Un trío en el estudio, un cuarteto en vivo, Tame Impala es una banda que retoma la psicodelia de los ’60. Provenientes de Australia, de Oceanía al cosmos y de allí a nuestros oídos.

Por Gabriel Feldman

Tame Impala es una banda de rock psicodélico bien al estilo de los ’60 proveniente de Perth, Australia. Conceptualmente, la banda es un trío integrado por Kevin Parker en voz, guitarra principal y bajo (también colaborando en batería), Dominic Simper en guitarra y sintetizadores, y Jay Watson en batería, coros y algunos arreglos de piano y sintetizadores. Decía conceptualmente porque a este trío integrado por Parker, Simper y Watson se le suma la presencia, en las presentaciones en vivo, de Nick “Paisley” Adams en bajo. Por lo que finalmente se consolidan como un cuarteto con Parker en voz y guitarra líder, Simper en guitarra y sintetizadores, Paisley Adams en bajo y Watson en la batería, aportando coros desde atrás. La banda nació de las entrañas de otro proyecto que integraba Parker llamado Dee Dee Dums, donde tocaba la batería. Luego de algunas idas, cambios de integrantes y de formaciones, terminó naciendo Tame Impala junto a Dominic Simper, su viejo conocido de la adolescencia, y con Watson, quien los conquistó con su forma de tocar la batería y se ganó su lugar en la banda.

Luego de editar un primer EP homónimo en el 2008, todo fue cuesta arriba. Los singles que fueron sacando les consiguieron muchos adeptos y el año pasado lanzaron su primer disco titulado Innerspeaker, con buena acogida por parte de la crítica y el público en general. Gracias al éxito que cosecharon, pudieron darse el lujo de girar por Europa, EE.UU e incluso hacer algunas presentaciones en México. También se presentaron como banda soporte de grupos más reconocidos mundialmente como es el caso de The Black Keys o MGMT.

Lode “banda de rock psicodélico bien al estilo de los ’60” es, a mi criterio, la mejor descripción que se puede hacer. Ellos mismos se definen como “psychedelic hypno-groove melodic rock music”, listo el pollo. Un rasgo esencial de Tame Impala es que Kevin Parker tiene una voz muy parecida a la de John Lennon (no es joda, canta muy parecido) y gracias a las armonías que logran entre su voz y los coros de Watson suenan como los Beatles en su época más lisérgica (léase Revolver, Magical Mistery Tour o Sgt. Pepper’s, por ejemplo). Pero además de tener la “voz-parecida-a” e influencias de los cuatro de Liverpool, también son herederos de las proezas de Cream, de la Experience o incluso de 13th Floor Elevators. Ojo, no es rock con nostalgia, sino que se juntaron a tocar y es la música que les gusta y les sale. No es que es una añoranza a ese pasado donde el rock tuvo su máxima expresión y auge, es que cuando hay guitarras intransigentes y efectos cosmogónicos que son propulsados bajo una base con mucho groove y movimiento, es difícil escapar a las comparaciones con las glorias de los ’60 y ’70. Aunque la psicodelia parecería únicamente tener cabida en aquellos años tumultuosos, estos australianos se encargan de recuperar esa tradición con la que el rock alcanzó su estatuto de revolucionario, agregarle su impronta y más que nunca convidar un buen trip. Innerspeaker es un disco que merece la pena (sin pena) ser escuchado y re-escuchado. Con las letras de corte existencialista, se mastica bien y se disfruta.//z

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