Por Nicolás Igarzábal

Siempre consideré a las remeras de rock como prendas para vestir mis estados de ánimo. Tengo muchas. Muchas. Estuve revolviendo cajones y saqué de todas las épocas de mi vida, algunas más desteñidas que otras. A continuación, un intento por volver a ordenarlas:
-La primera adquisición: una negra de Attaque 77, con el apellido del baterista mal escrito. Me la compré en el Locuras de Flores, cuando saqué entrada para un show en Cemento. Año ’98. Rock y virginidad. Todavía sigue viva.
-Una punky: Cadena Perpetua en fondo negro con olor a Bond Street. Seguimos en mi adolescencia.
-Una que uso para dormir: El Otro Yo.
-La más quemada: la negra con el logo de los Ramones. Creo que si la suelto, sabe ir sola al Salón Pueyrredón y volver. Hoy la usan hasta las modelos y las conductoras de TV. La remera de los Ramones es la nueva remera del Che Guevara.
-Una que regalé: azul con la estrella blanca de La Renga (caminitoalcostadodelmundo). Destinatario: un compañero del industrial fanático de AC/DC. Supongo que le habrá dado mejor uso que yo.
-Las setentosas: Almendra y Pescado Rabioso, ya abandonando el punk para bucear en los clásicos, en años universitarios. Sólo válidas para ostentar en shows de Pez, que son un desfile de remeras spinetteanas.
-Una rara: violeta con el logo de The 13th Floor Elevators, la mejor banda de psicodelia de los ’60.
-Otra quemada: la negra de Joy Division con la tapa de Unknown Pleasures. La veo en todos los shows indies, al igual que la blanca con tapa de Goo (Sonic Youth). Cuando me cruzo con otra persona que la lleva puesta, ponemos cara de “Uh, la puta madre, otra vez”.
-Una todoterreno: una de Beatles de fondo clarito, con los tipos cruzando Abbey Road. Sirve para salidas de amigos, recitales, citas, entrevistas de trabajo, cumpleaños, bautismos, casamientos y bat mitzvahs.
-Una que me regalaron y la uso aunque no sea fan: Pink Floyd con el triángulo de Dark Side of the Moon.
-Una que nunca tuve: de Los Redondos o Sumo. Me faltó esa etapa chabona.
-Otra todoterreno: la de Hendrix.
-Una que mandé a hacer: la tapa con el pajarraco del primer disco de Don Cornelio. No la tiene ni Palo Pandolfo.
-Una de mis preferidas: negra con la tapa de Pappo’s Blues Vol 3. Todas las mañanas son iguales…
-Otra hippona: de Pez con el lema “Paz, amor, libertad, respeto”. ULTRA HIPPONA. 15 pesos salió en un show en el Santa María, en la época de Hoy.
-Una bien mersa: Homero Simpson con Jagger y Richards en fondo rojo.
-Una noventosa: negra con la carita amarilla de Nirvana.
-Una de la serie más rockera: blanca con la cara de Heisenberg. Una vez me preguntaron por ella unos alemanes en un bar del Microcentro, que no conocían el programa pero sí al físico de los nazis, y quedaron consternados.
-La última adquisición: amarilla con una camioneta (El Camino de Black Keys) comprada en el Pepsi Music de año pasado a precio blue. Todavía no se encogió.//z

Nicolás Igarzábal (Buenos Aires, 1985) es periodista. Escribe en el Suplemento Sí! y en la Rolling Stone. Colaboró en La Mano, Ñ, Rock Road Mag, Stage-D, Hecho en Buenos Aires, Desde Abajo, El Acople y Fuera de hora. Tiene editados dos libros de poesía (“Rutina Caracol” y “Mi ansiedad es un perro pekinés”) y está preparando el tercero. Publica sus textos en www.tequierocomoabrigo.tumblr.com

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