Con Holy Fire, su más reciente álbum, Foals demuestra que es una de las bandas más creativas en la actualidad. En menos de un mes, el 2 de abril, se van a presentar en el Teatro Vorterix. Agenden ese día.
Por Javier M. Berro
La obstinada vocación evolutiva de Foals alcanza su estado de ebullición en Holy Fire, en el que vuelven a sintetizar un universo ecléctico y atmosférico, a iguales distancias entre el rock progresivo y el indie que suena en las pistas. “Somos el milagro de la fuerza y la materia convirtiéndose en sí mismas en imaginación y voluntad”, dijo el escritor Raymond Bradbury, otro hacedor de universos reveladores anclados en el futuro, sobre los procesos creativos.
Con esa misma perspectiva, Foals y su fuego sagrado pueden incluso con las trampas de cierta prensa especializada que, de tanto en tanto, envían a sus criaturas al purgatorio después de un idilio de temporada, errando esta vez el pronóstico sobre la última gran revelación del indie británico: Antidotes (2008) supo acaparar la atención después de los primeros singles, pero no supo colmar las expectativas, y Total Life Forever (2010) ya anticipaba el riesgo lúdico en la composición al explorar otros caminos más impredecibles e intensos. Más cerca del garage y más lejos de las escuelas de arte clásico (“Inhaler” y “Providence”).
Después de rotar escenarios y de abrir a los Red Hot Chili Peppers en una de sus giras, el grupo que formaron Yannis Philippakis y Jack Evan, viejos amigos de la infancia y ex compañeros en The Edmund Fitzgerald, sigue acentuando un lado más introspectivo y áspero (“Late Night”) aferrado a una psicodelia habitada antes por grupos como Primal Scream, Spiritualized y The Stone Roses (“Prelude”). Sin embargo, siguen haciendo base en la música electrónica y en la herencia del rock matemático de esta última década, con destellos de funk y oscuridad (“My Number”).
Editado por el sello Transgressive, Holy Fire muestra al combo más afianzado a partir de sus propios instintos y de su exploración onírica. Tantas veces (mal) etiquetados y poco descifrados por su complejidad y amalgama de influencias, el quinteto convocó esta vez a la dupla Alan Moulder & Flood para el diseño de su arquitectura sonora. Y el método elegido para capturar esa esencia fue el del engaño: el combo que completan Jimmy Smith (guitarra y coros), Walten Gervers (bajo) y Edwin Congreave (teclados) hizo las sesiones finales creyendo que sólo eran versiones preliminares que serían descartadas luego. “¡Sorpresa, muchachos!”.//∆z
Con producción de Indie Folks y Bang Bang, los Foals volverán a pisar muy pronto escenarios argentinos: será el próximo 2 de abril en el Teatro Vorterix, del barrio de Colegiales (entradas a la venta por Ticketek)
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