Blatt & Ríos editó Cerdos & Porteños, una antología sin desperdicio que reúne las notas que escribió Osvaldo Baigorria en los ochenta. Lectura obligatoria para la nueva camada de periodistas nacionales.
Por Joel Vargas
«“El que te dice que se acuerda de lo que vivió en los ochenta te está chamuyando”, me dijo un tipo en una de esas sesiones maratónicas de los cafés porteños. Caldo de cultivo del opinólogo nacional. El imaginario del reviente ochentoso es lo primero que se le cruza por la cabeza al argentino promedio. Drogas, sexo y rock and roll. Libertinaje.»
«“No es así maestro”, le retruqué. Le canté la posta. Le dije que existen tipos que dejaron documentos de una de las décadas más activas en lo que se refiere al arte, periodismo y luchas sociales. “Militantes de todo” me contestó el pavote, un cincuentón que decía que había viajado alguna vez en limusina con García. Blasfemia. Hay que dejar de lado ese significante de los ochenta, no digo que no hubo sexo, drogas y rock and roll, hubo muchas cosas más.»
¿Quiénes son los referentes del periodismo alternativo de los ochenta? Repasemos, algunos te tiran Enrique Symns, héroe del whisky y outsider, creador de Cerdos & Peces, la mítica revista de la que tanto ya se ha hablado. Otros te dicen Gabriel Levinas, rara avis del periodismo argentino, un mutante asintomático, alma mater de El Porteño. Y otros Jorge Lanata, fundador de Página 12. A esa lista hay que sumarle a Osvaldo Baigorria, con un trabajo de hormiga como freelancer para ganarse el pan y pelearle a la contra desde Cerdos & Peces y El Porteño impuso su estilo directo y sin vueltas. Blatt & Ríos hace unos meses editó Cerdos & Porteños, una antología que reúne todas sus notas escritas en esos dos medios en el periodo 84-87.
Este libro es un termómetro de la “primavera alfonsinista”. Al repasar las hojas nos encontramos con temas que son muy actuales: igualdad de género, la lucha del colectivo LGTBI, la cosificación de la mujer y el avance del capitalismo salvaje, resistencia y revuelta.
Hay que prestarle atención a la cocina de cada nota, Baigorria cuenta con detalles cómo las concibió, las fuentes a las que recurrió, toda información de primera mano. Un tratamiento fenomenal de la producción periodística. No hay “periodismo haiku”, se profundiza cada tema. Tampoco hay refritos, no se chorea de otro lado. No había Google, principal herramienta del periodismo actual. En una época donde pululan tales hábitos en las nuevas camadas de periodistas nacionales esta antología tiene que ser de lectura obligatoria, son lecciones.//∆z