Incubus editó If Not Now, When?, su octavo trabajo discográfico, donde vuelven a ofrecer más de esa notable cualidad que tienen como banda: buscarle siempre la vuelta al sonido.
Por Matías Roveta
Para Incubus los ’90 quedaron muy lejos. De esa banda explosiva que a base de discos eclécticos y geniales, como S.C.I.E.N.C.E. (1997) y Make Yourself (1999), incendió la escena del metal alternativo con su fusión de géneros antagónicos y a priori incompatibles -que podría ser definida como crossover experimental- realmente queda muy poco. Lejos, muy lejos, quedaron esos riffs metaleros de Mike Einziger, la técnica de slap funky en el bajo de Dirk Lance (quizás por eso abandonó la banda en 2003) y el scratching del DJ de turno (primero Galvin Koopell, ahora Chris Kilmore), pinchando pistas en un tocadiscos digital sobre la base de temas rockeros.
Incubus es esa misma banda que le generó a los críticos la pregunta de qué carajo es lo que hace Incubus. Surgieron en el seno del Nü metal en los ’90 y se consagraron en el Ozzfest (el festival heavy organizado por el Príncipe de las tinieblas), pero más allá de los giros hip-hoperos y del sonido distorsionado de sus discos -que compartían con bandas como Korn, Deftones o Limp Bizkit-, su horizonte siempre estuvo alejado de esa escena. La búsqueda artística innovadora, el espíritu inquieto, la complejidad de sus composiciones (fusionaron desde metal y funk, hasta jazz, electrónica y música oriental) y cierto virtuosismo de sus músicos, los acercó más a bandas como Red Hot Chili Peppers, Primus, Living Colour o Faith No More.
Pero a partir del que, hasta ahora, es su mayor éxito comercial –Morning View (2001)- Incubus le dio un vuelco grande a su sonido: ingresó a las filas del mainstream y generalizó la búsqueda de la canción de rock alternativo perfecta en todos sus discos posteriores. En ese sentido, sus últimos álbunes –A Crow Left of The Murder (2004) y Light Grenades (2006)- trabajan en el terreno de la canción. Nada de experimentación ni mezclas raras, mucho menos de muros de guitarras agresivas y colchones de notas gordas, If Not Now, When?, el octavo disco de estudio de Incubus, continúa con la tradición de sus predecesores, y es un álbum apacible, tranquilo y reflexivo. El soft rock que recorre toda la obra es el resultado del trabajo de una banda dispuesta a componer música más sencilla y minimalista, y que va a dejar a sus fans más acérrimos con ciertas cuotas de insatisfacción.
Prometedor es el arranque con “If Not Now, When?”, una cálida cabalgata mid tempo. Cuando Brandon Boyd va construyendo esa bella melodía ascendente y sostiene con notas altas los fraseos finales de cada verso, parece poner a prueba su voz y deja en claro que su amplio registro vocal lo pone por varios escalones encima en relación a su pares dentro del metal alternativo de los ’90 (ese es otro de los rasgos por los que siempre fue difícil encasillar a Incubus en el Nü metal). Igual de interesante resulta la doble melodía de bajo y piano en “Promises promises”, acompañada por sutíles intervenciones en guitarra de Mike Einziger, ese polifuncional violero capaz de tocar los riffs más distorsionados, y también de crear texturas, climas y terrenos sonoros para el lucimiento de Boyd como cantante, que en el estribillo se acerca peligrosamente al teen pop.
Sin embargo, más que buenas canciones If Not Now, When? tiene buenos momentos dentro de ellas: los potentes redobles de José Pasillas en “Isadore”; las guitarras acústicas que recuerdan el folk rock de Led Zeppelin III (1970) en “Defiance”; los punteos con claras reminicencias a la música oriental en “Friends and Lovers” y “Thieves”, algo en lo que Incubus ya había trabajado en canciones como “Aqueous Transmission”, del gran Morning View, y el descenlace de rock de relajación en “Tomorrow’s Food”, son algunos buenos ejemplos.
Probablemente “In the Company of Wolves” sea lo mejor del disco: una balada que incluye un pasaje de trip-hop circa Massive Attack y desemboca en un solo con furiosos contrapuntos de Einziger. Esos giros progresivos recuerdan el pasado glorioso de Incubus, pasado que también sale a la luz con el riff acuoso y oscuro de “Adolescents” –primer corte de difusión del álbum-, pero siempre pasado al fin; el eterno recuerdo de una época que ya no vuelve.
Justamente en entender que Incubus está un plan musical muy personal, está lo mejor de If Not Now, When? Hoy, Incubus es una banda madura, segura de sí misma y dispuesta a disfrutar de su música. Está claro que no quieren ser encasillados (“Eso es lo que nunca hice, promesas, promesas”, canta Boyd en “Promises promises”), y que, gracias al éxito cosechado en tiempos pasados, pueden correr riesgos artísticos. O como dice Boyd en el track que da nombre al disco: “Si no es ahora, cuándo?”. Eso siempre debe ser valorado.
AZ recomienda: “In the Company of Wolves” y “Adolescents”.