Casi Farsante es el tercer disco del grupo orquesta Chillan Las Bestias. La banda, que tiene parte de su alineación en Argentina y otra parte en Uruguay, relata lo que sucede en ambas orillas del Río de la Plata.

Por Carlos Noro

Foto de portada: Martin Darksoul

Roberto Arlt volcó pequeños recortes magistrales de la Buenos Aires de los años treinta en sus Aguafuertes Porteñas. Mirar con curiosidad y perspicacia con otros ojos fue la principal herramienta que utilizó para construir esos grabados literarios.

Casi Farsante, el tercer disco de Chillan Las Bestias, presenta de alguna manera una dimensión artliana y, a la vez, personal. Un gesto literario, poético y musical que construye una mirada propia y rioplatense de una ciudad a veces real, a veces imaginaria. Pero siempre oscura y lluviosa, con la esperanza de que en algún momento termine de escampar.

La voz del poeta, escritor y dibujante uruguayo Pedro Dalton arrastra una cadencia tanguera y roquera “de acá”. Propone una subjetividad cruda y pasional que no teme mostrar las propias cicatrices. Dalton es un flâneur que vagabundea con un pie en Montevideo y otro en Buenos Aires, que trata de encontrar sensaciones, sentimientos y explicaciones. Su recorrido genera más preguntas que respuestas, porque su propia clave son las mismas canciones.

El grupo está compuesto por Franco Varise (piano y órganos), Pablo Ferrajuolo (bajo), Luis Fillipelli (guitarra), José Navarro (batería) y Marcos Camisani (violín), a los que se les suma Marcelo Fernández, hermano de Pedro, en guitarra acústica. Musicalmente, este disco logra amalgamar una rara construcción artesanal y orgánica de las canciones. La virtud del grupo fue construir un disco de rock en el que el piano y el violín protagonizan la mayoría de las canciones que están más cerca de los sonidos acústicos que de los vendavales eléctricos. Tal vez, una virtud heredada en parte por el paso de la mayoría de los integrantes por Ángela Tullida, otra banda inclasificable

Hay algo de la oscuridad del post punk más sórdido o de los momentos más densos de los ochentas en las canciones. Aunque canciones como “C.a.B.a” permiten entender qué limites busca forzar la propuesta de CHLB. En la belleza lúgubre para describir la ciudad (“Silba el tren/tiembla el riel/la ciudad llora hoy”) Dalton canta de manera descarnada para implorar que todo cambie. Hay una tensión manifiesta que está endeudada tanto con el tango como como con el rock oscuro y ominoso. En ese recoveco se sitúa la banda para sonar en algunos momentos desgarradora: la emotiva “Hangar” que funciona como homenaje a Marcelo “Chacha” Chiachiare, guitarrista de la banda fallecido en 2017. En otros, construye una mirada existencialista de la soledad, como en “La Vía”, o se envuelve en un halo melancólico, en “Hábito al Piano”. En todas, la sensación de viejo bar, humo y alcohol aromatiza las melodías y genera una impronta callejera, vital y sentida que es marca registrada de cada momento.

Entonces, no parece casual que la canción que da nombre al disco, “Casi Farsante”, maneje una idea de tensión melancólica en lo que parece una milonga modelo 2020. “Un día se siente mal, otro se siente mal” canta irónicamente Dalton para contar la historia de un personaje “Elegante, siniestro, vestido de farsante”. El piano es el que maneja con maestría la potencia de una canción que relata lo inevitable del destino. Es el momento que permite entender la impronta conceptual y musical del disco. Para continuar esta idea de “un mundo farsante”, el cierre del disco se sitúa en una clara dimensión descarnada de la subjetividad que pasa por estados como la omnipotencia y la posterior caída en “Cuervos de Acero”, los estados lisérgicos con “El porrazo” y finalmente lo vertiginoso de la ansiedad que resulta irresistible en “Sin Casco”, un cierre que mantiene una tensión que no descansa pero que redime. 

El disco da cierre a la trilogía de los animales humanizados: los anteriores fueron La Vaca y el Mono y este es el Cuervo. La impresión es que CHLB logró la mejor fotografía de las obsesiones, ansiedades, angustias y sufrimientos de la urbanidad porteña. Tal vez sirva para buscar la propia redención. //∆z 

Foto: Martin Darksoul