El escritor cordobés nos presenta estos relatos que afianzan el buen momento de una camada joven de cuentistas argentinos.
Por Alejo Vivacqua
Federico Falco nació en 1977 en General Cabrera, un pueblo de Córdoba que es protagonista de muchos de estos doce cuentos que aparecieron en los últimos años en diversas antologías y que en octubre pasado editó Eterna Cadencia.
Muchas de las historias tienen en primer plano paisajes – un río, una montaña- que el autor elige para situar momentos de aparente normalidad que en muchos casos se ven interrumpidos por un hecho -menor, sobrenatural, trágico- o por el curso natural del tiempo. Los personajes, que tienen una estrecha relación con el escenario en el que se mueven, parecen encontrar en algún momento su punto de quiebre, hasta llegar al borde de la locura o la desesperación. En relatos como “El hombre de los gatos”, en el que la obsesión de un hombre termina por desequilibrarlo, o “Pinar”, en donde la inestabilidad de un joven pone en riesgo unas vacaciones entre amigos, los acontecimientos van tomando un cariz oscuro que se acrecienta con el avance de la trama.
Con una prosa sin florituras, Falco nos muestra por momentos algo de la vida anodina de pueblo, personajes que pierden su inocencia infantil (“El pelo de la virgen” y “Las casas en la otra orilla”) e historias que en pocas páginas muestran el paso del tiempo y sus avatares, como en “Un hombre feliz” y “Ada, en el que una mujer recuerda su infancia en Almagro y su posterior vida de casada en General Cabrera.
En el cuento que le da nombre al libro, una madre le dice a sus hijos que una vez tragó unas cabecitas de fósforos, y, lo que en cualquier otra situación nos parecería trágico, en el tono de Falco aparece con una mezcla de naturalidad y perversión que recorre muchos de los relatos, como en “El tio vidente”, en el que una joven se acerca peligrosamente a un hombre que dice tener visiones con ella.
No todos los escritores plasman en su obra de igual manera la relación con su lugar de origen. En el universo ficcional de este autor hay espacios que remiten a la tranquilidad – calles sin asfaltar, la capilla del pueblo, cabañas en la sierra- y personajes que se involucran en ellos pero que sin embargo se ven alterados por la falta de comunicación hasta el punto de terminar alienados e insatisfechos.
Federico Falco tiene publicados, además de poemarios y una nouvelle, los libros de cuentos La hora de los monos y 00, y es parte de una generación de jóvenes narradores- junto a Samanta Schweblin, Félix Bruzzone y Luciano Lamberti, entre otros- que se destaca por la calidad de sus relatos cortos, un género que tiene una gran tradición en nuestro país y que sin dudas sigue en buenas manos.//∆z