El payaso skater más punk de la escena vuelve a los spots con cuerdas vocales nuevas.

Por Mauro D’Angelo 

Nunca mejor llamado un disco de esta manera, y es que esta era la manera en que todo el mundo esperaba la vuelta de una de las bandas de punk de California más importantes e influyentes de todos los tiempos.  All or Nothing es el nombre de este regreso, que marca una nueva etapa en la banda debido al alejamiento de sus filas de una de las voces más emblemáticas del palo. Jim Lindberg, anunció en agosto del 2009 su partida en buenos términos, entendiendo que su ciclo se había cumplido. Hoy se encuentra trabajando en su proyecto: The Black Pacific.

Estos veinticuatro años de carrera que cuentan con diez discos de estudio traen consigo nuevos desafíos. La partida de un miembro en una banda como es costumbre (y más aún si es el cantante) llena de incertidumbres a los fanáticos los cuales esperan que el “nuevo” esté a la altura del anterior; en este caso en particular una tarea nada sencilla. El tema de la aceptación y asimilación es el objetivo más importante con el que la banda se enfrenta en este momento, aún sabiendo que cuentan con una de las espaldas más anchas del universo punk. El elegido para ocupar la vacante, señoras y señores… frrrfrfrrfrfrr (redobles) Zoltán Téglás, proveniente de la banda Ignite. La voz de este muchacho de nombre extraño no se asemeja en nada a la del legendario y querido  Jimmy, se podría decir que es una voz no tan personal, más estándar para lo que es el estilo musical; lo que no quita que el descendiente de húngaros cante de puta madre. Obviamente si fue elegido por los Pennywise mal no lo debe hacer. Cuenta además en su currículum con haber participado para Misfits en su gira del año 2000 en los meses de octubre-noviembre en reemplazo de Michael Graves.

Ya hablando propiamente del álbum, como ya es costumbre y al igual que sus anteriores creaciones, el disco fue lanzado por la discográfica Epitaph del guitarrista Brett Gurewitz, miembro de Bad Religion. La sensación que da en un principio es la misma que cuando se ve aquél primer capítulo de los Simpsons en que a Homero no le hizo más el doblaje de su voz Humberto Vélez, algo decididamente no anda bien. Es normal que eso ocurra, fueron  veintiuno los años y nueve los discos en los cuales el frontman fue otro. Sin embargo a medida que los temas van pasando, uno se va acostumbrando y va entendiendo que la esencia aún está intacta. Con una obra de catorce temas (entre ellos dos tracks bonus) siguen siendo fieles a su estilo; nada afuera. Es decir, palo y palo, parece un disco propio de los años noventas del siglo pasado. Instrumentalmente Dragge, Bradbury y Mc Mackin siguen siendo una máquina. Temas como “Seeing Red”, “Revolution”, “Stand Strong”, “Waste Another Day” y el que da nombre a la creación, son un pandemónium organizado de tres minutos en promedio que motiva hasta al más cobarde o débil… incluso al niño con ortodoncia, a entrar al mosh pit más rabioso y salvaje. Hardcore melódico de lo más refinado que se puede encontrar hoy por hoy, no se puede dudar ni un instante de la calidad del material y más en la época de sequía en la que se encuentra este género. Decir que el disco es malo remite a la necedad de los nostálgicos, que aún no pudieron escapar de la angustia por la salida de la banda de uno de sus miembros fundadores. Sin embargo, es verdad que existe un nuevo Pennywise. Canciones como “Society” o “Bro Hymn” cantadas por alguien que no sea Lindberg debe ser bastante molesto, pero no se puede caer en la comparación ya que sería ingresar en un círculo vicioso que no permitirá el disfrute de lo nuevo y tampoco de lo pasado. Por eso la decisión más sabia es relajarse y escuchar buena música, y este disco quédense tranquilos, tiene de sobra. Eso sí olvídense, de permanecer sentados… no podrán hacerlo.

Nos vemos Jim, bienvenido Zoli. Larga vida PW!!!//z

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