María Eugenia Alcatena: “la literatura tiene el poder de enriquecer el mundo y de multiplicarlo”
Por Matías Carnevale /// Foto de Bruno Szister

Conversamos con la escritora sobre su primer libro Como ruedas como jaulas como comadrejas, su trabajo académico y el new weird.


ArteZeta ya había publicado una reseña de Caminan entre nosotros, libro-proyecto del colectivo Estrella Negra, del cual Alcatena formaba parte, que también tiene mucho que ver con lo monstruoso y lo extraño. En 2023, María Eugenia publicó en Ayarmanot –editorial dedicada a la ciencia ficción y las variopintas derivas del fantástico—su primera colección de cuentos: Como ruedas como jaulas como comadrejas.

En 2021, Gonzalo Santos publicó una nota en el diario Perfil titulada “New weird, cartografía del género perdido”. Allí habla de una reivindicación del pulp, un tipo de ficción que se masificó a principios del siglo XX, que se publicaba en “revistas baratas y de tapas rutilantes que prometían aventuras con pulpos teratológicos, alienígenas, robots, femmes fatales o esqueletos vivientes”. Santos considera que uno de los motivos por el cual se ha vuelto popular en los últimos años, en el país y en otras latitudes, es “la declinación del realismo”, que “parece haber envejecido de pronto”, pero además le atribuye esta creciente popularidad al “giro emocional” que se cuela por todas las grietas de la realidad política, social y cultural. Al hablar de un weird vernáculo, Santos cita el film Invasión, en tanto obra borgeana (a la que todos debemos algo), como un antecedente temprano del género. Levrero, Cohen y Aira pueden añadirse a la lista de cultores de esta ficción extraña. Al año siguiente, la escritora y guionista Florencia Canosa ensayaba para La Agenda  una definición idiosincrática de la cosa en cuestión: “ficción especulativa que enfrenta al costumbrismo, siembra la incomodidad y ese desquicio busca rutas alternativas sin apoyarse en explicaciones racionales ni científicas o religiosas, y crea un sentido sobre la incertidumbre. Simplificando, el weird se aparta del romanticismo y la fantasía tradicional combinando ambos elementos con el mundo real”. En estas vías sinuosas transitan los relatos de María Eugenia Alcatena.

ArteZeta: ¿Cómo lográs combinar la investigación y la docencia con la escritura de ficción? En tu historial de publicaciones del CONICET encontramos varios estudios dedicados a lo sobrenatural y lo fantástico en La gran conquista de Ultramar, un relato medieval.

María Eugenia Alcatena: Como puedo. Para bien y para mal, mis otras ocupaciones se relacionan también con la literatura y la escritura: la investigación, la traducción, la docencia. Para bien porque son distintas tareas que disfruto, y se vinculan y alimentan entre sí. Pero, al mismo tiempo, son tareas demandantes y, para mí al menos, absorbentes, por lo que a veces no resultan tan sencillas de conjugar… Como puedo, intento combinarlas. Después de todo, leer, leer durante horas, escribir ficción, pensar, conversar y escribir sobre literatura, compartir lecturas me hace feliz.

En la investigación me he centrado especialmente en las formas de lo maravilloso, lo sobrenatural y lo fantástico en la literatura medieval castellana (y, ocasionalmente, en literaturas posteriores). Me interesa la construcción de mundos narrativos en los que estos elementos son prominentes, los efectos de sentido que producen, la mezcla de tradiciones y géneros que confluye en la construcción de esos mundos. Y esto, salvando las enormes distancias, aplica a buena parte de la literatura de los siglos XX y XXI que más disfruto y me interesa, por lo general marcada por la torsión, la deformación, la exacerbación imaginaria. En esta dirección van los cuentos de Como ruedas como jaulas como comadrejas y casi todo lo que escribo.

AZ: A propósito de tu tarea docente, en el relato “La reina de los lagartos” la narradora menciona a un tal “Doctor Anzoategui”, que le manda un mail refiriéndose a ella como “doctora”. ¿Es una alusión a Micaela Anzoategui, especialista en cuestiones relacionadas con el antropocentrismo y su (deseada) desaparición?

MA: No, pura casualidad, de la que recién me estoy enterando —qué maravilla—. Ese cuento nació de una noticia en un diario sobre el hallazgo de un fósil, y al principio había conservado el apellido del paleontólogo argentino real; cuando la escritura avanzó, lo quise reemplazar por otro apellido, también vasco, porque ya me había habituado a esa sonoridad.

Este cuento mezcla algunas referencias científicas, más o menos vagas, con ocurrencias seudocientíficas o directamente disparatadas. La paleontología es un campo del que no sé prácticamente nada, así que pude inventar con total irresponsabilidad e inconciencia. De todas formas, el cuento termina centrándose en otras cuestiones: el vínculo apasionado y absorbente, potencialmente alienante, con un objeto de estudio; el desfasaje particular que produce pasar la mayor parte del tiempo concentrada en un pasado remoto (en el caso del cuento, radicalmente remoto: un tiempo inhumano, inconcebible, casi alienígena); las relaciones imaginarias con otros.

Me interesan mucho los relatos que cruzan, de distintas maneras, ciencia y ficción.

AZ: Como señala Gustavo Verdesio en el prólogo, tus cuentos se pueden leer como “un alegato pos-humano” o “una forma más fluida de entender la relación homo sapiens sapiens y otras especies”. ¿Qué podés comentar al respecto? ¿A qué autores/as estás leyendo sobre el tema y nos recomendarías prestarle atención?

MA: El libro ha tenido la suerte de cruzarse con varios lectores generosos, que lo iluminaron con sus interpretaciones y destacaron sentidos que no había previsto. Gustavo Verdesio fue uno de ellos, Laura Ponce (editora maravillosa) otra. Es cierto que los animales tienen un rol central y entablan relaciones fluidas, elásticas y cambiantes con los personajes humanos en estos cuentos, donde lo animal no-humano está muy presente ya sea como objeto de amor y deseo, como amenaza, como víctima o como victimario, como misterio, como metáfora, como identificación imaginaria, etc. Creo que en varios de los cuentos los animales de alguna manera encarnan el desborde, el salto a lo desconocido y a lo radicalmente ajeno que es siempre relacionarse con otros, con el afuera. Pero es una consideración que me surge ahora, a la distancia, no fue una búsqueda consciente ni una decisión programática al momento de la escritura. Cuando elegí los cuentos para armar la colección, resultó ser uno de los hilos que le da cierta consistencia al conjunto.

No soy muy lectora de teoría. Sí me han marcado y he disfrutado muchísimo numerosas ficciones en que los animales y específicamente la relación con los animales son centrales: cuentos de Cordwainer Smith, Angela Carter o Alasdair Gray, Ciudad de Clifford Simak, ¡Moby Dick!, leyendas y relatos folklóricos de diferentes continentes y tradiciones… Podría incluir también La flor enamorada, de Cadelo, que aparece mencionado en uno de los cuentos, ya que la planta del título es en rigor una criatura alienígena. En el cruce entre la ficción y la ciencia, una encrucijada que me interesa especialmente, hace poco leí Autobiografía de un pulpo y otros relatos de anticipación, de Vinciane Despret, me pareció precioso. En todos estos relatos que menciono se destacan la intensidad y la singularidad de los vínculos con los seres no-humanos, los límites entre especies e individuos se vuelven difusos, las jerarquías se trastocan, las identidades mutan.

AZ: El new weird ha cobrado renovada fuerza en los últimos años en Argentina: se editaron algunos títulos del género como Pampa alucinada, de Gonzalo Santos, La infancia del mundo, de Michel Nieva (traducida al portugués recientemente) y la antología Paisajes experimentales, por ejemplo. Los dos primeros también tratan sobre esta relación tensa, de explotación, más bien, entre seres humanos y no humanos ¿Los leíste?  

MA: Pampa alucinada me encantó. Paisajes experimentales no lo leí, pero sí otros textos (novelas o cuentos) de varixs de lxs autorxs compilados. Soy lectora voraz, y leo mucha literatura contemporánea argentina (y de otros lados), así como mucha literatura del espectro weird– ciencia ficción-fantástica-terror.

AZ: Si bien lo fantástico se mete—como un blob—por varios recovecos en las ficciones del libro, ¿cuánto hay de observación y de experiencia en los cuentos?

MA: Creo (no sé si soy la más indicada para juzgarlo) que estos cuentos tienen una carga sensorial, sobre todo visual, importante. En ese sentido, tal vez la observación aparezca en la atención al detalle, la construcción del ambiente. Y si bien ninguno de los cuentos recrea una experiencia exactamente vivida, inevitablemente están fabricados con jirones de experiencias, vivencias transformadas, fantasías, obsesiones, miedos, intuiciones, etc.: materiales bien reales, aunque no necesariamente elegidos de manera consciente. Por lo general, al contrario: me ha pasado con varios de estos cuentos reconocer, darme cuenta de qué tratan, hacia qué zonas y sentidos apuntan, recién muy avanzado el proceso de escritura, o incluso en una etapa posterior.

AZ: En “El vuelo resplandeciente de la princesa del algodón damasco” hay un giro hacia lo oriental, en una historia de fantasmas y crueldad. ¿Ya habías incursionado en este tipo de narraciones?

MA: El tema de la crueldad aparece en varios cuentos, desarrollado de diferentes maneras; en “El vuelo resplandeciente…”, como parte de la relación maestra-discípula, sin que quede del todo claro si como supuesto instrumento pedagógico, por simple saña o como exceso de esa relación.

No soy especialmente devota ni conocedora de lo japonés; tengo un gusto y una admiración difusas por lo (poco) que conozco. En este caso me divirtió la idea de intentar hacer una japonería, casi como un juego, o una falsificación: un cuento falsamente japonés, que imita y exagera algunos tópicos e ideas más o menos vagas que podemos tener sobre lo japonés. El cuento toma ciertos elementos emblemáticos que suelen asociarse con “lo japonés” y los mezcla con muchas otras cosas: motivos extendidos en cuentos folklóricos (rusos, por ejemplo), mi fascinación por los chanchos, una imaginería un poco india, un poco Woodring, etc. Amo y leí muchas veces Kwaidan, una colección de relatos de Lafcadio Hearn, supongo que este cuento es en buena medida una carta de amor a ese libro (y, ahora se me ocurre, a Sueños, de Akira Kurosawa: a algunos de sus climas y momentos).

La respuesta corta a la pregunta sería: no, no había incursionado antes.

AZ: En tiempos donde se cuestiona, cada vez más, y sin argumentos más que un capricho de inmediatez o de utilidad, la importancia de la literatura o de las humanidades, ¿qué valor le atribuís a ambas actividades?

MA: Me centro en la literatura: el poder de estimular la imaginación y la capacidad de pensar realidades alternativas, perspectivas y voces diversas. Enriquecer el mundo y multiplicarlo. Ser una forma a la vez íntima y compartible de la felicidad. Entre otros.//∆z