Acid King: poesía del movimiento suspendido
Por Julieta Heredia

La banda de San Francisco propone un camino sensorial a paso lento en contra de la aceleración y la racionalidad del tiempo, sin dejar de lado las bases y guitarras cargadas de distorsión. Antes de su primera gira sudamericana para presentar Beyond Vision, conversamos con Lori S. sobre un viaje musical de treinta años al frente de Acid King.


En tiempos de cambio constante, de interacciones breves y consumos cada vez más fugaces, detenernos a escuchar una música “pesada” y lenta es un acto inusual de resistencia. Con ritmos inferiores a nuestra frecuencia cardíaca o a las agujas del reloj, entre capas de ruido que difuminan los bordes de las melodías, podemos sentir que el tiempo se suspende y la gravedad aumenta para obligarnos a hacer una pausa.

A lo largo de tres décadas, la banda fundada por Lori S. se encargó de combinar elementos del metal, stoner y doom con sus influencias más tempranas que provienen del punk, blues y rock psicodélico. Acid King perfeccionó su estilo y su afición por los tonos graves, pausados y cargados de fuzz en su disco Busse Woods de 1999, una pieza fundamental del stoner rock surgido a finales del siglo pasado. Por otro lado, su voz suave y etérea es un contrapunto con la distorsión y oscuridad de las cuerdas, un equilibrio que aporta gran singularidad dentro de este género.

Lori creció en Chicago e integró varios proyectos en aquella ciudad antes de mudarse a la costa oeste. Tratando de resumir en pocas palabras un recorrido musical tan extenso, nos cuenta que comenzó a tocar la guitarra cuando cumplió 19 años: “A principios de los ‘80 estuve en una banda hardcore y luego en un grupo pop-punk femenino con influencias de The Avengers y cosas similares. Hasta que llegó Sub Pop con Mudhoney, Soundgarden, Screaming Trees y tantas bandas con pedales de fuzz y wah-wah que cambiaron por completo mi forma de escribir canciones”.

El punto de quiebre ocurrió a principios de los ‘90 cuando se fue de gira por California y tocó en el legendario Gilman Street de Berkeley junto a una banda que nunca había escuchado antes, los Melvins. “Eso fue todo para mí, totalmente heavy, me fascinó. Entonces volví a Chicago y empecé a escribir riffs mucho más pesados, fue una influencia enorme”. Al año siguiente se mudó a San Francisco y comenzó a buscar músicos para formar una banda nueva, tarea que no fue fácil. “La escena estaba naciendo y no había mucha gente en ese ambiente todavía. Estaba Sleep, Hawkwind y Kyuss, mucha influencia de Black Sabbath, y yo quería ir en esa dirección”. Finalmente se encontró con el bajista Peter Lucas y el baterista Joey Osbourne, con quienes formó Acid King y grabó sus primeras canciones.

Una banda que dura tantos años es como una relación de pareja, afirma Lori: “Uno cambia, los otros cambian, tus gustos musicales también se transforman y es un período de tiempo muy largo para seguir haciendo lo mismo. A pesar de todas las distintas formaciones que tuvo Acid King, creo que fue un proceso orgánico”. Cuando era más joven pensaba que no tenía sentido seguir a una banda si no estaban los miembros originales, pero luego de su experiencia como frontwoman y compositora decidió apartarse de esa idea y continuar el recorrido sin cambiar de nombre ante cada etapa.

Beyond Vision, editado en marzo de este año, es un disco que requiere una escucha atenta de principio a fin, siguiendo el viaje sensorial que construye la sucesión de tracks. Su composición y grabación estuvo atravesada por los meses de aislamiento durante la pandemia e incorporó nuevos elementos: además de contar con una formación renovada, el álbum fue co-escrito junto a Jason Landrian (guitarrista de Black Cobra) e introdujo por primera vez sintetizadores y efectos que aportan mayor espacialidad a sus sonidos.  

En cuanto a los efectos de guitarra, Lori solía ser una detractora de las pedalboards: “Me burlaba de las personas con muchos pedales y ahora soy una de ellas, porque hay varias modificaciones que tuve que hacer para tocar este disco en vivo. De todas formas mantengo mis equipos clásicos, el Marshall JCM-800, mi Les Paul de 1973 y mi Big Muff, pero también sumamos piezas como el nuevo pedal Space Echo que es un poco más avanzado y me permite guardar configuraciones. Es un álbum más técnico, hay más variaciones, más tonos y cosas que no podría lograr con los mismos dos elementos de siempre. También agregamos un montón de samples o, mejor dicho, sintetizadores que grabamos y que luego reproducimos con pedales en vivo. Definitivamente fue un desafío sonar en el escenario como en el estudio, pero creo que lo logramos”.

La grabación de Beyond Vision fue un trabajo y una búsqueda específica por lo analógico. Billy Anderson, quien grabó todos los discos de Acid King, se encargó de llevar una cinta que es muy cara y difícil de conseguir en estos días, pero cuando llegaron al estudio se encontraron con que la única consola que utilizaba estas cintas había desaparecido. Conteniendo la angustia, por suerte lograron contactar a un ingeniero de sonido que trabajaba en el lugar y había comprado la consola antes de irse. En fin, pudieron trasladarla nuevamente durante algunos días pero después descubrieron que las cintas de Billy no servían. Mientras tanto, un amigo de Lori que trabajaba con los Dead & Company, los ex Grateful Dead, tenía un estudio no muy lejos con su propio tape deck, cintas y todo lo que necesitaban para cumplir con su objetivo.

“¡Y así sucedió! Pasa lo mismo con los autos y los amplificadores de los años ‘70, todo requiere mucho más trabajo. Tenés fusibles, válvulas y otras partes que necesitan ser calibradas o se rompen fácilmente, por eso la mayoría se desplaza hacia el lado de lo digital que es mucho más fácil y menos costoso. También es difícil encontrar gente que sepa trabajar con estas cosas y que sepa arreglarlas, así que inevitablemente quedan atrás. Pero se van y vuelven al mismo tiempo, como los vinilos: hay solo tres plantas en todo el mundo pero de pronto los vinilos están de moda y la gente vuelve a abrir fábricas. Ahora hay un lugar en Oakland donde tienen tres máquinas para cintas de dos pulgadas, así que no creo que se vayan del todo, o al menos ya estaré muerta cuando eso pase”.

Lo único malo con estos equipos, concluye Lori, es que hay que moverlos de un lado a otro, son pesados y ocupan mucho espacio, pero esto ya no le preocupa porque el ritmo de sus shows en Estados Unidos también sigue un ritmo moderado y despreocupado. “Europa es mucho más fácil para los músicos: podés alquilar una van, contratar a un conductor que también es tour manager, llevar todos los equipos e instrumentos ahí o dormir, mientras que en Estados Unidos es mucho más complicado. Así que este año decidí enfocarme en Europa y Sudamérica, y quizás en 2024 volveremos a hacer una gira por el norte del continente”. También ocurre que las distancias entre ciudades son mucho más extensas y son demasiadas horas de manejo por rutas desiertas, al igual que en el sur de Argentina. Y quizás por eso en nuestras latitudes también proliferó el stoner rock. 

Volviendo al título y al principio de esta historia, para el escritor francés Michel Houellebecq los libros pueden ser focos de resistencia porque se convierten en instrumentos de desconección: solo pueden apreciarse despacio. Franco Berardi (escritor y filósofo italiano) también propone “un movimiento del ocio y del sabotaje, un movimiento de la substracción y de la lentitud”. En este sentido, un disco que demanda la atención e inmovilidad del oyente, que sigue una estructura pausada y secuencial en contra del multitasking y la velocidad de lo simultáneo, también es un foco de resistencia en los tiempos que corren. Por eso Beyond Vision puede ser un alivio contra la ansiedad, para cerrar los ojos y dejarse llevar.//∆z

Acid King se presenta este viernes 8 de septiembre en Uniclub (Guardia Vieja 3360) desde las 19:00. Entradas disponibles a través de Alpogo