Hablamos con el productor de Fito Páez sobre el trabajo que hizo en La Ciudad Liberada, el último disco del músico rosarino.
Por Gabriel Dávila
“A mí hay cosas que me transformaron. La música de Fito me transformó. A veces, cuando estamos tocando, me imagino que estoy transformando a otro Diego, en algún lugar, en algo horrible”, aventura e ironiza el talentosísimo multi instrumentista, director musical y productor de Fito Páez desde hace siete años, Diego Olivero, que en una charla con ArteZeta nos presenta La Ciudad Liberada, el último trabajo del cantautor argentino, y quizá el más complejo y talentoso del siglo XXI.
AZ: Una gran parte de la crítica define La Ciudad Liberada como el mejor disco de Páez en los últimos 20 años, incluso entre los grupos de admiradores se da un debate interesante sobre el tema.
Diego Olivero: Si, es verdad, las críticas son positivas mucho más que en otros discos. A mí me parece un trabajo inspirado, que tiene vuelo. En todos los discos sentí que había cosas importantes que decir pero creo que este tiene un brillo especial. La monada no se equivoca nunca, si este disco está dando una discusión por algo es. Igual, según me contó Fito, él no hace algo distinto de lo que hizo en Giros (1985), El amor después del amor (1992) o Ey! (1988), no hay una diferencia de método para decir “Fito recuperó algo”. En éste tal vez apareció algo artístico que hace resonancia con mayor cantidad de gente, pero el método de producción es el mismo de toda la vida, la diferencia está solo en la simpatía que hace con más público. Me encuentro mucho con ese dilema que te dicen: “a mí me gusta más el Fito de antes”, y yo les pregunto: “¿y vos quién eras antes?” Y me parece que es una parte de la ecuación que nadie tiene en cuenta, quién era esa persona que recibía ese mensaje, que no es más ahora. Como estamos hablando de música, de arte, no hay un absoluto. Es decir, acepto todas las opiniones aunque no las comparta. Ya que se dé una charlas sobre algo así, es valiosísimo. Estamos hablando de ideas, de movimiento.
AZ: ¿Se puede escapar de eso? ¿De ver cómo lo recibe el otro, en tiempos de redes sociales?
DO: Creo que no. Hay un enano horrible dentro nuestro que no te deja escaparte. Es como mirarte al espejo o comprarte ropa nueva. Todo eso lo hacemos porque claramente nos importa la mirada del otro. Tratamos de hacer como que no, pero sí. Y la verdad que a mí me alegra cuando veo que el trabajo que hacemos gusta y me da mucha bronca, cuando no gusta o mejor dicho, cuando se agrade y hay mucho laburo atrás.
AZ: ¿Hay mayor enojo en este disco?
DO: Creo que todos estamos un poco más enojados. Voy a hablar por mí, por nadie más: este presente me da una infinita tristeza, como que se desarman cosas que me parecían que estaba buenas, que iban para un lado bueno y se van perdiendo una sensación de respeto y de igualdad ante la gente que en el discurso de la calle está como muriendo y eso me da mucha tristeza. Siento que se va para atrás, pero al medioevo no a los ochenta. Volvemos a la época donde el rey comía con sal y los demás no.
AZ: Fito tomó un posicionamiento político que no estaba muy lejos del que venía sosteniendo desde “Cuervos en la Casa”, canción de Del 63 (1984), pero en este álbum fue más a fondo desde la tapa hasta la mayoría de las letras.
DO: A mí me han dicho: “¡Fito me re gusta pero se tendría que callar más!” y yo les digo: “¿por qué se tendría que callar más? ¿Para hacértelo más cómodo a vos? ¿Para que sea algo que no es nada, y vos lo pongas en tu construcción de la realidad que más te guste? Para decir: ¿Hay cosas que están mal y otras que están bien? Si claro, en el mundo hay cosas que están mal y otras que están bien. En mi cuerpo hay cosas que están mal y otras que están bien, pero este no creemos que sea el momento para un mensaje así. Ahora tenemos más herramientas para saber de qué se habla, y lo cierto es que a principios de los ochenta estaba más claro donde te tenías que parar. Pararte del lado de la Derecha era nefasto. Ahora se hacen llamar “Republicanos”, “Centro Derecha” y para mi sigue siendo el mismo lado nefasto de siempre.
AZ: ¿El artista necesita que esté todo mal, para que aparezca su máximo poder creativo?
DO: Es raro, es algo que yo pensé muchas veces. En verdad, es más tiempo en el que estuvo todo mal y en que me sentí más en desacuerdo, que de acuerdo, así que deberíamos estar más acostumbrados al inconformismo. Siento tristeza en general y que la calle está en llamas.
AZ: ¿Y hablan de eso en el disco?
DO: Es que el mundo está así, creo que es una corriente en todo Occidente que no deja lugar donde escaparte. Y este disco no es otra cosa que un reflejo de eso.
AZ: ¿Cómo es eso?
DO: Cuando armamos el disco, Rodolfo me contaba que lo veía como su mirada del mundo, en donde todo el tiempo la cámara hace como Google Earth, primero hace una toma general y después se acerca a un punto. La cámara va desde la Luna, foco, y luego un zoom a la Tierra, a un punto determinado. Hay una parte donde se ve claro, en “Otra vez el sol y el “Secreto de su corazón”. Primero está la mirada del mundo como una “bola dando vueltas en el universo”, de golpe termina la canción (“Otra vez el Sol”) y hace un zoom directo a la Triple frontera, a la pelea de dos hombres por una mujer que se cagan a cuchillazos entre el barro, las gallinas y dos caballos, como la cosa más macro que se pueda hacer. Ahí creo que se puede visualizar ese salir y entrar en el mundo que busca el disco, en la misma canción tenés un mundo apocalíptico o de redención.
AZ: Estamos hablando de alguien de más de 30 años de carrera, ¿es difícil no repetirse con tanta producción en tantos años?
DO: Recibí ese tipo de críticas incluso de colegas. Un artista tiene que expresarse y no disimular como es, no maquillarse. Tendría que haber menos productores que meten la cuchara, tratando de disimular las cosas que son “incomodas”. Sino, lo único que hacés es maquillar a un artista y no considero que sea una cosa que hay que hacer. Hubo productores que le dijeron a Fito que “Polaroid” era una canción mala y que un Vestido y un Amor era una balada muy melosa, entonces con esos antecedentes, ojo porque podés estar cortando algo muy valioso. Algo que además representa al artista, esas son sus creaciones. Leí algunas críticas sobre los homenajes sonoros que tiene el disco, como que no era algo original, o interesante, como si fuéramos a robar ideas al cancionero popular, me parece que es una mala interpretación de la cosa, sino que justamente son guiños. Si “Wowowo” cuando arranca tiene unos acordes que suenan como “Imagine” de Lennon, no es porque quiero copiar a Lennon sino porque: ¡ey! ¡Es Lennon! Algunas cosas son inconscientes y otras son apropósito, en “Tu vida mi vida” esa base cuadradita de la batería es Charly García y está bien.
AZ: Lo veo mucho más Charly este disco que Rock Roll Revolution por ejemplo.
DO: Hay una cosa que es real, tanto Fito como yo somos, no fanáticos de Charly Garcia, sino más que fanáticos, en RRR era un disco que lo presentábamos como homenaje a Charly, entonces decíamos ¿él pondría este piano acá? ¿Pondría una guitarra así? Era no copiar formas de producción, sino nuestra idea de lo que es la forma de la música de Charly García y usarla.
AZ: Este álbum está logrando una discusión que no venían logrando y eso es genial.
DO: Eso es genial. A mí me da mucha felicidad. Porque es un disco que costó mucho hacerlo, son 18 canciones. Son muchas horas de producción en Spector que es un estudio de acá de Baires. Nos encerramos varios días a trabajar sesiones de 10, 12 horas, más lo que hicimos en mi estudio o en su casa, en la Angostura. Cuando sale un disco gigante de 18 canciones y tiene este recibimiento, la verdad que se siente bien. Hablábamos con Fito por teléfono, “mira ésta crítica que siempre nos matan, nos dicen que está buena”, no es que mueva mucho la aguja pero sí que te da una sensación de que costó tanto sacarlo y ver que tiene tan buena respuesta siempre es positivo. A los discos les ponemos amor, después lo tirás a la cancha y que vuelva de este modo está bueno.
AZ: Y con lo importante que es que se dé una discusión sobre un disco en tiempos donde ese formato parece tener los minutos contados.
DO: Mientras lo estábamos haciendo, pensábamos muchas veces: “somos los únicos locos del planeta que estamos pensando en esto”. No solamente el disco, es que es un trabajo que solicita darse tiempo para escucharlo, darle el vuelo para disfrutarlo, porque acá pusimos un tecladito que entra por acá, con un efecto especial para que pase esto y para entenderlo tenés que estar ahí.
AZ: ¿Es de otra época?
DO: Claro, no podés estar lavando el auto y escuchar ese tecladito. Eso es alucinante. En una época donde la tecnología es tan económica es cuando peor se escucha la música. Hoy por 2.500 dólares tenés un sistema de audio que en los ochenta valía 25 mil dólares, lo que costaba casi una casa, pero todos escuchábamos música mejor. Escuchábamos agudos, graves, y silencio en la casa para escuchar el disco del lado A y B, ahora no. Está el fucking teléfono que no reproduce ni agudos ni graves, ni nada, apenas escuchás la canción. Es una época dónde es muy económico comprarte un sistema como los que soñábamos, y casi nadie se da el tiempo para escuchar música con la idea que tenemos cuando la estamos produciendo: “tardé 15 horas para mezclar este tema, vos escuchándolo por el teléfono no te vas a enterar nunca”.
AZ: ¿Y no te da bronca cuando estás 15 horas para mezclar un tema y viene un cabrón y te dice “esto es de Charly”?
DO: Sí (risas), pero esa es la parte que yo te decía, del ego que todos tenemos.
AZ: Pero es algo que está en el ser humano, ¿por qué lo vamos a negar?
DO: Sí, claro. Pero también es verdad que si vos no lograste traspasar esa barrera, tal vez hubieses necesitado 25 horas para traspasarla. Casi siempre es la estupidez del otro, para no pensar eso también hay que ver qué parte es tu responsabilidad. Eso es mucho más tranquilizador porque es lo único que uno tiene poder: sobre lo que uno hace de las cosas, y no esperar todo del otro. Quizá si a esa persona uno tuviera la oportunidad de explicarle toda la cocina que se está perdiendo , podría salir de la cosa rápida de decir: “esto es tipo Charly Garcia”.
AZ: La Ciudad Liberada ya está en la calle y por ahora la respuesta es más que buena, ¿Qué esperan de este disco?
DO: Siempre hablamos de eso. Hay un Ejemplo que es tremendo: Ciudad de pobres corazones (1987) creo que vendió 15 mil copias. Es decir, hay solo 15 mil personas más como vos, en un país de 30 millones. Entonces, para nosotros es muy importante porque forma parte de nuestra vida pero lo real es que a nivel popular no es tanto como nosotros creemos. Tampoco es tan importante el número final. Creo que ya está hecho, a mi hay cosas que me transformaron y eso es lo que pienso muchas veces cuando toco, capaz que hay otro Diego que estoy transformando sin querer en algo horrible, pero no hace falta tocar muchas cabezas, con que toques una alcanza. Está buenísimo. No hace falta ser el transformador de masas, quizá moverle la cabeza a solo uno vale la pena.
Nosotros estamos felices con el resultado final, tiene canciones que yo veo redondas, tocadas con músicos de puta madre y con ese Fito que a mí me vuelve loco. Como el de “La mujer de torso..” que se vuelve surrealista, que cuenta una historia con personajes únicos o el “Ataque de los Gorilas”, donde deja un mensaje fuerte y claro, que ni siquiera hace falta explicarlo. Para terminar diciendo que al final seguimos en la misma historia de siempre, tocar el piano para esperar que las chicas vengan.//∆z
Track Track:
El top five de Diego Olivero del disco La Ciudad Liberada
“Wo wo wo”
Alucinante. Tiene esa cosa medio de Lennon al principio, medio de sueño, ese clima, después viene una cosa mía favorita: la música Brit. Tiene todo lo que me gusta de la producción de la música, tiene ese estribillo, tiene lo que hace Débora Dixon al final. Me gusta la parte instrumental, es un poco Jeff Lynne, un poco Beatles. Las cosas que más disfruto cuando escucho música están ahí.
“Tu vida Mi vida”
Espectacular. La melodía y la producción a lo García con algo de “Tres Agujas”, que siempre me fascinó. Poner el pad con esos acordes, esa base de batería que parece simple pero es super efectiva. Y ahí está un solo de guitarra mío que me vuelve loco, me encanta escucharlo, está mal que lo diga pero es mi favorito.
“Soltá”
Tiene una terrible complejidad rítmica, una letra que me parece alucinante, y un estribillo con guitarras y batería furiosa que me parece que le da muchísimo.
“Nuevo Mundo”
La base y la estrofa son un hallazgo de la onda y el final tipo Bowie abriéndose es alucinante. La hizo Fito en el estudio, metió esa parte media marciana y cuando la escuchamos la rompía.
“Otra Vez el Sol”
Es una canción gigante, con esa forma que parece venir del espacio. Ver el mundo flotando es una imagen power y la producción acompaña esa atmósfera. Hay un laburo buenísimo de Mariano López, llevó la canción a otro lugar.