¿Qué es lo que un hombre debería tematizar en una canción? ¿Puede cuestionar el hecho de que el amor sea pensado como un bien material? ¿Hablar de un padre homosexual? ¿Cuántas formas existen de cantar al amor y a la ausencia? 10 años después del comienzo de la carrera solista de Gabo Ferro, estas preguntas buscan nuevas respuestas en una serie de conciertos que repasan todos sus discos en el Teatro Payró.
Por Ayelén Cisneros
El ciclo Espacio contra el estallado, que se desarrolla durante todos los viernes de agosto, se trata de una retrospectiva de la obra del cantautor y tiene una puesta en escena por parte del director de teatro Rubén Szuchmacher. En 2014 esta dupla realizó la ópera contemporánea Ese grito es todavía un grito de amor sobre textos de Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes.
Gabo Ferro emprendió su camino como músico solista hace diez años. Canciones que un hombre no debería cantar, su primera obra, se compuso en ocho días en 2004, se grabó en febrero de 2005 y en abril de ese mismo año se presentó en vivo. Aunque suene extraño, Ferro desde el final de su banda Porco, en 1997, hasta 2004 había dedicado su vida a otro amor, la historia, tanto que hasta había vendido sus instrumentos. La composición de su primer disco tuvo la forma de una práctica: “Fue una cosa como de ejercicio, más bien una cosa exploratoria, de descubrimiento, para ver si todavía podía seguir componiendo y sobre todo si podía cantar, tocar la guitarra y esas cosas” explica.
AZ: En esos siete años estudiaste historia, ¿pensabas en volver a hacer música?
GF: No, me iba muy bien, había hecho mi grado, mi posgrado, tenía una beca, trabajaba muy bien con la investigación, estaba en ese entonces a punto de doctorarme. La verdad es que estaba contentísimo, no era algo que a mí me disgustara hacer. Hoy en día es algo que me fascina, es una cosa que me estimula mucho. De hecho, lo sigo haciendo. Pero otras son las prioridades ahora.
AZ: ¿No te costó hacer Canciones que un hombre no debería cantar luego de estar siete años sin tocar?
GF: No, yo no sabía que no me iba a costar hacerlo, fue una cuestión simplemente de pedir una guitarra prestada y ver si eso sucedía. En el disco están en el orden en el que fueron compuestas. Sobre madera rosa que es el tema que abre el disco es un ejercicio, quería trabajar sobre un lugar recurrente dentro de lo que es el rock de esta parte del mundo, los contextos, ¿no? Pienso en un cuarto, pienso diferentes cuestiones, es un ejercicio que pasó a canción. Como veía que resultaba, viste como toda cosa que ves que resulta, te estimula. Y seguís. Cuando logré este ramo de canciones tuve la suerte de mostrárselo a alguien que motorizó la cosa, Ariel Minimal. La verdad que mi intención no era en absoluto, no sólo de salir a tocarlo sino tampoco de registrarlo, no me interesaba porque yo, insisto, estaba comodísimo donde estaba.
AZ: Qué raro que no pensaras en grabarlo.
GF: No, no, en absoluto. Porque cuando grabé mi último disco con la banda que fue en 1996, ahí en ese entonces, había que comprar una cinta carísima, meterse en estudios complejísimos. Yo vuelvo en el 2004 a ver a Ariel, a los chicos de Pez, y ya había sucedido la revolución digital en el estudio. Se habían reemplazado esas cintas por discos rígidos y diferentes cosas. Eso era igual algo costoso, todavía los estudios caseros no eran lo que son hoy tampoco. Y surgió un amigo poeta cordobés, Vicente Luy que dijo: “Yo pongo la plata, se graba, yo pongo la plata”. Y la verdad es que yo no entendía nada pero la insistencia y el amor fue tan fuerte de parte de todos estos actores que motorizaron la cosa que uno podía menos que acompañar.
AZ: Claro, no te ibas a negar.
GF: No, la verdad que al principio fue medio “no, no”. Tampoco me veía solo llevando este proyecto adelante: era salir a armar una banda, grabar, después ir a buscar técnicos, la cara más ingrata de la producción y yo estaba solo pero bueno tenía este acompañamiento. Enseguida se empezó a sumar un montón de gente a eso.
AZ: Músicos, fotógrafos…
GF: Sí, pero hasta Fabián Casas, gente que me empujaba y alentaba, Flopa y todo ese circuito el cual me abrazó inmediatamente. Además, volví a escuchar música porque yo no escuchaba música siquiera.
AZ: Ah bueno, igual estabas un poco alejado…
GF: A ver, vendí mi micrófono inalámbrico, vendí mis guitarras, regalé mis discos en el año ‘97.
AZ: Una especie de exorcismo.
GF: Si esto no te marca el escenario… No me interesó más. Estaba bastante golpeado por cierta cuestión musical, entonces dije “si esto es la música, muchachos, me voy al siglo XIX”. Y me fui al siglo XIX. Y fui feliz.
AZ: Porco me parece descarnado, muy ‘90 comparado con otras bandas hardcore.
GF: Claro, sí, pero tenía que ver con un concepto real digamos. Nosotros teníamos una bastante ingrata en ese entonces, somos de la generación que salía a su vida erótica en plena explosión maldita del HIV-SIDA entonces donde todavía no había una conciencia del contagio de la enfermedad. Era inevitable besar y a su vez sabías que probablemente en ese beso podías contraer algo que te podía llevar a la tumba. Nosotros no podíamos cantar ni al skate ni a la tintura del pelo ni a la bermuda, teníamos la necesidad de cantar y sonar como ese contexto que nosotros teníamos. Y eso hacía que nuestra realidad y nuestro fin, como era la música y la literatura, fuera ese, no podía ser otro. Era una banda que, más allá de cómo le iba en cuanto al circuito que también le iba bien, ganó bienales y el disco fue muy bien recibido por cierta parte y por otra no. Era una banda que en vivo era bastante fuerte pero muy prolija. Lo único que intentábamos era recrear.
AZ: Esa energía también cansa, imagino.
GF: Justamente, aparte no te olvides que eran los ‘90. El dólar estaba uno a uno. Venía todo el mundo, había una fiesta ahí fuera.
AZ: Sí, para algunos.
GF: En esa parte de los ‘90 no, el rock barrial surge en un contexto económico en el que el barrio explotaba de alegría, la gente iba a Miami, se traía como en los ‘70: dos televisores, cantidades de cosas. Entonces el rock barrial también era un síntoma de acompañamiento económico, de que todo el mundo tenía dólares en la casa, de épocas de La Renga, Los Piojos, 2 minutos. Se reacomodaban ciertas estructuras de barrio a una economía que le era poco propia y en eso tratábamos de movernos nosotros que ensayábamos cuatro veces por semana, muchas horas, tocábamos con pip, con metrónomo, afinábamos.
AZ: Hacían un trabajo fino y obsesivo.
GF: Y sí, como creíamos que tenía que ser la cosa. Aparte entendíamos que la divulgación y el crecimiento del proyecto era plenamente comercial, en el sentido de buscar un sello, ser teloneros de las bandas que venían de afuera, tener una agencia, managers, etc. y eso no estaba sucediendo.
AZ: Imagino que no todo el mundo podía llegar a ese escalón.
GF: No, no. Ese era un punto flojo del programa de la banda, entender que era por ahí el lugar. Y la verdad que parece muy idiota visto desde hoy que sabes que resulta desde otro lado pero en ese entonces no nos era muy fácil avivarnos porque uno suponía que por ahí era el camino. Íbamos con fe y con trabajo y cuando no resultó, uno se retiró. Fue así, la verdad es no había resultado y estaba también esta otra inquietud porque, de hecho siempre me gustó mucho trabajar con el papel, con la lectura y este tipo de cosas y listo. ¿Quién iba a querer volver a ese escenario? Nadie.
AZ: Nadie. No te ibas a imaginar qué pasaría después. Porque tu vida cambia, diez años después estás siendo músico, estás sacando un disco más o menos al año. Cambió.
GF: Claro que cambió, pero cambió también el contexto. Y acá hay un solo contrato que persigo y que firmé hace diez años que es conmigo; puede sonar medio idiota lo que estoy diciendo pero dije “en el momento donde esto me sea ingrato, levemente ingrato, yo no lo hago más”. Y esto realmente fue así.
AZ: Parece pensado en terapia.
GF: No, porque fue una cuestión más bien formal, hasta de supervivencia. Y la verdad es que desde ese entonces, no te voy a decir que solo son cosas buenas, pero sí nada letal, ni nada que no sea en definitiva inofensivo o que no pudiera manejar con cierta cintura. Y eso se fue profundizando porque fui haciendo un trabajo que al principio era bastante deudor del contexto del rock argentino y de la canción popular, etc. Y después empecé a trabajar con otros sitios como la música contemporánea, como el teatro, como profundizar en la poesía y todo eso me llevó a ser dueño de un centímetro cuadrado pero mío. Y desde ahí es desde donde trabajo, desde donde enuncio, desde donde sale todo.
AZ: Y pensando en el primer disco de tu carrera solista y en lo último, ¿hacés un balance? Veo ciertas líneas de continuidad, profundizadas en algún punto.
GF: Si pienso en lo ultimísimo que estoy haciendo y en ese disco, la verdad es que tiene que ver con esa cuestión, con ese contratito, con esa promesa hecha, con esa promesa de amor, digamos, hecha a uno mismo: “Si esto jode, no. A otra cosa. A seguir escribiendo, que nos va bien”. Insisto, no es que yo me fui a trabajar a un lugar que me era ingrato. Me escapo al menos alguna vez por mes a la Biblioteca Nacional, al Archivo, a algún lado a volver a comer de ahí, es como quien entra a una Iglesia cada tanto, ¿no? A encontrarme con esa parte mía que se nutre mucho también para la música, no son cosas desencontradas. En un momento pensaba “uh mirá, haber hecho esto, perdí tiempo, debería haber hecho esto otro”. Pero no, todo lo que hice nutrió a lo otro y viceversa.
AZ: Claro, se puede pensar por ejemplo, en No se hace el amor ahí hay como alguna, quizás sea una influencia simplemente ideológica de pensar al amor como un amor o tratar de no pensarlo como un valor de mercado, ¿no? Ahí se nota que esta persona no es simplemente un músico que simplemente está tocando la guitarra y nada más.
GF: Es un marxista.
AZ: ¡Es un marxista!
GF: Y sí, absolutamente. Y una de las cosas que más me interesó del marxismo en relación con la historia es el materialismo. Ver cómo se empezó a pensar todo, hasta una canción, que es algo definitivamente inmaterial como un bien de mercado. Como un producto y eso es un problema para pensar y de ahí llevado al colmo como decir “el amor como un producto que se manufactura y que por lo tanto puede generar una plusvalía y puede generar otras cosas” y eso es lo que me interesaba y ese es probablemente un tema que esté bien ubicado en la frontera entre la música y la historia. Entre el músico que soy, el escritor que soy y el historiador que soy. Y sí. Materialismo pop.
AZ: Otra de las temáticas que se ve en el disco tiene que ver con la palabra, se puede pensar “bueno en algún momento leyó algo sobre semiología o está muy influenciado por el tema del sentido, la palabra, la ausencia”. Se puede recordar a Pizarnik, que también tiene un tema con la palabra, con el silencio, con los recuerdos, con la memoria, y eso después se ve en tus siguientes discos, el tema sobre todo de la memoria.
GF: No, yo tengo muchas hadas madrinas de mis poetas guías. Pizarnik no es justamente una de las que más me atrae. Pero sí la disfruto como loco. Me siento más atraído por Marosa di Giorgio, por Idea Villariño, por Diana Bellessi, por Olga Orozco, por Arnaldo Calveyra, que no abrevan de un surrealismo, digamos que lo fantástico está en la bombilla del mate. Lo fantástico está más cerca de lo que suponés. No hay que irse a esos lugares tan oscuros, yo creo que la oscuridad no está tan lejos y creo que lo que Pizarnik siempre plantea es como que la oscuridad sí está en uno pero lejos, en uno, lejos, en definitiva. Ella se fue tan lejos que queda lejos de sí misma. En cambio, en todos los otros y lo que a mí siempre me atrajo es que lo fantástico sea oscuro pero que esté muy cerca. Pero tan cerca que justamente es eso, que no se ve a veces.
AZ: No tenés que hurgar mucho pero en realidad quizás pasa desapercibido.
GF: Exactamente, pasa desapercibido porque está cerquita. Como el árbol que no te deja ver el bosque, está tan cerquita que, lo que intenta creo la poesía, y lo que intento hacer con la letra de mis canciones es justamente poner la perspectiva, ponerse el anteojo para decir “con ese anteojo podes tener perspectiva para mirar este tema” y ponerlo. Es que en realidad vuelvo siempre a los dos o tres temas como bien dijiste, la verdad que a mí me interesan mucho, básicamente, políticas superestructurales como son la raza, clase y género y después cosas más pequeñas.
AZ: Niña carpintero después en el siguiente disco.
GF: Bueno, El amigo de mi padre. Que ahora como le dije a alguien el otro día, sacar a bailar al amigo de mi padre con todo lo que pasó en estos años con la cuestión de género parece que estoy sacando un cacharro de una vitrina de un museo para mostrarte. Por suerte, afortunadamente. Es bueno justamente esto, cuando uno se para y mira, para historizar justamente el disco y toda la escena. ¿Historizar qué quiere decir? Ver dónde estamos parados hoy y donde estábamos entonces. Y ese, el caso del género, El amigo de mi padre lo muestra claramente.
AZ: Igual, sigue siendo ruidoso, que hay un niño de por medio.
GF: A ver, nos estamos parando en un lugar urbano. Vos seguís caminando, te movés inclusive, adentro de algún barrio, y la cuestión no está superada para nada. Al contrario, profundizó el odio, profundizó tantas otras cosas pero al menos es un tema que está mucho más tratado, así sea mal, pero está más tratado, está más visibilizado y era un tema que en ese entonces todavía estaba casi, salvo algunas cuestiones institucionales, en lo vulgar, en lo cotidiano como veinte años atrás, como en los ‘80.
AZ: A vos se te enmarcó en toda una serie de cantautores y yo creo que podés ir en esa movida. Y ese (por el año 2005) era el momento del nacimiento de varios. Pensar como un hito Flopa Manza Minimal. Además, es el momento de declive de algunas bandas de rock nacional.
GF: Post Cromañón, hay ciertos cambios de estética por fuerza mayor porque si no, no tocaban, en mi caso por ejemplo. Es muy raro porque el disco Flopa Manza Minimal no es un disco acústico.
AZ: No, pero es el formato canción.
GF: Es una trampa interesante. Porque ellos llevaron después la cuestión con las tres guitarras y es fabuloso, es un disco fabuloso. Lo mismo cuando dicen que Canciones es un disco fundacional de esta cosa cantautoril…Yo no tengo esas cosas que se marcaban del cantautor clásico, el cantautor clásico va por la canción bella, va por la canción “qué linda canción”, va por el estribillo, va por cuestiones que son del universo del cantautor. A mí nada me interesa menos que el universo del cantautor.
AZ: Bueno, pero vos decís en condiciones de producción pero te digo que en condiciones de reconocimiento, al momento de escucharla, también se escucha una canción bella.
GF: Y sí, insisto que sí, pero no fueron al vivo, la gente que dice eso no me vio en vivo.
AZ: No, yo te vi en vivo un millón de veces, pero encuentro belleza en esas situaciones.
GF: Claro que hay belleza, pero la belleza no es de estética canónica, es una belleza que te viene de un lugar adentro que tiene que ver con una sensibilidad milenaria, casi primal, que es ahí donde me interesa, no me interesa que sea una canción afinadita, regular, a tempo. Mi fachada de cantautor, menos la barba, es una trampa. Es una gran trampa amorosa. Porque yo a mi guitarra la preparo para que sea un instrumento de percusión. Está preparada por un luthier para que yo la pueda golpear, la pueda arrojar, estirar sus cuerdas, yo no trato a mi guitarra como un artefacto de seis cuerdas sino como un instrumento todo. Como vos decís, los periodistas en general son amplificadores del trabajo de uno, poca gente nos ve o nos piensa y los periodistas hacen eso por mucha gente y muchos de los periodistas que escriben no me vieron en vivo, porque muchos de los periodistas que escriben no van a conciertos.
AZ: El amigo de mi padre la pensé escuchando Porco, tranquilamente podría cantarlo Porco, con algunas palabras un poco más fuertes.
GF: El segundo disco de Porco escuchalo, no tiene ni una puteadita. El segundo disco de Porco es pop.
AZ: Lo escuché pero igual sigue siendo oscuro.
GF: Pero a nivel literario es muy diferente.
AZ: Pero me lo hubiese imaginado cantado por Porco pero no, claro, con los bombos. Si lo hacías medio hardcore iba a estar bien, pero con esa forma cercana al folclore le encuentro esa sutileza que da miedo.
GF: Yo quería que hubiera una discordancia entre lo que sonaba a lo que se estaba diciendo. Cuando me dicen “ahora hacés una cosa diferente a lo que hacías con Porco”; no, la verdad que cuando llevaba los temas a la sala con Porco sonaban igual que ahora con los míos. Ahí se los vestía del timbre clásico del hardcore, se le ponía riffs o lo que sea pero en cuanto a la temática y en cuanto al trabajo yo creo que ahora es más heavy de lo que pasaba en contraste con lo que pasaba ahí. Igual no es una competencia para ver qué era más heavy o menos. Salvando las distancias -había siete años de separación entre una cosa y otra y yo era otra persona- todo lo que hice se puede pasar por el filtro. Fijate si no Bossa’n Beatles, mamarrachadas que se hicieron. Después se ven los resultados. El punto de encuentro que notás es válido. El origen es el mismo.//∆z