Una selección de libros con la música como eje principal: desde memorias y crónicas de artistas como Willy Crook, David Byrne u Oscar López Ruiz hasta una recopilación de diálogos con rockeras argentinas y un ensayo fundacional de principios del siglo XX.

Por Juan Alberto Crasci y Pablo Díaz Marenghi

Las cosas que te digo, No repitas jamás. La palabra de la mujer en el rock, de Emiliano Scaricaciottoli y Mauro Petrillo (Ediciones Disconario, colección Portarretratos, 2018)

¿Cómo pensar el rock argentino de los últimos diez o quince años sin voces y enunciaciones femeninas?, se preguntan los autores en la contratapa, justificando el encuadre de esta obra. A partir de un ciclo de charlas organizado en el Centro Cultural de la Cooperación, los autores dialogaron con cinco mujeres rockeras. Algunas, líderes de una banda, otras intérpretes, algunas más y otras menos conocidas masivamente, pero todas habituales partícipes de la escena rock contemporánea y autogestiva: Juana Chang (Kumbia Queers), Paula Maffía (Las Taradas), Lula Bertoldi (Eruca Sativa), Silvina Harris (Betrayer) y Lu Noise (Asalto al Parque Zoológico) reflexionan sobre cómo es plantarse como mujer en un mundo de machos, inspeccionadas por el atento ojo crítico de los autores, en un ejercicio de mirada propio del periodismo narrativo intercalado con herramientas de la sociología y la teoría literaria. Se destacan, también, las fotografías de Andre Meikop que acompañan los textos. Cada crónica que se detiene en cada artista apunta a diversos análisis en torno al universo femenino: lo queer en Chang y Noise, el movimiento Riot grrrl en Maffía, el heavy metal en Harris, la otredad del rockstar en Bertoldi, la redefinición del género en todas. A su vez, los autores dejan entrever marcas y huellas de su pensamiento, sin descuidar la naturalidad de la charla. “Abordamos la enunciación femenina que corre los lugares comunes de la estrella de rock que eclipsa con su gran falo la minoridad”, afirman en el prólogo. En tiempos de denuncias de abuso sexual que no se detienen y de mitos progresistas que se derrumban, bienvenida esta proclama fresca que le hace justicia a las mujeres rockeras. / Pablo Díaz Marenghi

LAS COSAS QUE TE DIGO

Memorias improbables, de Willy Crook (Editorial Planeta, 2017)

Willy Crook escribe a la velocidad de un auto por la ruta. En ciento cincuenta páginas recorre su vida, desde su infancia en Villa Gesell y su adolescencia en Europa —con su intenso deambular de casa en casa y de país en país— hasta su carrera musical en bandas como Lions in love, Patricio Rey y sus redonditos de ricota, Los abuelos de la nada y los Funky Torinos. Quizás sean los primeros apartados del libro los más interesantes, en los que la infancia y la adolescencia del músico son retratadas como un momento de libertad total, de búsqueda de la aventura y poca previsión, sin importar qué deparará el futuro. Como cuenta acerca de su relación con James Brown, alias El padrino, y el pedido de éste para que abriera sus shows: “No tengo otra explicación para dar. Supongo que las cosas suceden así”. Una vida sin explicaciones y sin causas, las cosas suceden viviendo, yendo siempre para adelante, entre Argentina, España, Francia y Marruecos, rodeado de freaks, borders, pesados, árabes, jamaiquinos y asociaciones tanto lícitas como ilícitas. El momento más literario del libro es el apartado de su breve estadía en el Borda, en el que el relato se mimetiza con la situación: fragmentación, alucinación, vértigo y aún más velocidad para describir lo que sucedió a su alrededor durante esa tortuosa semana en la que vivió en carne propia el infierno de los hospitales psiquiátricos. Drogas y alcohol en cantidades incalculables, bohemia y personas más o menos queridas por Willy desfilan por las páginas del libro, tratadas con mucha humanidad y grandes dosis de humor, muy refinado, por cierto, característico en el músico. Imperdibles sus comentarios sobre el Indio y Skay, que van de la distancia a la admiración —los Redondos fueron su “escuela espiritual”— y también su valoración propia como saxofonista: “Tocando, era un reverendo hijo de puta. Repito: un hijo de mil puta.” / Juan Alberto Crasci

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El arte de los ruidos, de Luigi Russolo (Dobra Robota, 2018)

Uno de los ejes del Futurismo, vanguardia artística originada en Italia en 1909, es el culto a lo maquínico. Con el ojo puesto en el porvenir, artistas de disciplinas diversas intentaron resignificar la máquina, la representación del Sistema Capitalista por excelencia, dotándola de una potencialidad creadora sin precedentes y basándose en su disonancia y su polisemia rítmica y en la simbiosis entre hombres y engranajes nacida dentro de la Revolución Industrial. Luigi Russolo (1884-1947) tomó en cuenta esto para pensar las potencialidades de los ruidos como posibles elementos artísticos. De este modo, escribió un manifiesto, El arte de los ruidos (1913), que es, más bien, un libro de teoría musical que sembró las bases de la música concreta (Pierre Schaeffer) e influenció a la electrónica (se pude encontrar un guiño en Kraftwerk) y al noise. Editado por primera vez en español por Dobra Robota, en este texto conciso y potente Russolo construye al ruido como un factor artístico y musical. En su época fue criticado duramente. Al punto tal de ser abucheado en un concierto de Intonarumoris, instrumentos creadores y amplificadores de ruidos diversos inventados por Russolo. El autor crea el concepto de “Ruido Musical”, teniendo en cuenta el oído desarrollado de la “vida moderna”. Algo similar a lo hecho por artistas como Iggy Pop, que se inspiró en ruidos de fábricas para sus composiciones, o David Bowie o Lou Reed, que se inspiraron en sonidos urbanos para escribir canciones. Russolo fue un adelantado y este texto, leído en el Siglo XXI, adquiere aún más relevancia al encontrar cientos de guiños en artistas experimentales contemporáneos, que indagan sobre diferentes capas y texturas sonoras. El autor detalla cómo entiende el potencial del ruido en la creación artística: “Debe perder su carácter de accidentalidad para convertirse en un elemento lo suficientemente abstracto y lograr la transfiguración necesaria de elemento natural a elemento de arte (…) esta coordinación lírica y artística del caos ruidoso de la vida constituye el nuevo placer acústico, capaz de encender nuestros nervios, conmover profundamente nuestra alma y centuplicar el ritmo de nuestra vida”. / Pablo Díaz Marenghi

TAPAfinal4

Loco! ¡Loco! ¡Loco! 25 años de laburo y jodas conviviendo con un genio, de Oscar López Ruiz (Gourmet Musical, 2018)

Oscar López Ruiz tenía quince años cuando escuchó por primera vez la música de Piazzolla. Y solo veintidós cuando comenzó a tocar con él. Durante veinticinco años fue parte de las distintas agrupaciones del genio marplatense con las que recorrió el país y el mundo, y de esas experiencias se nutre este libro. Sin ser estrictamente una biografía, ni un libro de memorias, ni un anecdotario, López Ruiz dota a su relato ―compuesto de apartados breves construidos con un lenguaje coloquial lleno de lunfardo― de agilidad, sensibilidad y admiración por Astor, y retrata también un costado humano no tan conocido por las generaciones más jóvenes que no pudieron verlo en vivo ni convivieron con él. López Ruiz se divierte a medida que cuenta mil y una anécdotas, en las que abundan las bromas pesadas ―Piazzolla era un amante del humor extremo―, el encuentro con grandes figuras de la música académica, del jazz, de la música brasileña, la incorrección política constante, la férrea disciplina artística y el compromiso y la pasión por la música y por comprender cada uno de los engranajes que articulan ese lenguaje. Y casi sin proponérselo ―porque en más de una oportunidad aclara que su finalidad no es didáctica―, el autor logra explicar, a medida que avanza en su relato, ciertos tecnicismos o formalidades musicales que esclarecen esas historias y que además sirven para comprender un poco mejor la labor musical, el tiempo y la dedicación puestos al servicio de la obra: “Los músicos trabajamos con lo que llamamos materiales. Materiales rítmicos, armónicos, melódicos, tímbricos, etc. Por lo tanto, el conocimiento exhaustivo de estos materiales es fundamental para poder expresar con fidelidad lo que cada uno de nosotros quiere expresar. No se trata de tocar o escribir lo que podemos. Para ser verdaderamente libres de expresarnos en este lenguaje singular que es la música, debemos dominar esos materiales a voluntad, de manera que ese dominio nos permita tocar y/o escribir lo que queremos.” Libro fundamental tanto para los amantes de Piazzolla como para quienes quieran conocer de primera mano la tarea de un artista y sus obligaciones para con la obra de arte. / Juan Alberto Crasci

PIAZZOLLA

Diarios de bicicleta, de David Byrne (Reservoir Books, Random House, 2016)

Líder histórico de los Talking Heads, David Byrne deslumbró al público argentino en su último show en marzo de 2018. Amante de la música global (world music), es reconocido por entrecruzar géneros y estilos en sus performances y por haber producido discos con artistas tan disímiles como Brian Eno, Fatboy Slim y St. Vincent. Del mismo modo en el que no le tiembla el pulso para entretejer diferentes sonidos y texturas en su música, en Diarios de Bicicleta recopila las anotaciones que tomó durante más de dos décadas a partir de sus paseos en bicicleta por diferentes ciudades del mundo. Manila, Nueva York, Buenos Aires, Estambul, San Francisco y Berlín son algunas de las urbes por las que pedaleó este ícono del post punk, el new wave y el art rock que deja su traje de leyenda del rock colgado en una silla por un rato para vestirse de cronista urbano. Allí cruza reflexiones sobre el medio ambiente, ecología, urbanismo y política. Se fascina por las señales de tránsito y el orden alemán, elogia a artistas argentinos como Charly García y Mercedes Sosa, describe danzas del vientre turcas y critica la híper abundancia de automóviles y autopistas, al mismo tiempo que reflexiona sobre la importancia del diseño y el packaging en la música. Su prosa desnuda una influencia beatnik (sobre todo del Jack Kerouac de En el camino). Byrne avanza sobre dos ruedas, observa, medita y toma nota, revelando aspectos ocultos o desconocidos de importantes centros urbanos. En sus propias palabras, “las ciudades son manifestaciones físicas de nuestras creencias más profundas y de nuestros pensamientos muchas veces inconscientes, no tanto como individuos sino como el animal social que somos”. / Pablo Díaz Marenghi 

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