Con estas reseñas, inauguramos la colaboración mensual entre ArteZeta y Bookmate, con la cual esta plataforma de libros digitales muestra algunos de los libros más novedosos y llamativos de su catálogo internacional y, en especial, de lo mejor que se está publicando en Argentina y América Latina.
Para celebrar la alianza, Bookmate ofrece a todos los lectores de la revista un mes de lectura gratuita. Sólo debes activar el código ARTEZETA en https://bookmate.com/code y podrás disfrutar de los mejores libros.
Los eufemismos, de Ana Negri (Antílope/Bookmate)
Clara es una mujer en sus treinta, avecindada en la Ciudad de México. Es hija de dos exiliados argentinos de la última dictadura militar, quienes a pesar de haber encontrado otro hogar en tierras mexicanas no han podido superar la violencia que azotó a su generación. Lo que empieza a ser más preocupante, es que la madre de Clara está envejeciendo y, con ello, siente el peso del pasado sobre su mente y cuerpo. Es entonces que Clara empieza a vivir una vida entre eufemismos: de la salud mental, del amor y el sexo, de la pertenencia a un país y, en especial, de un idioma. A lo largo del relato, la narradora intercala expresiones rioplatenses y chilangas que remarcan la extraterritorialidad de su habla, a caballo entre dos países, dos culturas y dos registros similares pero engañosos como el propio lenguaje eufemístico. En esta novela, debut literario de la mexicana Ana Negri (ella misma descendiente de argentinos), se profundiza en la experiencia del exilio, de la relación madre-hija, y de las cicatrices del pasado que ni siquiera el lenguaje puede cerrar. Los eufemismos es una novela sobre los límites del lenguaje (que no siempre son los del mundo) y todo lo que no se nombra cuando se utilizan las palabras.
Frontera interior, de Astrid López Méndez (Alacraña)
Es probable que uno no odie la poesía, sino a los poetas. Así le ocurre a la protagonista de Frontera interior (primer libro publicado por el sello Alacraña), una chica que tiene malos recuerdos de lectores pretenciosos, gestos cursis y el engolamiento típico del recitador de poemas. Sin embargo, la protagonista quiere cruzar esa “frontera interior” donde se intersectan el lenguaje, la música y la memoria, eso que algunos llaman poesía. Por eso este libro a ratos parece un ensayo, en otros una memoria, o simplemente un recopilatorio de grandes nombres: Joseph Brodsky, W. H. Auden, Octavio Paz, Nicanor Parra, Marianne Moore, Sara Uribe, Emily Dickinson, Anna Ajmátova, Marlene Dumas, Claudia Rankine, una antología pues. A la par, se suceden escenas de una vida de viajes a una segunda lengua en estado rudimentario, el inglés; recuerdos de una madre que leía a Sor Juana; la terapia y sus introspecciones. Astrid López, o su alter ego, recorre un camino de regreso a la poesía, ya sin temor a que entre sus rincones y esquinas acechen, como decía Rodolfo Fogwill, los malos poetas. Además de la recopilación, la autora se nutre de recursos como el diseño tipográfico, los cuestionarios de opción múltiple, la cita, el poema prosa, que en conjunto hacen de Frontera interior un híbrido de modulaciones textuales.
Mueren, se reproducen, crecen y nacen, de Pablo Laborde (Bärenhaus)
Con sus dos primeros libros de cuentos, Bilis y Los que matan el tiempo y lloran su entierro, Pablo Laborde estableció muy pronto una voz narrativa propia y una habilidad para contar la mezquindad y el erotismo sin temor a caer en lo repulsivo o —como le gustaba a uno de sus referente esenciales, Borges (de quien hay ecos a lo largo de toda esta obra cuentística)— la infamia. Con Mueren, se reproducen, crecen y nacen, se completa una trilogía de relatos (publicada por entero en Bärenhaus) que va de la microficción al relato erótico y fantástico, y está habitada por personajes excéntricos, fetichizados y fetichistas, antipáticos y muchas veces políticamente incorrectos. Como en el cuento que abre el libro, “Trascartón”, donde un anciano rico que perdió su movilidad, pero no su líbido, idea una forma de subrogar sus placeres carnales; en “La ventanilla de los miedos”, un cuento con tintes de ciencia ficción, la gente busca certificados de ‘zona de confort’ o busca renovar sus miedos con ayuda de la burocracia; o “Amor y paz”, que escenifica los diálogos hippiosos (como los del John Lennon activista), tiernos pero sobre todo ridículos de unos amantes que han decidido por fin hacer un trío. Y eso por hablar solo de algunos de los muchos cuentos infames con los que Laborde sigue poblando el mundo.
Yoga, de Emmanuel Carrère (Anagrama)
Puede que el género de la no-ficción, si lo desprendemos al menos de su sentido anglosajón, se caracterice por no ser un género para empezar, sino una manera de escribir. Pero si efectivamente fuera un género, Emmanuel Carrère sería sin lugar a dudas uno de sus más altos practicantes y el que mejor ha sabido explotar los intersticios entre los dispositivos de la ficción y lo factual en libros como El adversario, Conviene tener un sitio adonde ir y Limónov. Ahora, Carrère continúa con el proyecto introspectivo que comenzó en El reino (recuento del fervor cristiano que experimentó en su juventud) con su último libro: Yoga, un libro sobre la depresión, la melancolía y una temporada en el famoso hospital psiquiátrico de Sainte-Anne (institución que alojó también a Antonin Artaud, Paul Celan o a Louis Althusser ) entre 2015 y 2018. Lo que empezó como un librito introductorio al yoga, lejos de la ignorancia eurocéntrica o de los discursos afines a la superación personal, se convierte en un relato compuesto de breves fragmentos sobre cómo meditar borracho, la desesperación de no poder huir de la melancolía, la pérdida de los amigos y rupturas amorosas al mejor estilo de Carrère, quien cada vez que publica algo parece fundar, eso sí, un género para cada uno de sus libros.
El menor, de Alicia Plante (Adriana Hidalgo)
Martín Figueroa trabaja para una gran empresa metalúrgica sita en Buenos Aires y su ascenso por los puestos ejecutivos parece imparable. Todo transcurre con normalidad hasta que recibe la noticia de que su hermano, Nico, diez años menor y mucho menos exitoso, ha desaparecido. Sin noticias de él, Martín decide partir a su pueblo natal para llevar a cabo la investigación por cuenta propia. Así es como en su novela más reciente Alicia Plante pone en crisis algunos de los elementos más emblemáticos de la novela negra: en lugar de ocurrir en una gran metrópoli, la trama de El menor se desarrolla en un poblado, donde Martín cumple el papel de antihéroe e investigador de un posible crimen y de sí mismo. Poeta, novelista y psicóloga, Alicia Plante no se conforma con la reproducción de la realidad o de los tópicos de la novela noir, también muestra a este investigador como un humano sujeto de sus circunstancias y al redescubrimiento de su propio pasado. En esa ambigüedad de los personajes y la rotundidad de las condiciones que los rodean, es donde surte efecto el encanto de esta novela sobre esos vínculos (y rencores) familiares de los que uno nunca termina de escapar.//∆z