio de la banda. A este le siguieron más de una decena de temas, en su mayoría pertenecientes a The Only Place, el último y más abatido disco de los californianos, donde la cara de Bethany expresa la misma nostalgia que tuvo al momento de escribirlo. En el final, con “When I’m With You” y “Boyfriend”, la rubia no dijo más que gracias, pero con eso bastaba, sus letras ya habían dicho demasiado.

Cuando las canciones de amor se apagaban en el escenario uno, las pistas se prendían en el dos. Por fin tuvimos a Gossip y a la inigualable Beth Ditto entre nosotros. La misma que antes de comenzar con su gracia pidió perdón por no haber venido antes (la banda canceló un show el año pasado), sellando la disculpa con un balbuceado “Te Quiero”. Descalza y con un vestido negro apretado, acorde a su exhuberancia, la cantante hizo alarde de su magnifica voz, superando toda expectativa que podíamos traer de escuchar sus discos. Empezando con “Love Long Distance”, este grupo que no entiende de límites ni de géneros, dio uno de los mejores shows posibles en el festival.

Nueve temas les bastaron a Gossip para tener al público a sus pies. Con versiones entrelazadas, “Listen Up!” con “Bad Romance”, de Lady Gaga, y “Standing In The Way Of Control” junto al clásico “Smells Like Teen Spirit”, u otras en versiones menos electrónicas, cómo “Perfect World” y “Get A Job”. Mientras la bandera del orgullo gay, regalo de “su gente”, flameaba al compás de la música, Ditto fue ama y señora en sus módicos cincuenta minutos de protagonismo. Satirizó con cualquier regalo que le lanzaron -entre ellos una pastilla gigante que agradeció con picardía-, regaló besos por doquier y hasta terminó nadando entre la gente, con una energía y perspicacia que un adonis no podría igualar.

El último show de la jornada no era para ellos, pero mejor que así lo fue. Pocos minutos habían pasado de las diez de la noche cuando, frente a nosotros, una mujer nos dejaría a todos sin aliento. Diecisiete años tuvieron que esperar los argentinos para tener finalmente a Garbage en un escenario y, sepan disculpar los fans de Kasabian, la ausencia de los ingleses fue la mejor causa para poder disfrutarlos mucho más de lo estipulado. Shirley parece tener 46 años sólo en su pasaporte, mientras que Butch, Steve y Duke la rockean mejor que a los 20.

Con una capa negra, la dominatriz, se presentó ante un público que le perdonó el no haber sido tenido en cuenta años atrás en el momento exacto que ella dejó salir la primer estrofa de “Supervixen” de su paladar. La lista siguió con “I’m Think I’m Paranoid”, “Queer” y “Stupid Girl”. En este último, la colorada le dio la orden a las miles de personas, que formaban parte de su harén, de hacer los coros. Este revivir de la última década del milenio pasado trajo más lujuria que melancolía. Garbage estaba de nuevo y con la misma fuerza que nos cautivó años atrás.

El liderazgo de Manson es evidente, en sus dos horas de show su histrionismo parecía no tener fin. Corría por el escenario y  hacía flexiones con sus brazos sin que su voz en ningún momento le juegue una mala pasada. De esta forma siguió con temas míticos como “Push It”, “I’m Only Happy When It Rains” o “Special”, sin olvidar sus últimas firmas con “The One” y “Blood For Poppies”.

Nada le faltó al show, ni la ya trillada “No Llores Por Mi Argentina”, canción que le enseñaron a Shirley a los 8 años en su escuela de canto. Pero el final había llegado con una versión de “You Look So Fine” desgarradora para esta ocasión, donde la cantante no para de repetir “The Happy End”, premisa que se cumpliría al pie de la letra. La deuda había sido saldada con creces por parte de Garbage y, en conjunto, “la noche de mujeres” en Puerto Madero dejó la certeza de que si hay algo débil en este mundo, justamente no son ellas.