Desde Israel (sí, un país más chico que Tucumán) llega Boom Pam. Banda que se consolida como trío de surf rock balcánico-lisérgico en su último disco Alakazam, y visitó Argentina allá por abril del 2010.
Por Gabriel Feldman
¿Boom qué…? ¿Qué es eso? Boom Pam es un power-trío de Tel Aviv, Israel. Nunca mejor puesto el mote de “power-trío” porque estos muchachos del Medio Oriente están para hacer ruido con su surf rock mediterráneo. No obstante, no es como lo que todos conocemos. Boom Pam consiste en una guitarra/voz, una batería y una tuba (sí, sí, una tuba, leyó bien) que son ejecutadas por Uri Brauner Kinrot, Itamar Levi y Yuval Zolotov, respectivamente. Aunque a primera vista llama la atención esa extraña alineación (¡tuba!), apenas empieza el disco con Alakazam, que le de nombre al disco -versión de la canción “Abracadabra” de la Steve Miller Band-, las dudas se despejan para entregarse a estos sonidos con aires balcánicos y surfers. Es que para aquellos que alguna vez escucharon Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra y Balakan Beat Box (con quienes colaboraron) o hayan asistido a un Bar-Mitzba, estos sonidos les sonarán familiares. Dignos hijos de Kusturica y los Zorros Petardos Salvajes concebidos bajo una relación casual en un Kibbutz o de Gogol Bordello con los Beach Boys, si se quiere.
Alakazam es el tercer disco de la banda, formada en el 2003, con dos discos más en su haber: Boom Pam, el primero, homónimo del 2006, y Puerto Rican Nights del 2008. Estos últimos tenían mucha más influencia de la música de los Balcanes, la griega, la árabe y la tradicional judía. En ese momento estaba también Uzi Feinerman en guitarra e Itamar Levi no se hacía cargo de la batería. Eran un cuarteto bastante especial que ganó notoriedad con las canciones “Hatul VeHatula” y “Hashis the drug of a Nation” (con un video bastante explícito que no necesita demasiadas explicaciones: “Fumo mucho hashis/Mi cabeza me da vueltas de día y de noche”). También hay que mencionar que Puerto Rican Nights no es un disco de canciones originales de la banda, sino versiones propias de canciones de grupos que los influenciaron. En Alakazam los muchachos no dejaron sus influencias de lado y la fiesta continúa al mejor estilo bubamara, pero el surf californiano, la playa y la lisergia irrumpen para terminar de completar este coctel Boom Pam. Por eso Alakazam es como un nuevo pilar fundacional: trío y con un nuevo baterista que aporta una base más rockera, pegándole duro y parejo. “Pulsa Denura”, octava canción del disco, es un buen ejemplo. Por supuesto que las raíces no se olvidan, pero hay una nueva apuesta.
La tuba y una batería sólida y pesada guían la batuta para que la guitarra haga lo suyo. Eso no es poca cosa, claro que no. Pura magia. El disco es, casi en su totalidad, instrumental, salvo por cuatro canciones: “Alakazam”, “Top”, “UR Mine” y “Light Up”. Los chicos cantan en inglés (a no desesperarse por aprender hebreo) pero ojo, sobre todo para los prejuiciosos que asocian lo instrumental con canciones de ocho minutos divididas en diferentes secciones, rítmicas complejas y pasajes extraños. No. Primero, ese prejuicio está mal fundado, pero eso es otro tema, y segundo, Boom Pam es directo. Boom Pam es fiesta, música para moverse, siendo difícil estar quieto mientras se los escucha. Catorce canciones, 43 minutos palo y palo.
Al escuchar el disco, instantáneamente uno se sumerge en el viaje y queda hipnotizado. No por nada una voz femenina, en calidad de azafata de vuelo, introduce la travesía. Uno de los puntos más altos del disco se lo lleva el tándem que arman el tema que le da el nombre y “Surfing Tuba”, que abren el disco. Con eso nos conquistan y nos hacen querer más. Y la cosa siempre tira para arriba, destino final incierto… Bah, destino final-final es “Malibú”, canción con la que el disco cierra, un guiño a esas playas de EE.UU donde es típico el beat-surfer: de Tel-Aviv a California en vuelo directo; empezamos a divisar las camisas a rayas (cuando las camisas a rayas no eran sólo el uniforme de McDonalds), las palmeras, la arena, el mar y las chicas y chicos bailando al compás. Después, tristemente, descubrimos que seguimos en nuestros hogares y que sólo la mente y nuestros sentidos experimentaron eso. Tal vez sea mejor así, un viaje tan largo cansaría a cualquier cuerpo.
Lo que puede ser extraño es que -tal vez alguno lo recuerde- estos tres jóvenes visitaron Argentina en abril del año pasado, cuando tocaron como banda invitada antes del show Matisyahu en el Gran Rex, también en el Lawn Tennis Club formando parte del Festival de Otoño de Buenos Aires y, como si fuera poco, mostraron sus temas en el programa de Roberto Pettinato, “Un Mundo Perfecto”. A más de uno le habrá quedado la cabeza dándole vueltas después de escucharlos.//∆z