La Cosmología de Branas propone creer en universos paralelos. Una dimensión musical que conjuga sonidos pop, melodías melodramáticas y arreglos elegantes que apuestan al amor.

Por Pablo Díaz Marenghi

“Las branas son entidades físicas conjeturadas por la teoría M y su vástago, cosmología de branas” afirma Wikipedia, y asusta. Branas es también el nombre del segundo disco de Cosmo, banda compuesta por Pablo de Caro, Maximiliano García, Ayar Sava, Pablo Font, Andrés Ravioli, Diego Chamorro y Ricardo Balado. El miedo disminuye al saber que el término Branas no sólo remite a una entreverada teoría de física cuántica. Las diez canciones que componen este álbum condensan el valor agregado que Cosmo ofrece dentro de la nueva escena independiente: melodías románticas con arreglos de vientos y matrices pop moldeadas al estilo Cosmo. La elegancia está presente del primer al último acorde. Letras que reivindican que vale la pena creer en el amor; romances inconclusos o romances que surgen de otros viejos romances. Diez canciones que evidencian un enamoramiento por la vida y la canción.

La caricatura de un gorila violeta, hiper saturada, mira fijo a cualquiera que se cruce con la portada de Branas. Allí se establece un pacto con el escucha cósmico. La invitación a un viaje capitaneado por el amor y el romanticismo. Canciones como “Vacaciones” -con arreglos de vientos que remiten a los años 50, guitarras que delinean la melodía con punteos delicados y la voz dulce de De Caro -u “Otro cuartetazo”- donde las trompetas vuelven a cobrar preponderancia en la arquitectura musical y la letra es una carta abierta al romance- son muestras del sonido Branas, también presente en el disco anterior del grupo -banda sonora de “20.000 besos”, opera prima de Sebastián De Caro, hermano de Pablo. Una búsqueda por la distinción tanto sonora como estilística y temática dentro del rock y el pop.

Es difícil encasillar dentro de un género a Cosmo y quizás ni valga la pena intentarlo. Hay rock, pop, folk; armonías que remiten al pasado pero también al presente que ya no existe y se desvanece como granos de arena por entre las manos. “Lo bueno está por venir, hoy todo te viene bien. Y eso no es estar perdiendo el tiempo, y más, la vida te vive a vos” canta De Caro y redobla la apuesta por la vida, la emotividad y el sentimiento amoroso sin caer en la cursilería. La trompeta de Andrés Ravioli brinda la cuota de elegancia necesaria para que Cosmo evite caer en el lugar común del pop. La letrística de De Caro -sincera, directa, testimonial- es la última pincelada del cuadro que conforma Cosmo y, de esta manera, esquiva la metáfora boba del melodrama pop moderno.

Promediando el final, “Mujer” emerge como una oda a lo femenino y un reclamo de atención, todo esto acompañado por sonidos más computarizados, casi de video juego, y los vientos siempre presentes. “Simple” es quizás el tema más britpopero del disco, con una melodía suave en donde la guitarra se roba el protagonismo y el resto de la estructura musical cósmica acompaña. “No hay final mejor” entona De Caro en “Corazón” -quizás el gran hit del disco, con riffs de guitarra y trompetas a pura potencia-  y corona el cierre de Branas; un universo paralelo en dónde vale la pena apostar al amor, dejarse envolver por sonidos serenos, inclasificables que engalanan los oídos de cualquier amante potencial. Cosmo proporciona la llave que abre un universo de deseos, romance y melodías sanadoras.//z