Ochentas, comics y un mosaico de visiones apocalípticas acompañado por una banda de sonido conformada por lo más representativo de la música pesada de esa época conforman un clásico de culto de visión obligatoria para los amantes de cualquiera de esos géneros, a 30 años de su estreno.
Por Mauricio Pérez Gascué
Recién comenzaban los ochenta y el mundo estaba atravesando una crisis. A las dictaduras regionales había que sumarle que Estados Unidos afrontaba una de las peores crisis económicas de su historia mientras mantenía su guerra fría con Europa del Este. Entonces no es de extrañar que, en esos tiempos, la visión que se tuviera del futuro fuera bastante siniestra. Títulos como Mad Max (1979, Australia), Blade Runner (1982, EEUU) y Le Dernier Combat (1983, Francia) entre otros, confirman que era un fenómeno cinematográfico a nivel global.
De esa misma época es esta película canadiense. Se trata de una antología de historias, exactamente una media docena a la que se suma una pequeñísima historia que hace de hilo conductor de las otras a manera de prólogo y epílogo, y que de alguna manera remarca la temática dominante dentro de este mosaico. El Loc-Nar, una esfera verde brillante encontrada en el espacio, contiene dentro la suma de todos los males. Así se le presenta a una niña que es invitada a mirar dentro suyo, para enterarse de qué manera influenció a diferentes sociedades a través del tiempo y del espacio.
En cuanto a las pequeñas historias que contiene, podemos ver la de un taxista en una Nueva York hundida en la miseria en el año 2031: una auténtica jungla de asfalto en la que se entremezclan la tecnología propia de ese futuro, una indigencia generalizada, la anarquía reinante en calles donde sólo los más fuertes sobreviven y la mirada ácida de ese taxista que se ve envuelto en una especie de policial tan negro como esa ciudad (salvando las diferencias estéticas del género). También vemos la historia de unos bárbaros mutantes de un planeta indeterminado (que bien podría ser la Tierra en otra era) que deciden arrasar con un pacífico poblado, en su búsqueda por aniquilar una vieja raza de guerreros y a la última heredera de esta raza, que vuelve para confrontarse primero con el líder bárbaro y luego ir por el Loc-Nar.
Este proyecto nació de la revista homónima Heavy Metal, un valuarte del cómic norteamericano. Para que se den una idea, es muy similar en formato y estilo a nuestras D’Artagnan, El Tony o Fantasía, donde las historias mezclan ciencia ficción, erotismo, violencia y fantasía, al igual que la película. Es por eso que cada historia posee, a pesar del hilo conductor, una trama, un tono y hasta un estilo muy diferente entre sí, propio tanto del creador de cada historieta a la que pertenecen así también como de los directores que participan en esos episodios y de los distintos estudios de animación en las que fueron realizados (esto último para acortar los tiempos de producción). Incluso, muchos de los segmentos fueron realizados con diferentes técnicas de animación, que van desde la tradicional hasta el uso del rotoscopio: un sistema que permite filmar actores y objetos para luego manipular esas imágenes utilizándolas como base donde se puede dibujar encima, consiguiendo una animación más compleja. Lejos de quedar como un pastiche, más bien todo lo contrario. La película en general, a pesar de semejante diversidad, goza de una muy sana coherencia estética, sobre todo gracias a la supervisión general del proyecto como director de Gerald Potterton y de sus productores Ivan Reitman y Leonard Mogel.
Finalmente un detalle no menor es la banda de sonido. El título de la película obligaba (además de la temática) a ofrecer un soundtrack poderoso del que forman parte: Black Sabbath, Sammy Hagar, Nazareth, Cheap Trick, Grandfuck Railroad y Blue Oyster Cult. Pero no sólo de rock vive la película, también participan Journey, Stevie Nicks y Devo, entre otros.
Tengan en cuenta que a pesar de las diferencias estilísticas, ser de animación y estar compuesta por historias de diferentes autores, es probablemente el mayor precedente cinematográfico del género que tuvo Sin City, en todo sentido. Así que, si les gustan los comics, las visiones apocalípticas, la animación, el metal, el erotismo y la violencia, no dejen de ver este clásico que está cumpliendo 30 añitos. Si no sos experto en el tema y tenés ganas de ver algo bueno, es un excelente punto de partida.