Hekht Libros lanzó la colección Pyra (en coedición con el Fondo Nacional de las Artes), que recurre a saberes milenarios, paganos e históricamente marginales (curanderas, brujas, herejes, místicos) para reflexionar sobre problemáticas actuales. El género, la sexualidad, la política y el tratamiento del dolor son algunos de los dilemas explorados en estas obras que escapan a los lugares comunes de la reflexión académica.
Por Juan Alberto Crasci, Pablo Díaz Marenghi y Paula Rosa
Mi sangre: Pequeña historia de las reglas, de aquellas que las tienen y de aquellos que las hacen – Élise Thiébaut
En épocas de fervientes movimientos feministas, cambios de paradigmas y una conciencia de género en alza, este libro apunta hacia esa misma dirección y ayuda a derribar mitos. ¿Qué significa menstruar en una sociedad occidental? ¿Por qué la sangre de la menstruación nos da asco y no ocurre lo mismo con la sangre vertida desde otras partes del cuerpo? ¿Qué ocultan las marcas de toallas sanitarias y tampones? ¿Qué pasaría si los hombres fueran los que menstruaran?
Este libro trae respuestas a muchas preguntas que las mujeres se han hecho desde siempre, desde el momento en el que una se convierte en “señorita”, y puede ser también una buena guía para hombres que quieran comprender el ciclo menstrual, con sus dolores e incomodidades. Mediante una lectura amena, guía al lector desde la propia experiencia de la autora (Élise Thiébaut, escritora y periodista francesa) acerca de sus años fértiles, cargados de sangre menstrual, historias, mitos y tabúes que han sabido atravesar generaciones a lo largo del tiempo para seguir torturando mujeres y adolescentes hasta el día de hoy. Creencias nacidas en tribus, religiones, civilizaciones antiguas y sustentadas actualmente por ignorancia y desconocimiento, pero también utilizadas con tendenciosidad a su favor por parte de las grandes marcas de productos de higiene femenina. Respecto a esto último, se arrojan datos contundentes acerca de la elaboración de estos productos con sustancias químicas que han llegado a ser tóxicas para el organismo, al punto de aniquilar la flora vaginal o, incluso, provocar la muerte de una joven de dieciséis años por usar un tampón durante veinte horas. Por este motivo, muchas marcas prefieren no revelar los componentes de sus productos.
Con respecto a las religiones, existe un prejuicio en torno a la regla en los tres credos más importantes del mundo. Según el judaísmo, la mujer es impura durante el tiempo que dure su sangrado. Lo mismo ocurre en el Islam, donde “la regla es descripta como un mal, una invalidez o una mancha”. Para el catolicismo, predominante en América Latina, esta impureza es un poco menos estricta. Pero todas ellas comparten un único dios; un poder masculino que delega lo femenino a un plano secundario. A su vez, en algunas costumbres y rituales religiosos o paganos, aparecen diversas maneras mediante las cuales el hombre simboliza una menstruación o sangrado masculino. Por ejemplo, la circuncisión para los judíos o, incluso, la ingesta de sangre a través de la Eucaristía para los católicos.
La sangre vuelve a brotar en uno de los mitos fundantes de la sociedad: la prohibición simbólica del incesto; la no consanguinidad. El libro también abre el debate en torno a métodos anticonceptivos, sus orígenes, pros/contras y al amplio mundo de la higiene femenina, que va desde el tampón, las toallas higiénicas lavables y reutilizables, hasta al “flujo instintivo libre”. Este consiste en la retención de la sangre del periodo recurriendo tan solo a la ayuda de los músculos internos hasta que sea posible dejarla fluir en el baño. Es un método amigable con el medio ambiente y económico, teniendo en cuenta los costos elevados que suelen tener los productos para el cuidado íntimo femenino.
De este modo, Mi sangre… invita a la reflexión acerca de cómo la mujer transita su ciclo menstrual y qué puede hacer para sentirse más cómoda al estar inmersa en una sociedad patriarcal que estigmatiza, somete y juzga su cuerpo. Interpelando a los hombres, la autora cita un tuit de la artista Charlie: “Imagina si a los hombres les repugnara tanto la violación como les repugna la regla”. Paula Rosa
La brujería capitalista, de Isabelle Stengers y Philippe Pignarre
Stengers y Pignarre, en La brujería capitalista (2018), se adentran en un análisis del capitalismo partiendo de la idea, impuesta por el propio sistema, de que no hay afuera del capitalismo, de que no hay opciones ni formas de vulnerarlo. De este modo, el capitalismo es un hechizo que no permite otras formas de pensar y de actuar más que las propuestas desde adentro. A estas propuestas las llaman “alternativas infernales”, ya que, se elija la alternativa que se elija, el beneficiado será el propio sistema, y la elección es otra ilusión más de ese hechizo al que estamos sometidos.
A este sistema brujo los autores lo enfrentan con teoría y práctica. Marx, Deleuze y Guattari (se utilizan conceptos de los autores de Mil Mesetas y El anti-Edipo: agenciamiento, devenir, etc.), las experiencias colectivas norteamericanas y francesas y la wicca, son algunos de los puntos de partida desde el que piensan las maneras de romper la inmovilidad, las “capturas” propuestas por el sistema. Dicen que hay más que hacer que quedarse en la denuncia, la resignación y el desprecio por la política, ya que son las propias armas planteadas por el capitalismo para que lo enfrentemos. Puro espejismo. Y que el sistema brujo por excelencia, el capitalismo, se posiciona desde el lugar de la razón y de la ciencia para despreciar otros saberes y otras prácticas, aunque las utilicen sin darlas a conocer. Lo que se opondrá al sistema será una nueva forma de pensamiento y de la práctica que se nutra de diversos saberes y discursos que se opongan a esas alternativas infernales binarias.
Un clima de época recorre el texto, la idea de que es posible presentar alternativas al sistema vigente (Mark Fisher trabajó sobre lo mismo). El grito de guerra del libro, “¡Otro mundo es posible!”, funciona como un eslogan a lo largo de las páginas. Desde esa frase, los autores intentan devolverles poder a las palabras, a modo de ritual colectivo, consciente, para poner a funcionar el pensamiento. Porque si bien los autores (una filósofa y un editor) no proponen soluciones ni salidas fáciles, sí saben de la necesidad de hacer pensar a la gente. Juan Alberto Crasci
Curandería, de Victoria Larrosa
En 1970, Mauricio Birabent, mejor conocido como Moris, cantaba: “Escúchame, hermano, entre este ruido actual”. Dicha proclama, embebida de hippismo, bohemia y contracultura, podría funcionar como subtítulo de este libro que se interroga acerca del acto de escuchar. La autora, psicoanalista especializada en terapias y diagnósticos del dolor, se interesa en particular en la relación entre los sujetos dolientes, las expresiones de dichos síntomas y los intérpretes que se encargan de solucionar dichos malestares.
El texto dialoga con relatos míticos y académicos, recurriendo a conceptos de, por ejemplo, el Anti Edipo de Gilles Deleuze y Felix Guattari. También se cuelan referencias a la cultura pop, como Spider (2002), película de David Cronenberg. El formato es híbrido: oscila entre el ensayo, la poesía y el glosario. Se intercalan definiciones, reflexiones sobre la locura, el delirio, la esquizofrenia, trastornos psicológicos, los gualichos y el pasaje de la naturaleza a la cultura. La introspección es otro de los subtemas que atraviesa el trabajo interdisciplinario, ya que propone entender al dolor como una sospecha. El principal desafío actual, en una era donde las personas cada vez se escuchan menos, sería el repliegue hacia los adentros para poder así conocer mejor el interior de uno mismo. Es decir, el auto-conocimiento, un terreno mucho más explorado por corrientes espirituales y filosóficas orientales (budismo, hinduismo, pensamiento zen), a las cuales la cultura occidental suele acercarse desde un consumo posmoderno/cool/chic/tilingo.
La clave de interpretación de esta obra aparece en el apartado final (Curandería), una transcripción de una conversación en la librería La Libre, de San Telmo: “cuando se cura el empacho se le habla al estómago, el vínculo que se establece en la cura no pasa por tu idea del dolor, ni por lo que narres sobre tu dolor, por eso es tan eficaz, es una conversación con las vísceras. Hay una empatía entre lo que cura y lo que sufre, donde las personas son solo momentos de ese vínculo, convenciones”. Esa sería la escucha que propone la autora sin esquivar cierto componente metafísico. Por un lado, algunas religiones crecen y se cuelan en las casas de gobierno, como el evangelismo. Otras son cuestionadas, como el catolicismo, y pierden adeptos. En el medio de este ruido actual compuesto de rosarios polvorientos, pastores rockeros y manuales de fengshui, Curandería invita al repliegue hacia los adentros, a cierta humildad olvidada en la humanidad que deje de lado su histórica omnipotencia. Pablo Díaz Marenghi