Finalmente volvió una de las series que explotó en 2014. Se terminaron las especulaciones y HBO estrenó la segunda temporada de True Detective. Nuevos personajes, nueva historia, nueva ciudad y nuevo misterio.
Por Ale Turdó
Es una apuesta arriesgada intentar seguirle los pasos a una primera temporada que atrapó en igual medida a la audiencia y a la crítica especializada tras convirtirse en un fenómeno de la pantalla chica. Tal vez por eso HBO y el creador del show Nic Pizzolatto mantuvieron un enorme hermetismo alrededor de la segunda temporada de True Detective.
Y esa apuesta se vuelve doblemente arriesgada cuando nos encontramos con una segunda vuelta que plantea una historia totalmente nueva, con nuevos personajes y un nuevo telón de fondo. El tándem Woody Harrelson-Mathew McCounaughey es reemplazado en esta nueva temporada por un cuarteto que expande el universo y multiplica las líneas argumentales: Colin Farrell es Ray Velcoro, un detective atrapado en el lado oscuro de la ley; Rachel McAdams interpreta a Ani Bezzerides, otra detective no del todo convencida de la fuerza por la cual lucha; Taylor Kitsch es Paul Woodrugh, un policía motorizado perseguido por los fantasmas de la guerra en Afganistán; y Vince Vaughn es Frank Semyon, un mafioso que aspira a ser un empresario respetado en la comunidad.
La ciudad ficticia de Vinci -supuestamente situada en California y de gran similitud con Vernon, otra ciudad del estado soleado con un pasado de corrupción y escándalos políticos- es el marco en el cual la aparición sin vida de una figura de peso de la comunidad dispara una investigación que unirá a Velcoro, Bezzerides y Woodrugh, al mismo tiempo que pondrá en apuros los planes econímicos de Semyon.
Sí, hay un elemento clave de la primer temporada que aquí parece brillar por su ausencia: el elemento sobrenatural. Los personajes de Harrelson y McCounaghey intentaban no solamente esclarecer un asesinato, sino desenmascar una fuerza oscura que expandía sus tentáculos dentro de una ciudad perdida de Lousiana. En esta nueva historia la serie parece inclinarse por completo hacia lo criminalístico, sin un mínimo resquicio para lo fantástico. De todas formas no es algo que sorprenda a los más entendidos del universo de True Detective: Pizzolatto dejó en claro desde el inicio que esta nueva temporada carecería de ciertas cuestiones que se encontraban entre los ejes principales de la anterior.
Cary Fukunaga fue el hombre detrás de cámara el año pasado, y en esta ocasión la silla de director va a ser compartida: Justin Lin –mejor conocido por la saga de Rapido y Furioso– se hizo cargo de los dos primeros episodios y los nombres seguirán rotando en los seis episodios restantes de esta nueva temporada.
Amén de quien dirija, el clima oscuro y cargado de tensión sigue tan presente como siempre. Cambiamos los pantanos de Lousiana por las chimeneas fabriles de la ciudad fantasma de Vinci, donde el verde es reemplazado por el gris del concreto y las luces de neón de los bares de mala muerte.
No exageramos cuando hablamos de lo distinto del planteo de esta temporada y su antecesora. Aquel conflicto planteado claramente desde el minuto cero en la primera temporada no encuentra paragón en esta segunda vuelta. Al duplicarse los personajes centrales y complejizarse la trama, nos encontramos con una historia en la que no tenemos una certeza inmediata sobre aquello que está sucediendo, sino que las piezas se acomodan lentamente al mismo tiempo que cada uno de los personajes va develando su verdadera naturaleza, sus conflictos personales, sus intereses y su pasado.
Sin duda, esto se presenta como toda una prueba de fuego para los fans más hardcore de universo seriéfilo, esos que no se aguantan diez segundos después del final de cada episodio para vomitar su amor incondicional y espoilear la serie en toda red social que tengan a su alcance. ¿Se aguantarán una nueva temporada con una variante tan marcada respecto de la original? ¿Seguirán bancándola a muerte?
Desde este lado aprobamos el golpe de timón al mismo tiempo que nos llena de intriga el futuro devenir de la serie, pero se trata de una intriga de las más esperanzadoras. Hay que jugársela porque –como dice la remanida frase- el mundo es de los valientes, incluso aquellos que rumbean los barrios bajos y pelean contra sus demonios internos mientras intentan encontrar sentido en un mundo que capaz ya no lo tenga… tal vez en esa reflexión radique la clave para comprender el nuevo camino que plantea la segunda temporada de True Detective..//∆z