Analizamos cinco discos que nos gustaron durante el 2020. Pop, indie platense & mendocino, jazz, homenajes, ritmos clásicos, modernos y algunas cositas más
Por Pablo Díaz Marenghi, Juan Martín Nacinovich y Lucas Gonzalez
Está Naciendo un Nuevo Día, de Thes SiniestrosEn la edición del Festival BUE 2017, Juan Irio se cruzó con Flavio Marianetti y la ficha cayó con naturalidad. Fueron cerca de seis años de rumbos separados que un abrazo disolvió rápidamente y sentó las bases del reencuentro de Thes Siniestros, uno de los tríos más mutantes e impredecibles que regaló La Plata. Por supuesto, el regreso trajo un nuevo álbum. Con un arranque trabajado y esquematizado y un final improvisado, de contorno acústico, orquestal y más hogareño a causa de la pandemia, Está Naciendo un Nuevo Día es un disco de dos mitades, doblemente trunco, grabado entre La Plata y Berlín. Los primeros bocetos del álbum se remontan al 2013 cuando todavía El Estrellero (Irio) y Los Años Rojos (Remiro) no existían. En aquel momento, el disco se iba a llamar Los Nuevos ídolos del Mundo, pero la banda entro en un impasse, partida al viejo continente de Marianetti incluida. El flamante disco contiene una carga extra en sus letras, caminando en paralelo a la actualidad que atravesamos, pidiendo romper cadenas, acabar con el viejo orden y exigiendo por un nuevo rumbo, parándose en la otra vereda de Los Últimos Días (2011), donde el trío hablaba de ruinas, la soledad y los sueños rotos. En Está Naciendo un Nuevo Día los Siniestros se empaparon de un optimismo inesperado y dieron un nuevo volantazo, fieles a su propia leyenda, siempre a contramano. Juan Martín Nacinovich.
La negación, de Malena VillaLo que, a priori, podría haberse tratado de una actriz más que osa lanzar su carrera musical terminó tratándose de una de las propuestas pop más frescas del 2020. La joven porteña de 25 años de edad se destapó con 8 tracks que combinan sonidos clásicos (soul, funk, R&B) con bases tecnopop, hip hop y hasta algo de reggaeton. El disco se llama La negación porque, según le contó a Télam, hace referencia a “algo que me salía en palabras pero que yo negaba por completo que fuera parte de mi vida”.
El disco es versátil. En “No es así se escucha una base de guitarra suave combinada con un ritmo soul, funk y un intermezzo electropop bailable. “Mejor hagamos de cuenta Que nunca me siento sola” canta Villa y desafía, engaña y es ambigua. En “Sabe mal” se oye una fritura de vinilo y los bajos bien al frente. Hay tiempo para un duelo reggaetonero cual Pimpinelas del soundsystem con el crack de Juan Ingaramo en “Preso”. En “Salvaje” cambia el pulso del disco, se vuelve más de tierra, latinoamericana, emerge la guitarra española, la percusión y no por nada aparece Zoe Gotusso de invitada (quien profundizó sobre estos sonidos en su lanzamiento solista, otro punto fuerte del 2020). “Lindos problemas” es el hit del disco. Hay sonido motown, se lucen los vientos y un beat que va in crescendo hasta que estalla en el estribillo. La voz de Villa también se luce en temas tranqui, como “Sad Balada” y “Salida” —piano y voz, una melodía que remite a “My Way”—. Dentro de las cantautoras pop, promete. Esperemos que el 2021 le permita ofrecer algún show en vivo en donde estas canciones puedan ponerse a prueba de otro modo, más allá de la ingeniería sonora cuidada. Pablo Díaz Marenghi
El Incendio, de Fondo de BikiniSin la exposición ni la cantidad de producciones y reproducciones que maneja su par mendocino, la escena independiente/alternativa de San Juan se posiciona lenta pero gradualmente como una de las más interesantes de la región cuyana y (muy de poco) del país. Factoría heterogénea (Canal 46, Esha, Fósiles, Fabrio Pérez, Martina Flores, etc.) y boutique, se las arregla cada tanto para colar uno o dos discos imprescindibles que pican en punta entre la consideración del público y la crítica especializada.
Pasó hace dos temporadas con el maravilloso El tratado de los lobos, de Ex Dealer. Y ocurrió nuevamente a finales de marzo, con El Incendio, de Fondo de Bikini. Por lo atmosférico (hay momentos en los que pareciera post punk, sólo momentos) y el sonido (una suerte de synth folk) este EP árido, de apenas 20 minutos, podría oficiar como secuela del álbum homónimo y debut que el ahora sexteto publicó en 2018.
Las seis canciones hablan sobre las cosas que se perdieron en el fuego de una relación, de días que “no morirán hasta que nadie los recuerde”. O de las vueltas al mundo que se iban a realizar desde una habitación. En el tema que abre y titula el disco, por ejemplo, parafrasean a Nietzsche y repiten como mantra que “no hay verdad”. Para el filósofo, no había hechos, sino interpretaciones, pero una cosa es segura: hay vida más allá del manso indie. Lucas Gonzalez.
Beibi, de PlacardPlacard se tomó una pausa, una suerte de respiro entre tanta vorágine virósica. Mike Barrenechea volvió todo a fojas cero: desarmó, pensó y redirigió el sonido de la banda, en un homenaje a Laura Carbajal, la voz líder del grupo, que fue madre hace pocos meses. El resultado fue Beibi, una rara avis de carácter onírico que gravita con delicadeza y luminosidad en un limbo de transición, mientras ya empiezan los preparativos de un nuevo trabajo. El sucesor de Yendo (2019) es un disco de viejas canciones reinterpretadas para la ocasión: se amplió la paleta de sintetizadores, pianos, cuerdas, sonidos brumosos, alejándose de las guitarras más hardcore de trabajos anteriores. Este cambio de ADN, quizás momentáneo, sirve también para revelar el costado más cariñoso del cuarteto. Según Barrenechea, “Beibi es un disco para amamantar, para hacer yoga o relajarse”. Juan Martín Nacinovich.
Pettinato plays García, de Roberto PettinattoEl ex saxo de Sumo haciendo un homenaje en clave jazz de la obra de Charly García fue una de las rarezas del 2020. Más raro aún, y no por ello menos hermosa, fue la inclusión de la voz rota y monstruosa de García en varios de los tracks. Con este invitado de lujo, más grandes músicos de jazz, construyen uno de los discos de covers más peculiares de la música vernácula. “Que hijo de puta Lennon ,quería matar a todas las minas” dice García en “Transatlántico Art Decó”, canción de Pubis Angelical. Su voz se oye más crepuscular que nunca en “Happy And Real”. Hay juegos sonoros, como el de una moneda cayendo en “Película Sordomuda”. Hay ebullición, superopsición y matices en esta relectura de canciones. El saxo de Pettinato es como una fragancia que va evaporándose, algo típico de la tradición clásica del jazz, como una cortina de humo o una película en blanco y negro. Hay oscuridad y evanescencia, poesía y elevación. Lo sublime en la fealdad, en lo tosco, como las flores que adornan una cripta. se escuchan ambivalencias sonoras de izquierda a derecha, apreciables con auriculares, en “Vos también estabas verde” y un notable uso de reverbs. Al final se escucha lluvia y fritura de vinilo, con “Tango en segunda” como punto fuerte. Al final, el disco se corta de golpe. Abrupto. Es el fin del jamming. //∆z Pablo Díaz Marenghi