El Music Wins Festival se materializó en dos noches que hicieron perder el eje del tiempo y espacio. Un domingo y un lunes fuera de lo habitual donde ni la lluvia pudo opacar a lo que ya era un hecho: el triunfo total y glorioso de la música en su estado más puro.
Por Estefanía Lestanquet y Martín Barraco
Fotos de prensa Music Wins
Día 1: la fiesta inolvidable
Los nacionales El Remolón y Morbo y Mambo fueron los encargados de inaugurar la escena y apaciguar esos largos minutos previos a enfrentarnos con lo que es sin duda una de las bandas del año: Metronomy. El grupo inglés comandado por la voz aguda de Joseph Mount dejó en claro que, en su caso, los hits no son casualidad sino causa y efecto de un colectivo hermoso de talento y distinción. Los de Devon eligieron recordar “Holiday” y “Radio Ladio” para luego darle paso a la grandiosa ”Love Letters”, primer corte de su homónimo último trabajo.
Metronomy tiene estilo, tiene magia pero también tiene a Anna Prior y Gbenga Adelekan. Dos de los músicos más atractivos en la escena alternativa mundial, el paso exacto de la batería de la dama y el bajo rabioso del moreno caballero hicieron vibrar sin calma y, más tarde, querer volverlos a ver en breve (deseo cumplido por muchos ya que la banda dio un side show el martes en Crobar). Los hits no se hicieron esperar: “Im Aquarius”, “The Upsetter” y la excelente “The Bay” fueron coreadas por un público que sentiría que el haber llegado tan temprano a una fiesta electrónica valía la pena.
Los instrumentos se guardaron y las bandejas tomaron el poder. Pero el mote “DJ” no sólo se usa para figuras olvidables como David Guetta. Por suerte existen Floating Points, Four Tet, The 2 Bears y 2 Many Djs para salvar y des estigmatizar a la música electrónica. Antes de ellos, The Changuitos, el último capricho de la carismática Calu Rivero, donde mezcla ritmos sudamericanos con un abanico musical que va desde Gorillaz hasta Madonna. Raro, pero perdonable en un ámbito festivo.
Four Tet es magia. Un sonido entre melancólico y etéreo, transportando a otra galaxia a los ansiosos por mover sus piernas con los mashups intrépidos de la mitad de Hot Chip, The 2 Bears: dos ingleses que saben lo que quieren y prometieron hace un tiempo no ser más de lo mismo. Y cumplieron.
David and Stephen Dewaele tienen la manía de someter la música regional a sus increíbles y costosas máquinas. ¿Alguna vez pensaron escuchar “No me dejan salir” del genial Charly García en el coqueto setlist de los 2many DJS? El Music Wins lo logró, la canción del músico de bigote bicolor fue el primer eslabón de una mezcla potente y compacta de los locos hermanos belgas. El rock y la electrónica se estarían enfrentando sólo en teoría, pero 2 many DJS iban a dejar en claro, una vez más, que el resultado de fusionar estos dos antagónicos estilos es sorprendente.
¿Qué queda después de una noche como esta? Mucho más. Dos escenarios, más de 20 bandas y la tarde más folk que Buenos Aires iría a tener en toda su vida. E.L.
Día 2: sobre llovido, rockeado.
El anuncio por las redes sociales fue clarito: “NO se suspende por lluvia. Los Esperamos”. Todo aquel que se había despertado el lunes contrariado por la lluvia mañanera tendría garantizada su cuota rockera del fin de semana largo en el Music Wins Festival, que tras la fiesta electrónica del primer día, cumplió en su segunda jornada con las expectativas tanto de los espectadores como de sus organizadores.
El sol finalmente salió junto a Erlend Oye and The Rainbows, que desde el escenario empezó a contagiar las ganas de bailar y saltar como antes lo habían hecho antes Real Estate y Pond, uno de los puntos altos del festival. De muy buen humor, repasó los temas de Legao, su último disco e interactuó con un público ávido de melodías y de mover los pies. “Lies become part of who you are”, “Garota” y “La prima Estate” fueron las perlitas de un repertorio festivo, que culminó con una super bailable versión ”1517”, de The Whitest Boy Alive.
Beach Fossils tuvo la pesada carga de ser la banda reemplazante de Beirut, que se bajó días antes del Festival, pero poco le importó eso a los de Brooklyn: su lo-fi capturó la atención de todos mientras caía la tarde y algunas nubes cubrían el cielo. Hasta presentaron un tema nuevo al promediar su show, que terminaría con “Twelve Roses” y con su líder Dustin Payseur cantando entre el público.
La gran variedad de grupos y artistas impedía disfrutar de la totalidad de sus shows, de ahí el tránsito constante entre los escenarios principales y la carpa donde -a excepción de Juana Molina en el Wins stage- tocaron en su mayoría las bandas locales. Allí a las 19, Los Álamos ofrecieron uno de los shows más calientes del día. Las canciones de Luces Blancas hicieron brillar una actuación vibrante y emotiva, algo que sobre el final de la noche volvería a repetirse con El Mató en ese mismo lugar.
Pero no nos adelantemos. Sigamos ahora con Yann Tiersen. El músico francés hizo gala de todos sus recursos para fascinar a propios y a extraños. Sus músicos –casi tan versátiles como él- rotaban sobre el escenario de un instrumento a otro. La única constante era Tiersen que, si bien pasó por momentos del piano al violín y a la guitarra, era el centro de ese universo musical. Un cuerpo celeste, como su bonita melódica, que a través del espacio dejó todo listo para la recta final del festival porque, en el otro escenario, Mogwai estaba listo para el Big Bang, e hizo explotar sus amplificadores –y algunos tímpanos- con su post-rock.
Ya para el cierre, las multitudes inquietas en el patio de comidas corrían para no perderse las primeras notas de Tame Impala. Los australianos supieron construirse un fanatismo cuasi religioso en Argentina, habiéndose presentado en el país solamente en dos ocasiones y generando un “boca en boca” que convocó a miles en la noche del lunes. Se ve que el sentimiento es mutuo, porque a poco de arrancar un Kevin Parker emocionado declara que “no hay lugar para tocar como en Argentina”, y llueven los aplausos y los ¡olé olé olé Kevin Parkeeer! en el cielo despejado del Mandarine Park, para escribir un nuevo capítulo del romance con los australianos con “Solitude is bliss”, “Elephant” y los bises del final con “Feels like we olny go backwards”, cantada a dúo por Parker y el público.
Pero cuando todo parecía concluido, el destino juega a favor y regala a todos aquellos que atravesaron la carpa para ya retirarse a El Mató a un Policía Motorizado, que por razones técnicas tuvo que retrasar su show y quedaron involuntariamente como el cierre del Music Wins. Todavía embriagados de Tame Impala, los que se quedaron en la carpa se meten de lleno en la fiesta inesperada y todos cantan y bailan. A Santiago Motorizado no le alcanzaron ni los pulgares en alto ni sus concisos “Gracias” para devolver tanto afecto, mientras algunos repartían posters con el line up del festival bajo la leyenda “La música ganó”. Pero en realidad ganamos todos. M.B.//∆z