El montevideano Fernando Cabrera se presentó en el Caras y Caretas y repasó su extensa carrera. Un show íntimo y repleto de canciones en la fibra popular.

Por Ayelén Cisneros
Fotos de Lorena Bortoluzzi

¿Qué define a la canción popular? Algunas respuestas dirán que se ubica entre los géneros del folclore, o quizás entre los ritmos bailados en actos escolares. Pero también se puede decir que lo popular da cuenta de las temáticas en que las clases no dominantes pueden reconocerse. Fernando Cabrera tocó en la sala Caras y Caretas el jueves pasado y expuso su catálogo de canciones que lo definen como el cantautor popular uruguayo por excelencia.

Apenas una guitarra eléctrica acariciada y una voz para desplegar un fuego vital que capturó la atención de la sala entera por más de 22 temas y casi una hora y media de show. Cabrera tiene una fórmula que parece infalible: letras que conmueven y melodías que quedan rondando en la cabeza.

El uruguayo le habla a su público y describe la canción que va a interpretar con su nombre inclusive. Canta con una intensidad que va desde el susurro hasta el lamento, sus temas proponen un crescendo con una poesía dedicada a las sensaciones, los amigos, los amores y la Patria. El auditorio lo escucha en completo silencio, aplaude con ferocidad. ¿Cómo no sentirse identificado? ¿Cómo un corazón puede evitar estrujarse con una calle caminada con angustia o con una alegría profunda, con un recuerdo de la niñez o una frustración de la adolescencia?

Este artista nació en 1956 en Montevideo. Es profesor, productor y arreglador musical y formó parte durante finales de los ’70 y principios de los ‘80 del trío Montresvideo y del grupo Baldío. Hacia 1984 se convirtió en solista y en principios del siglo XXI logró consagrarse recibiendo diversos premios a su trayectoria.

El comienzo del recital incluyó un repaso por algunos de las canciones compuestas durante sus primeros años de su carrera: “Vidalita fea”, “Desbordando barrios”, “María Elena”, dedicado a su adolescencia y su abuela, y “Una hermana muy hermosa”, en una clara referencia a la libertad con eufemismos, según Cabrera “algo que ya no es necesario hacer ahora”.

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Agua que saca de quicio / la valiente paciencia / de todos mis hermanos / agua que plancha tu pelo / el mejor encordado / que tocó mi mano” cantó en “Agua” y de este modo dio rienda a la interpretación de una serie de temas clásicos de su carrera. “Llanto de mujer”, “Yo quería ser como vos”, “Por ejemplo” (en donde le pidió al público que hiciera en voz baja el contrapunto que le pertenece a Eduardo Mateo en la versión original), “Punto muerto”, “La casa de al lado”, “Te abracé en la noche”, entre otras.

“Pandemonios”, uno de los temas más celebrados por el público, comienza con una frase que parece resumir el espíritu nostálgico rioplatense a la perfección: “Sufro el dominio de los domingos / son como adelantos de Navidad / temo al fascinio de la verdad / hubo un comienzo y habrá un final”. Al promediar el show se pudo escuchar “Caminos en flor”, según Cabrera: “una canción dedicada a la Patria, a una madre, a una novia”; “Puerta de los dos”; “El tiempo está después”; y “Dulzura distante”.

En “Por ejemplo”, que en algún momento reversionó Loli Molina y otros artistas de la escena independiente local, el uruguayo recita casi sin parar unas líneas que transportan a Montevideo sin necesidad de tomarse el Buquebús y allí expone su capacidad de recrear imágenes y sensaciones: “Aquellas tardes con la radio en La Rambla / aquellos días con Marindia en el sol / Tengo un puñado de recuerdos de arena / entre los dedos con la arena vas vos. / Las tardecitas con violetas y rosas / los limoneros merodeando el galpón. / Estoy regando el tiempo con tu recuerdo / entre los dedos con el agua vas vos”. De nostalgia e intensidad está compuesta la fibra popular rioplatense.//∆z