Favorable debut para el actor devenido director Joel Edgerton, que alcanza niveles insospechados de suspenso en The Gift, su ópera prima.
Por Martín Escribano
“El pasado no resuelto es presente”. La frase, que se escucha habitualmente en el mundillo psi, adquiere para Gordo (Joel Edgerton) un cariz literal, con la salvedad de que este pasado no deviene un presente sino varios. Luego de un encuentro ¿azaroso? con su excompañero de la secundaria Simon (Jason Bateman) y su esposa Robyn (Rebecca Hall), Gordo inicia una secuencia de visitas al hogar de la feliz pareja siempre de la mano de algún obsequio, como una botella de vino o alimento para los peces del estanque.
Los planos iniciales de The Gift, primer largometraje de Joel Edgerton cuya carrera como director se limitaba apenas a dos cortos, son premonitorios. Muestran los distintos ambientes, todavía vacíos, de la casa donde se mudarán Simon y Robyn. Los planos fijos, sin embargo, se ven perturbados por un leve zoom. La cámara se hace presente porque, efectivamente, ya hay algo allí antes de que lleguen. Y quizás sea una paradoja pero eso que ya está ahí, acechando, es lo que ellos mismos traen.
En la historia de ella hay una pérdida; en la de él, un ascenso. La mudanza marca un cambio en más de un sentido, pero la aparición de Gordo hará obstáculo. Será el camino de ida al sótano donde vive la madre muerta de Norman Bates, al armario de Poltergeist, al aljibe de La llamada o al ático de Insidious, será, en fin, la llave que abra la puerta al cuartito tan temido de lo reprimido. Y, como siempre ocurre, no hay vuelta atrás una vez que se convoca a los demonios.
Así y todo, hay en The Gift más suspenso que terror. Tiene mucho, también, de drama intimista y este cruce de géneros se evidencia en la evolución de ese terceto admirable que conforman Bateman, Hall y Edgerton. Los efectos ominosos de la repetición, obsequio tras obsequio, se traducen en la gestualidad de la pareja. Su rutina se horada lenta pero irreversiblemente.
Con algún toque de la Se7en de David Fincher (el último obsequio cierra la serie como el último de los pecados de John Doe), un protagonista a la Una historia violenta de Cronenberg, y un pequeño guiño a El resplandor, The Gift sale victoriosa porque hace lo que toda película de suspenso debería hacer: no caer en el exceso.
Siempre suma ver en pantalla grande a los talentosos de la TV como Wendell Pierce (The Wire) y Allison Tolman (Fargo) pero los que demuestran poseer una versatilidad codiciada por muchos son Jason Bateman y Rebecca Hall. Lo de Joel Edgerton en la dirección marca, al igual que su personaje, una irrupción inesperada. Quien diga que su ópera prima es un regalo estará en lo cierto. Resta esperar que sea el primero de muchos.//∆z