Esta semana El Príncipe del Techno visitará la Argentina. El 22 de Marzo estará en Electronic Floor “Rio nightlife”, en Santa Fe; y el 23 de Marzo en Cocoliche, una de las iglesias de la electrónica en la Ciudad de Buenos Aires. Una oportunidad única para todos aquellos que deseen conocer un poco más, experimentar, o solamente disfrutar de un fragmento muy importante de la historia de la música del siglo XX y XXI.
Por Alan Ojeda
De Motor City a Techno City, Detroit solo necesitaba de un elemento para pasar de ser la ciudad fabril a la fábrica del Groove electrónico. En ese mismo lugar Motown definió la música de los sesenta y el R&B. La fusión de esos ritmos con las nuevas tecnologías generó, poco más de dos décadas después, una segunda revolución: el Detroit Techno.
Como todos los géneros, también tiene sus padres: Juan Atkins “The originator”, Kevin Saunderson “The elevator” y Derrick May “The innovator”. También hay héroes subterráneos, figuras que por su escasa proyección mediática no han sido valoradas como se merecen. Perteneciente a la primera ola del techno de Detroit, uno de estos héroes es Blake Baxter, “El Príncipe del Techno”.
Blake comenzó a pinchar en las bandejas a mediados de los ochenta. En 1987 editó su primer EP, When we used to play, en KMS records, con la colaboración de Saunderson y May. La línea de fuertes bajos rítmicos del track era acompañada por una voz femenina que recitaba con voz sensual: la letra de ese texto no es otra cosa que un poema que Baxter había escrito a una chica de la secundaria. Por esta costumbre de usar vocales y letras en sus producciones electrónicas ha llamado a su estilo “Poetry and rhythm”.
El Príncipe del Techno, en la era de lo digital, sigue prefiriendo los siempre vigentes instrumentos analógicos. “Memory Moog, Sp1200, el hardware es mi primer amor… pero uso todos los software y aplicaciones, estoy abierto a todo”, confesó Blake, en una charla exclusiva con ArteZeta. La existencia de los nuevos formatos digitales provoca discusiones en el grupo de los tradicionalistas. Al igual que todos los que se criaron con vinilos y cajas de ritmos Roland, Baxter recomienda a los jóvenes que recién se introducen a la producción que dejen de usar computadoras.
Blake también produjo bajo el nombre de B Basic and Dream Sequence (para Tresor), Prince of Techno, The Underground Track Master and Rebel Alliance (para su propio sello), y Pump Da Bass (para Serious Grooves). Para Baxter, la producción bajo distintos seudónimos es un artificio del DJ para experimentar con nuevos estilos en el mismo sello o en otro en simultáneo Al preguntarle sobre su experiencia, dijo: “A mí me gusta desafiarme… desde colaboraciones hasta tratar con nuevos sonidos y seguir sonando como yo, manteniendo una firma sonora, algo que siga siendo reconocible”. Quizás por su intensa búsqueda musical, su paso por distintos sellos, o su participación en el colectivo de música electrónica más explícitamente político, creado en 1989, Underground Resistance (UR), es que ha optado por mantenerse en movimiento y evitar, si bien ha editado en grandes sellos y participado con grandes artistas de la escena, la escena mediática y el mainstream.
Underground Resistance es una parte fundamental de la historia de la electrónica si se quiere entender el cambio en el paradigma musical, y no criticar de forma prejuiciosa. Como las viejas vanguardias, UR no se privó de escribir un manifesto: “Underground Resistance es un sello para un movimiento. Un movimiento que quiere el cambio a través de la revolución sónica. Urgimos a unirse a la resistencia y a ayudarnos a combatir la mediocre programación visual y sonora con la que se está alimentando a los habitantes de la Tierra, esta programación está estancando las mentes de la gente, construye un muro entre razas e impide la paz mundial. Es este muro el que queremos derribar. Mediante el uso de toda la energía aun por liberar del sonido vamos a destruir este muro igual que ciertas frecuencias pueden quebrar el cristal. Techno es una música basada en la experimentación; es la música para el futuro de la raza humana. Sin esta música no habrá paz, no habrá amor, no habrá visión. Mediante la simple comunicación a través del sonido, el techno ha unido a las gentes de diferentes nacionalidades bajo un mismo techo para disfrutar. ¿Es que no es obvio que la música y el baile son las claves del universo? ¡Los llamados animales primitivos y las tribus humanas conocen esto desde hace miles de años! Urgimos a todos los hermanos y hermanas del underground a crear y trasmitir los tonos y las frecuencias sin importar cuan primitivos son sus medios. ¡Transmite este sonido y causa estragos en los programadores! Larga Vida al Underground”.
Al leer el manifiesto es posible entender la actitud nómade de Baxter. A diferencia de lo que gran parte del público desconocedor del tema opina, la música electrónica no es un producto pop envasado. En el ejemplo de una vida coherente y dedicada al arte es que podemos explicar las diferencias entre David Guetta, Swedish House Mafia o Poncho y el núcleo ideológico duro que impulsó esta revolución sonora que ahora llamamos música electrónica. Simon Reynolds dijo en su libro Después del Rock que la revolución de la música electrónica no será televisada. Esta música no necesita imagen, sólo buenos equipos de sonido, y eso es algo que difícilmente encontremos en un video en MTV. No es una casualidad entonces que, a diferencia de la primacía del Pop, que ha logrado generar estrellas masivas y empaquetar todo para venderlo de la forma que sea, el género de la electrónica tenga héroes silenciosos y casi anónimos produciendo subterráneamente. “El verdadero artista del tecno no es reconocido, el sonido es copiado y explotado por la cultura pop”, explicó Blake.
Cuando el techno nació en Detroit, la ciudad ya no era lo que había sido históricamente, la cuna de las grandes fábricas de automotores como Ford, Chrysler y General Motors. Techno City comenzaba a levantarse de las ruinas de la crisis económica que sufrió la ciudad en los años 80’s. Al tener una economía altamente dependiente del sector automotriz, Detroit siempre fue más vulnerable que otras ciudades a los coletazos económicos. Un éxodo hacia otros lugares en busca de mejores oportunidades laborales, dejó edificios vacíos y las calles grises como en un lugar fantasma. Pero los chicos querían divertirse, los chicos no iban a correr a buscar trabajo a otro lugar, habían descubierto algo mejor. Baxter y compañía tenían entre mano algo que movería de raíz las estructuras de la metrópolis. ¿Edificios vacíos? Ya no. Y al silencio de las fábricas muertas contrapusieron el sonido de los sintetizadores, ritmo, y el golpe de un bombo tan pesado como el de un yunque de forja. Proliferaron las fiestas y un nuevo motor comenzó a girar.
La electrónica es, ante todo, una experiencia física. El sonido interpelando el cuerpo como la chacarera “La simple”: “Sea simple sea doble/en el corazón retumba/ como si fuera que un bombo/al pecho te apunta”. Si arriesgamos un poco, si imaginamos con sensibilidad, podríamos decir que la música electrónica es el folklore universal del siglo XXI, la música dionisíaca que aviva las emociones orgiásticas y permite que miles de personas de diversas razas, culturas y situaciones económicas se olviden de sí mismas y se fundan en una sola masa rítmica. Como dice el credo del Groove electrónico, My House, de Chuck Roberts: “Soy el creador y esta es mi casa/ y en mi casa solo hay música house/ pero no soy egoísta porque una vez que entras a mi casa/ esta se convierte en nuestra casa y nuestra música House”. Este fin de semana aquellos interesados tendrán la oportunidad de bailar y escuchar la producción de Baxter, uno de los músicos que cambió la historia de la música, e inauguró el soundtrack del siglo XXI.
Si no fuera por la música ¿Dónde estarías?
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