La edición número 19 del Festipulenta, uno de los festivales vernáculos más importantes de la nueva escena independiente, fue un culto al pogo.

Por Joel Vargas

Fotos por Nadia Guzmán

Una nueva edición del Festipulenta, para ser más específico la número 19, reunió a las tribus sedientas. El ZAS es la casa ideal para albergar a todos los especímenes de la nueva escena independiente. Es un club de la pelea pero sin piñas. Todos reunidos bailando en ronda, desafiándose en forma amistosa. Un abrazo gigante, el leitmotiv.

Los primeros que salieron a escena fueron Reimon Starship y los Venusinos. Su power pop sci-fi cautivó al instante. Reimon, un geek enfundado en una remera del Capitán América, tiene el poder de la melodía, la magia de la canción y la sabiduría de Stan Lee. El highlight de su show llegó en “Verte sufrir”, donde el club del baile se encendió.

Luego le tocó el turno al Bicho Bolita y París Gatitos. Los oriundos de Neuquén brindaron un happening musical. El Bicho tiene magnetismo en las venas, es un imán. Arriba del escenario es amo y señor de lo que está pasando. Bailó, agitó y cantó como si fuera la última noche sobre la tierra. París Gatitos, su backing band, es una extensión de él. Juntos producen canciones gitanas, sin fronteras y nómades, ideales para desatormentarse. Un mestizaje en clave rockera con ecos de los primeros Redondos y Mano Negra. “Luis” y “Seco, tibio y sin humor” demuestran porque había tantas ansias de verlos en vivo. Un saxo a lo Dawi, bien administrado por Pehuén Quintero, fue y vino todo el show. Vanina, guitarrista de los París y encargada de secundar al Bicho en voces, se lució en “Blues Verde”. Su panza hermosa y a punto de estallar, por el embarazo de más de siete meses que tiene, no fue ningún impedimento para ella. Al contrario, le dio más energía y pasión a la plegaria blusera y espiritual. El Bicho y los París lo lograron, dejaron a todos encantados por su aura mística y festiva.

Después siguieron Valentín y los Volcanes. Los platenses juegan de local en el Festi, las melodías de Jo Goyeneche siempre incendian el ZAS, y este viernes no fue la excepción. Las criaturas y aventuras que salieron de la cabeza de Jo dijeron presente. “Pequeña Napoleón” abrió la puerta y en cada acorde nos saludaron los cazadores, la muerte, los Jesús falsos, los homeless, los perdedores hermosos, los chicos que se escaparon de una peli de Larry Clark, los pequeños Salingers. Un mundo irresistible.

Con cada canción la figura de Goyeneche creció muchísimo; el salto cuantitativo y cualitativo de tamaño se dio en “El gran hombre de este planeta”. El cuerpo de José sufrió mutaciones, aumentó su tamaño hasta que se volvió gigante. Una bestia pop que se fundió en un abrazo inesperado con Migue de la Ola que quería ser Chau. La música también creció poco a poco, tema tras tema, historia tras historia. El show terminó con la mimesis completa entre los Volcanes y el público. “Ya fue, pensamos lo mismo los dos”, cantó Jo en “Parque Cerrado” y ese fue el final, lleno de una simbiosis desesperada.

Los encargados de cerrar la noche fueron 107 Faunos. “Días dorados” inició el exorcismo colectivo, la catarsis, el vade retro satán grupal, el abrazo partido y gigante. “Calamar Gigante n°8”, grito de guerra, funcionó como un mantra espiritual, ancestral. Una sola voz con diferentes matices repitió el llamado al calamar, dios del pogo. Los Faunos entregaron todo de sí. “Noche Spooky Tropical” y “Pequeña Honduras” fueron algunas de las ofrendas clásicas más celebradas. También se pudieron vislumbrar algunas de las nuevas gemas del tan esperado próximo disco, a primera escucha parecen ser mucho más nostálgicas.

Como en todo recital fauno el público fue insaciable, vampiros manijas reclamando mucha más sangre. Los bises fueron la respuesta a tanto delirium tremens: “Los Amigos del Mal” e “Incertidumbre” dibujaron sonrisas, inflaron los pechos y le pusieron el broche final a la celebración de las pandillas. Hubo pogo caliente, salvaje, agresivo, festivo, liberador, sucio, transpirado, divertido, desprolijo, duro, terrible, tremendo, bailable, mugriento, tranquilo, sensible, amable, oscuro, hermético, espontaneo, saludable, simétrico, mutante, deforme. Mejor dicho, pulenta.