El viernes en Niceto Club, Clap Your Hands Say Yeah repasó su disco debut y los grandes éxitos de su carrera.
Por Santiago Berisso
Fotos de Nadia Guzmán
Es habitual escuchar a un músico o una banda decir que su mejor trabajo discográfico es el que está por venir. Su mejor disco nunca es uno que haya sido editado años atrás. Y tiene sentido escucharlo: ¿Levante la mano el que no tiene, aunque sea, la ambición de superarse día a día en lo que hace?
De cualquier manera, los hechos hablan y la “excusa” que trajo a Clap Your Hands Say Yeah a la Argentina nuevamente fue el décimo aniversario de su homónimo debut, lo cual no necesariamente nada contra la corriente de esta suerte de ambición musical, por ponerle un nombre, pero sí habla de la madurez de una banda, fundamentalmente, de su ideólogo Alec Ounsworth, al no renegar de un primer paso magistral. Mucho más que eso, reconoce que la mayor cantidad de sombreros se quitarán indefectiblemente cuando esas doce canciones sean las revisitadas.
Y así sucedió en Niceto, en lo que fue su segunda visita a nuestro país, con banda íntegramente renovada, si hablamos de sus miembros. Menos su cráneo, claro. Con el ya clásico e indivisible par boina-anteojos y megáfono en mano, Ounsworth dio inicio a una noche en la que el cuarteto repaso, sin vueltas y de pies a cabeza, dicho trabajo. Con el correr de los temas, se fue aceitando el vínculo con un público que se encendió al escuchar los primeros segundos de “The Skin Of My Yellow Country Teeth”, seguramente su mayor emblema, al día de la fecha. A su vez, logró robarle la primera sonrisa al quedarse coreando un buen rato la melodía de la juguetona y fantasmagórica “Upon This Tidal Wave Of Young Blood”, que antecedió a la mansa “Strangled Caravan”, con Ounsworth en soledad. Y con ella se terminó de confirmar que uno deberá sortear una parva de obstáculos si pretende no ser hipnotizado por el sufrido y resquebrajado tinte de su voz. No hay nada que hacer.
Quitando algún que otro acople, con cuya persistencia su frontman bromeó: “Descuiden, esto lo hacemos todas las noches”, la banda sonó sólida, tan frenética como fina en lo pequeño. En un vivo, la chance de correrse un poco de la versión de estudio siempre está, es sólo cuestión de saber qué hacer con ella: Clap Your Hands And Say Yeah supo darle la cuota exacta de sangre a la ocasión.
Una vez hecha la tarea, se dedicaron a picotear un poco de sus tres restantes discos (Some Loud Thunder, Hysterical y Only Run), con lo que se permitieron matices más atmosférico-espaciales. Allí reinaron las guitarras más voladas, quizás la mayor libertad en cuanto lo instrumental y alcanzaron el pico shoegaze con “Coming Down”, antesala del desquiciado “Satan Said Dance”.
En poco menos de veinte canciones, Alec Ounsworth demostró que es un gran cancionista y que sabe rodearse de aquellos músicos que le posibiliten llevar su obra a un punto que la distinga (poco o mucho, a gusto del consumidor) del montón de lo que ha dado en llamarse indie.//∆z