Una biopic sobre The Beatles basada en anécdoctas de Astrid Kirchherr, la fotógrafa de los fabfour, y Klaus Voorman.

Por Mauricio Pérez Gascué

 

Es agridulce por dónde se la mire. Como toda película biográfica, cosecha tanto las críticas de los puristas por cada equivocación fáctica o la caracterización de algún personaje histórico (sobre todo cuando son tan reconocidos como los que protagonizan este film) como la aceptación del público que ve con buenos ojos una reconstrucción hecha con respeto y cuidado de los grandes detalles.

La obra cuenta, en líneas generales, los inicios de los Fabulosos Cuatro, cuando en vez de cuatro eran cinco. Particularmente, se aboca a la historia de Stuart Sutcliff, su relación con Lennon primero, con la banda después y por último (pero no menos importante) con Astrid Kirchherr, una fotógrafa alemana de quien se enamora. Está basada en una serie de entrevistas que el realizador le hizo a ella, complementadas con el testimonio de Klaus Voorman. Quizá aquí la razón de varios de los desaciertos del film, ya que, si bien estas dos personas tienen la palabra más que autorizada para narrar la vida de los proto-Beatles durante la época que vivieron en Alemania, la visión de ambos no dejaba de estar sesgada y solo permite mostrar una arista del universo Beatle. Este no es un detalle menor a la hora de ver la película. Muchos fans pueden sentirse desilusionados o, incluso, ultrajados (sobre todo los más radicales) con cosas que la película muestra (y sobre todo con las que no).

Me quiero detener en las actuaciones. Evidentemente, los actores que representan a John y a Paul fueron elegidos por su parecido físico y no por sus dotes actorales (dato extra: no es la única película en la que sendos actores representan a esos personajes). A lo largo del film, se empeñan más en emular los gestos y las voces de los verdaderos Lennon/McCartney que en desarrollar y expresar las emociones por las que atraviesan los personajes, a punto tal que la caracterización roza la caricaturización en muchos tramos del film (sobre esto se quejó el mismísimo Sir James Paul). Hay que tener en cuenta que Lennon (Ian Hart) es el personaje que más aparece, sin ser el protagonista del film. Su actuación no es del todo mala, pero en ciertas escenas va en demérito de la película, especialmente en aquellas en las que la carga dramática exige al actor una mayor sutileza y precisión en su interpretación, como en la del reencuentro final entre “John y Astrid”, donde él se ve inexpresivo, malogrando una escena que podría haber sido muy emotiva. La pareja que protagoniza este drama (Stephen Dorff y Sheryl Lee) lo hace correctamente, sin sobresalir, probablemente porque no cargan con la mochila de tener que recrear personajes tan reconocidos por el público.

Reconstruido todo a partir de la relación entre Stuart y Astrid, la película se vuelve un drama aceptable, aunque puede resultar poco atractivo para quienes no simpaticen con los Beatles. Si esta misma historia fuera acerca de ilustres desconocidos, la película no tendría razón de ser. Este es quizá el peor punto del film. El conflicto de los protagonistas se muestra con muy poco peso específico propio y solo se resignifica teniendo en cuenta lo que con el tiempo la banda representaría para la cultura popular del siglo XX, donde casi todo lo que no tiene que ver con la relación Sutcliff – Kichherr, se narra desde lo anecdótico y desde lo que ampliamente se conoce acerca de los Beatles. Hacia el final, la película encuentra un equilibrio debido al desarrollo de los conflictos entre los personajes, aunque no llega a profundizar en ninguno.

Estéticamente no tiene nada para destacar. Es bastante sobria, lo que resulta un acierto teniendo en cuenta que, tratándose de la representación de hechos reales, cualquier enrarecimiento suele quitarle veracidad. El montaje es lo suficientemente ágil para que la película no aburra, ya que se alternan constantemente escenas puramente actuadas con secuencias de montajes musicales. Las transiciones están muy bien y atenúan esta disparidad entre las escenas, para beneficio del espectador. Incluso tiene un par de puestas de cámara suficientemente atractivas como para justificar el uso de fílmico. Además, la recreación histórica de la escenografía, vestuario, peinado y maquillaje, es bastante precisa y sostiene la credibilidad del film.

La película en ningún momento entra en detalle ni hace hincapié en la faceta musical de los Fab-Four, aunque sí se los ve tocar en vivo tanto en Hamburgo como en The Cavern, ensayar e incluso hasta grabar aquella recordada versión de “My Bonnie”, junto a Tony Sheridan. Pero nada muestra cómo realmente trabajaban en su música ni en sus composiciones la mítica dupla Lennon/McCartney. Tanto es así que todas las canciones incluidas en el film son clásicos covers que los cuatro (o cinco) de Liverpool hacían en esa época, excluyendo todo tema propio que pudieran haber tocado durante ese período. De más está de mi parte contarles lo que la película no muestra (si quieren ver ese costado los invito a remitirse a la colección de Anthologies de los Beatles o al documental Let It Be). Para compensar este detalle musical, el director y los productores, en lugar de intentar reconstruir fielmente el sonido de la época o la impronta de los “cinco fantásticos”, armaron una megabanda encargada de reversionar los covers (valga la redundancia) que los Beatles tocaban en esos tiempos de una manera aggiornada. Conformada por Dave Pirner (Soul Asylum) y Greg Dulli (The Afgani Whings) en las voces, Thurston Moore (Sonic Youth) y Don Fleming (Velvet Monkeys, Gumball) en guitarras, Mike Mills (R.E.M.) en el bajo y un Baterista por el cual ArteZeta siente una gran debilidad, ni más ni menos que Dave Grohl. El soundtrack resulta doblemente satisfactorio, en primer lugar es un muy bien logrado disco de covers de viejos rocanroles bastante poderosos y, en segundo lugar, deja muy bien parados a los Beatles que, en comparación, teniendo en cuenta la tecnología y años que distan entre unas grabaciones y otras, podrán ser recreados. Igualados, jamás.

Aunque este film no goce de renombre en el inconciente colectivo, regale aciertos y errores en igual medida y no conforme una obra cinematográfica destacable, recomiendo que le echen un vistazo. Todo fan de los Beatles va a saber apreciar la enorme cantidad de pequeños detalles que fueron muy bien recreados. Los que apenas son oidores ocasionales, podrán descubrir una de las tantas historias que conforma la mitología Beatle.