La primera fecha de la edición extra-large del Festipulenta vol. 23 tuvo a Maxi Prietto, Poseidótica y Shaman como los más destacados de la noche.

Por Sebastián Rodriguez Mora
Fotos de Flor Videgain

En el Ya-No-Tan Nuevo Matienzo Javi Punga baila solo entre todos nosotros. Están en el escenario Los Subterráneos, y Javi se menea en contra de la intuición. En contra también de la corriente, porque el espacio está casi vacío que ocupamos del lado de adentro, donde se accede con un sello de tinta marcado en la mano. Como en un boliche o como una vaca.

los subterraneosPrietto, la surrogate band de esta fecha inaugural, sube al escenario. Fútbol se bajó hace un par de semanas; sin embargo Gamba está ahí, orbitando. El Matienzo pone los prejuicios de punta a los Pulentas de la primera hora, los plateístas de la vida. Es verdad: las caras, los atuendos, las afirmaciones e incluso los precios en la barra hacen replantearse qué hacemos acá. “Hay un error en no cambiar”, canta Maxi. Seguimos igual, el obturador se abre, capta, cierra, digitaliza. La tinta en el anotador se distribuye en graves signos de Parkinson prematuro. Llega más gente y se puede decir que somos muchos. La surrogate band es la mejor banda del mundo en este momento. Contrabajo, teclados presentes y protagonistas, una acusticosa con cuerdas en las manos de Maxi, Pipe de Los Espíritus en batería de escobillas. ¿Bob Dylan iría al Festipulenta, disfrazado de la mamá vieja de un artissssta indie? Si fuera por la Prietto Surrogate Band, por supuesto. Porque el blues amable y antiquísimo es un lenguaje para ser amigo en serio, nada de brindar con ecovasos, el último grito de la decadencia progre monetarizada hasta la última costura de oro. Bob Dylan subiría al escenario a tocar Tempest con esta Surrogate Band. Prietto es ese Dylan, es un rayo misterioso, un tipo que puede grabar sus cosas en su casa. La Paternal puede tener su propia Pink House. Quizás en el escenario ahora estemos en presencia del primer vivo de nuestras Basement Tapes.

maxi prieto  flor videgain azAlfredo Rosso está apoyado sobre una de las paredes del Matienzo, una pierna cruzada delante de la otra, la mano en la correa del morral, los anteojos en posición de leer o de ver de lejos sin ellos, la panza adorable tapada por la chomba que usa tu abuelo. Dice que lamenta no haber llegado a ver a Prietto, pero que disfruta mucho de absolutamente todo lo que hace. Está un poquito colocado, o quizás sea el efecto placebo de Olfa Meocorde haciendo mierda todo. “¿Dónde está la fiesta? / ¿Dónde está el rocanrol? / ¿Dónde está la casa del Pato Fillol?”. Olfa es divertido, destructivo. Genera ciertas puteadas plateístas, pero en general la impresión es buena. Las chicas imposibles están un poco tiesas encima de las plataformas de sus zapatos, pero toleran con dignidad la andanada de death metal. También hay una chica extasiada que baila con auriculares blancos en los oídos. Apostemos a que no está escuchando nada. Rosso cabecea buscando algún ritmo escondido. Es hermoso verlo acá en el Matienzo, de veras, es nuestro Harold Bloom. Olfa suena en este momento como la banda de sonido de una película que no existe y se llama Mi Gran Casamiento Bosnio 1992. El regalo para los novios son dos Kalashnikov AK-47 doradas.

olfa meocorde flor videgain azDe Poseidótica se han dicho, se dicen y se dirán muchas cosas buenas. Acá tenemos dos más. Uno: si todavía no la viste en vivo, andá. Dos: Alfredo Rosso fue al Festipulenta para verlos exclusivamente a ellos.

poseidotica  flor videgain azA Shaman también, suponemos. El botón de la cámara y la tinta que sale de la lapicera están en reposo. Es un día raro, si no soplara viento haría calor. Nada es peor que el calor ambiental a la noche. ¿Ya hablamos del Linyera Boogie? ¿Cómo que no? El Linyera Boogie, ese que está siempre en los Pulentas, como el otro que es ultrafan de Fútbol y se aparece siempre por Zaguán Sur. No importa, quizás sea la primera vez que leés sobre esto. El Linyera Boogie estuvo desde casi el principio de la noche. Funciona como el flotante del inodoro: cuando lo veas agitarse, algo está pasando, prestá atención. No todo es deplorable en la locura de los quemados: un instinto primigenio o despellejado de neura les permite ver más allá, oír más acá. Al Linyera lo vimos emocionarse cuando Prietto cantó “El día que me quieras” porque el rayo misterioso no se ve si prestás atención. El rayo misterioso de la canción está en el aire, en las milésimas que no dan en la cuenta que mide la materia. Shaman y Los Pilares de la Creación tratan con ese diferencial.

shaman  flor videgain az

El Linyera Boogie baila en trance intenso, como a punto de tocar algo que no se ve. La voz de Shaman llena todos los huecos, rebota. Los átomos del Matienzo se reconfiguran para adquirir la forma de la música antiquísima, abisal. Los personajes se borronean, la forma y el fondo se confunden, nos volvemos canción. Nos volvemos también porque esta noche del Pulenta se terminó. El Linyera Boogie está ahora mismo tirado en su casa jalando los últimos sorbos de eso que nosotros no alcanzamos casi nunca, pero sabemos perfectamente qué es.//z